Aceralia

Huelgas, beneficios, regulaciones...

Mónica Iglesias

CCOO Asturias

Recientemente, la empresa siderúrgica Aceralia hacía pública su cuenta de resultados del primer semestre del 2003: 53 millones de euros de beneficios, un 223% más que en el semestre anterior. Pocas semanas antes, anunciaba una regulación de empleo en su factoría de Sestao, en Vizcaya, que afectaba al 100% de la plantilla, además de declarar su intención de reducir la producción un 20%, lo que afectará directa e indirectamente a muchos puestos de trabajo.

Se da la circunstancia, además, de que durante el mes de julio tuvo lugar una huelga en las empresas auxiliares, muchas de las cuales desarrollan su trabajo en las factorías que Aceralia tiene en Asturias. En aquel momento, toda la prensa regional, la patronal del sector y la propia dirección de Aceralia se mesaban los cabellos, acusando a estos trabajadores de poner en peligro la viabilidad económica de la región, por reclamar su derecho a un salario digno. De hecho, durante los días y semanas posteriores al fin del conflicto, la dirección de Aceralia se lamentaba diciendo que tardarían meses en reponerse de las pérdidas millonarias que la huelga les había ocasionado.

Desfachatez

Pero, apenas un mes después, en lugar de esas “graves pérdidas” exhiben cifras récord de beneficios ¿Cómo es posible que, tengan la desfachatez, no ya de no invertir algo de esos beneficios en realizar el plan de inversiones comprometido, sino incluso de regular trabajadores y reducir producción con el único objetivo de “frenar la caída del precio del acero”?

De nuevo se pone de manifiesto que la única motivación que alienta a estos grandes empresarios no es otra que el ansia de beneficios. ¿Cuánto necesitan para crear empleo y riqueza para la mayoría de la sociedad? ¿El 300, el 400%? Parece evidente una vez más, que hemos de ser los propios trabajadores quienes peleemos por nuestras condiciones de vida y de trabajo, ya que, por mucha “paciencia” y “responsabilidad” que demostremos, los empresarios no están dispuestos a regalarnos nada, ni cuando la cosa está mal, ni cuando, como en este caso, va viento en popa.

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