Duros enfrentamientos públicos entre la dirección, colapso económico, retroceso electoral, pérdida de militancia... Hace ya muchos meses que quienes militamos en IU no recibimos más que malas noticias que demuestran que la crisis lejos de reconducirs Duros enfrentamientos públicos entre la dirección, colapso económico, retroceso electoral, pérdida de militancia... Hace ya muchos meses que quienes militamos en IU no recibimos más que malas noticias que demuestran que la crisis lejos de reconducirse se profundiza. A pesar de ello, desde las páginas de El Militante hemos defendido y defendemos que esta crisis se podría superar. No se trata, desde luego, de romanticismo revolucionario o confianza en la capacidad y trayectoria política de la actual dirección. De hecho, no estamos miramos hacia arriba, hacia los actuales dirigentes. Miramos a nuestro alrededor, a los trabajadores y los jóvenes, comprendiendo que, antes o después, sectores decisivos de nuestra clase buscarán una alternativa al reformismo sin reformas que ofrece el gobierno del PSOE.

Por ello, afrontar esta crisis hablando de “renovación”, “relevo generacional” o “modernización”, no servirá para solucionar ningún problema de fondo. Este “discurso”, confundirá más a la militancia y no levantará ningún entusiasmo entre la periferia y votantes de IU. No es un problema de edad o antigüedad, es una cuestión de ideas y objetivos políticos.

Luchar contra

el colapso económico

Tomemos las finanzas por ejemplo. El actual colapso económico no es de extrañar, por el contrario es justo pago al abandono de cualquier tradición obrera en este sentido. La Federación de Madrid, segunda en número de afiliados a escala estatal, reconoce que las cuotas no alcanzaron en el último período el 6% ni en el caso de los ingresos ni en el de los pagos realizados. La organización vive de créditos y subvenciones que los reveses electorales han puesto en entredicho. Una nueva dirección, armada con un genuino programa anticapitalista, podría proponer a los afiliados una campaña de subida de cuotas, pero no para financiar vallas electorales, sino para intervenir en la lucha de astilleros o para organizar comités de jóvenes en defensa de la vivienda. Si esto confluyera con salarios iguales a los de un obrero medio cualificado para todos los cargos públicos de IU, quienes entregarían la diferencia con sus salarios de diputados o concejales a la organización, ¿no cambiaría el estado de ánimo de la militancia y podríamos empezar a recuperarnos económicamente?

Ser necesarios

para la clase obrera

¿Qué grado de aumento experimentaría la autoridad política de IU entre el movimiento con una buena intervención en la lucha de Astilleros? Si Llamazares aprovechara cada minuto de televisión para reivindicar la necesidad social de astilleros públicos para evitar catástrofes como el Prestige y exigiera a los dirigentes de CCOO y UGT la extensión y unificación de la lucha, con un calendario de movilizaciones contundente, ¿no sería escuchado más atentamente por las miles y miles de familias que ven su sustento en entredicho?. Entonces los sectores más avanzados del movimiento si verían a IU como un instrumento útil. Útil para entender porque el sistema capitalista nos ataca, útil para cargarnos de razones y ofrecer una alternativa que demuestre que estos puestos de trabajo que se quieren destruir no sólo son el sustento de miles de familias sino también rentables desde el punto de vista del bienestar de la mayoría. Útil también para hacer avanzar al movimiento frente a las limitaciones que supone la política tibia e indecisa de los dirigentes sindicales. Entonces cientos, miles de activistas obreros verían a IU como una organización imprescindible, como su organización.

Animar la actividad interna de las asambleas de base

Este giro de 180 grados en la orientación de la política de la organización destinado a zambullirse en la lucha de clases se convertiría además en un revulsivo interno para animar a los afiliados a participar. Si una nueva dirección convocara a todos los afiliados a acudir a sus asambleas de base para discutir la política alternativa de IU en este conflicto, el papel que cada compañero puede jugar desde su puesto de trabajo o estudio, barrio, ciudad o pueblo; proporcionado panfletos y carteles con la alternativa política antes mencionada, organizando reuniones públicas para sumar fuerzas a la lucha; es prácticamente seguro que un sector de la afiliación se animaría a participar. Hasta el momento, lo máximo que hemos visto ha sido la amenaza a Zapatero por parte del coordinador general de una retirada del apoyo parlamentario a los Presupuestos. Evidentemente esta amenaza puede llegar a tener su efecto, pero la lucha se ganará o se perderá en la calle según la fuerza que demuestre el movimiento.

Hay una oportunidad para IU porque las capas más activas del movimiento necesitan una alternativa revolucionaria. Para aprovechar esta oportunidad es necesario que IU tenga una dirección también revolucionaria. En esta tarea, ardua y sin garantías de éxito aseguradas, los marxistas de El Militante estamos en la primera línea de fuego.

Bárbara Areal

Presidencia de IU-CM

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