No escapan a esta ley ni la parasitaria burguesía ni, por supuesto, sus representantes políticos. Basta echar una ojeada a los líderes de la derecha mundial para darnos cuenta de su mediocridad, estupidez, mezquindad e ignorancia.
En esta galopada hacia la vulgaridad, es difícil encontrar un ganador. Bush, el presidente de la nación más poderosa del planeta, cuenta con muchos votos a su favor. Kerry, posiblemente su sucesor, tampoco se queda muy atrás; Blair, incluso, parece querer jugar fuerte en esta carrera con su patético servilismo hacia estos “grandes estrategas” de la política internacional...
Y por supuesto está Aznar y sus colegas del PP, que no quieren quedarse fuera de la foto. Dicen que los dioses, cuando quieren destruir a alguien, primero le vuelven loco. Y locura, es decir, una visión irreal y fantástica del mundo es lo que hemos visto en el congreso del PP. Un mundo irreal, donde las propias mentiras son celebradas con ovaciones cerradas y un mundo fantástico donde los mediocres son los reyes del mambo. Y, por encima de todos ellos, sobresaliendo en su mediocridad, patético hasta la saciedad en su intento de demostrar y afianzar su imagen de estadista y hombre de Estado, ruin y mezquino como la clase a la que representa, tenemos a José María Aznar, como un pequeño césar paseándose por su corte.
Así las cosas, elegir entre tanta abundancia de prepotente ignorancia, es, sinceramente, muy, muy complicado.