El día 11 de mayo, como cualquier otro día, estaba realizando las tareas de limpieza en el taller de Turbinas. A eso de las nueve menos cuarto, un compañero me comunica que acaba de haber un accidente en la fragata noruega Roald Amundsen y que una trEl día 11 de mayo, como cualquier otro día, estaba realizando las tareas de limpieza en el taller de Turbinas. A eso de las nueve menos cuarto, un compañero me comunica que acaba de haber un accidente en la fragata noruega Roald Amundsen y que una trabajadora y dos trabajadores de nuestra empresa, Ana Paz, Eduardo González y Juan Carlos del Real, y otro de otra compañía auxiliar, José Luis Veiga, han fallecido. Subimos rápidamente a la grada, y al llegar a bordo los compañeros que trabajan en el barco nos confirman la terrible noticia: ¡Cuatro trabajadores muertos!En el barco ya se encuentran unos cuantos directivos de Navantia. En el rostro de algunos de ellos se les nota afectados por lo sucedido; otros mantienen su fría mirada, actuando como si el accidente fuese un mero trámite burocrático más. Después fueron llegando el juez, la policía judicial, la Inspección de Trabajo, etc. Bajamos al lugar del accidente por dos estrechas escaleras. Allí estaban los cuatro cuerpos sin vida de los compañeros. El juez hace algunas preguntas, la policía judicial saca fotos y finalmente se da la orden de levantar los cadáveres.

En la explanada de Navantia-Ferrol, ya están esperando los trabajadores, tanto de la principal como de las compañías, que se habían ido concentrando espontáneamente según fueron conociendo la noticia. El presidente del comité de la empresa principal se dirige a la asamblea, comunica lo sucedido y se declaran dos días de luto (pagados por la empresa) que, en realidad, son dos días de enfriamiento para que nadie exija responsabilidades, para que no se hagan preguntas molestas, para que no se piense que el accidente era totalmente evitable si se cumpliesen las medidas de prevención.

Al día siguiente, Navantia hace un informe preliminar donde dice que el accidente se provocó por la inhalación de sustancias peligrosas. Luego se conocería que la asfixia fue por el desplazamiento del oxígeno por gas argón utilizado en los equipos de soldadura. En este informe, la empresa principal trata de responsabilizar a los mandos intermedios de las compañías auxiliares de lo sucedido, omitiendo que la responsable de velar por la seguridad y de que se cumplan las medidas de prevención es, principalmente, Navantia.

La SEPI y Navantia son los principales responsables de este accidente, al primar la producción por encima de la seguridad de los trabajadores. La empresa era conocedora de la situación y falta de seguridad a bordo de las fragatas en construcción, pero lo primero era cumplir los plazos establecidos.

Hace seis años, la empresa prejubiló a 1.200 trabajadores fijos de plantilla. Para cubrir esos puestos de trabajo aumentó el número de subcontratas, con contratos precarios y menor coste económico. A principios de este año volvió a recurrir a la misma receta: prejubiló a otros 700 trabajadores de la principal y siguió aumentando la mano de obra subcontratada. Es sobradamente conocido por todos, incluidas las organizaciones sindicales, que una gran parte de los trabajadores de compañías son utilizados para cederlos a la principal, lo que es prestamismo laboral puro y duro.

Otro tema que Navantia delega en las empresas subcontratistas es la formación en prevención de riesgos laborales, con lo cual los cursos que se imparten a los trabajadores son puro trámite. Quien tiene que impartirlos es la principal, que es la conocedora de los riesgos en el lugar de trabajo. Mientras sigan impartiendo cursillos empresas que lo único que quieren es hacer negocio, a los trabajadores no les servirán de nada.

Hay que unir a todos

los trabajadores

A las organizaciones sindicales les corresponde organizar a todos los trabajadores dentro del astillero, ya sean de la principal o de las auxiliares, ya que todos pertenecemos a la misma clase social. Hay que crear órganos de dirección, tanto entre los delegados sindicales como entre los delegados de prevención, en los cuales estén representados ambos colectivos, principal y compañías. No tiene ningún sentido que sigan existiendo diferencias entre nosotros por tener un buzo de distinto color o porque en el bolsillo de la faena ponga el nombre de una empresa auxiliar. ¡Todos somos un único movimiento obrero!

Si no queremos que vuelva a ocurrir un accidente como éste, tenemos que organizar y dinamizar a los sindicatos, para así mejorar nuestras condiciones laborales, no sólo las económicas, sino también en materia de salud laboral. Hay que exigir que se cumplan las medidas de prevención, acabar con los contratos precarios, las horas extras, etc. Y para poder exigirlo hay que abandonar el sindicalismo pactista y de sillón, hay que organizarse sindicalmente y políticamente si de verdad queremos cambiar esta situación que cada día se cobra vidas de trabajadores. El lema “¡Proletarios de todos los países, uníos!” será necesario ayer, hoy y siempre.

Vicente Castro Bogo

Delegado de CCOO en Mainfer

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