Los trabajadores de la planta que General Motors tiene en Figueruelas (Zaragoza) no ganan para sustos. Apenas extinguidos los ecos del último ajuste laboral a nivel europeo, que supondrá la salida de 618 trabajadores entre prejubilaciones y contratos

La situación financiera de la multinacional no es nada boyante. La pérdida de cuota de mercado, las ventas a pérdida en Estados Unidos así como aventuras especulativas como la compra de Saab o las millonarias retribuciones a sus ejecutivos han llevado a que las emisiones de deuda de la firma de Detroit coticen al nivel de los bonos basura.

En su afán de reducir costes, la empresa amenaza con trasladar la producción del próximo modelo del Opel Meriva, que hasta ahora se venía fabricando en Zaragoza, a la planta polaca de Gliwice. Esto supondría, según ellos, la pérdida de 3.000 empleos directos. Para ello han organizado una especie de “subasta” en la que ambas fábricas deben presentar sus propuestas para hacerse con el nuevo modelo

antes del día 3 de octubre.

La dirección zaragozana, tras unas semanas jugando al escondite, presentó su plan el pasado día 14. Como era de esperar, la pretendida “competitividad” debía alcanzarse a

costa de los trabajadores: eliminación de la prima de participación, reducción a la mitad de la de competitividad, congelación de la antigüedad... serían sólo el aperitivo de lo

que traería el próximo convenio colectivo (a partir de 2008): incrementos salariales de la mitad de la inflación, más externalización y flexibilidad, eliminación de 2 pausas

diarias (20 minutos)... Todo con la excusa de que los polacos cobran menos de un 25% que los españoles.

Clásica táctica del divide y vencerás

Ahora bien, examinando la situación más de cerca, vemos que mientras la factoría zaragozana tiene las instalaciones necesarias (ya fabrica el actual Meriva) y el personal cualificado, en Polonia sería necesaria una ampliación de la fábrica con una nueva línea, la formación del personal... en definitiva, una inversión importante que no parece muy probable que una compañía ahogada por las deudas esté dispuesta a afrontar. Por ello, si bien no podemos descartar totalmente la deslocalización, vemos que se trata de un chantaje evidente, en el que la empresa pretende atacar los derechos de los trabajadores de Zaragoza sobre la base de enfrentarlos con sus hermanos polacos. Es la clásica táctica del “divide y vencerás”.

Y los trabajadores han percibido claramente este chantaje: “No se puede empeorar nada. No podemos entrar en esa dinámica”, “un tema tan grave se quiere ventilar de la

noche a la mañana”, o “nos jugamos el futuro de las pensiones. Así tendríamos que seguir trabajando hasta los 70 o 75 años” fueron algunas de las expresiones que se escucharon en las asambleas informativas. La preocupación, pero también el rechazo a este chantaje fueron la tónica general de las asambleas.

La respuesta de los responsables sindicales ha sido bastante tibia por el momento. El rechazo al plan de la empresa ha sido unánime, pero parece que dan por hecha la inevitabilidad de recortes en las condiciones de trabajo. Según Fernando Bolea (UGT) la propuesta “tendría que modificarse en algunos aspectos para ser aceptada... lo que íbamos a perder en el próximo convenio (congelación de la antigüe dad por ejemplo) vamos a ponerlo ahora de apoyo”. Para el presidente del comité de empresa, Juan

arlos Sánchez “estamos pasando el peor momento de la historia de la planta”. ¿El peor momento? ¿Por qué una fábrica con gran capacidad productiva, con las más modernas

máquinas y robots y miles de trabajadores cualificados para usarlas habría de estar en un mal momento? El capitalismo, en su fase senil, hace que lo que debería ser una buena noticia, la existencia de dos fábricas modernas y con gran capacidad productiva, que debería proporcionar bienestar para todos, se convierta en su contrario: incertidumbre,

más explotación, despidos...

Pero esto no es una maldición que haya caído del cielo. El objetivo de todo esto es continuar hinchando los bolsillos de los dueños, de un puñado de banqueros y especuladores, a costa del sufrimiento de los trabajadores, y éstos estamos seguros de que van a luchar para mantener y mejorar sus derechos.

Estos derechos fueron adquiridos con luchas, y luchando habrán de ser defendidos. Para ello una cuestión fundamental es la unidad de los trabajadores. CCOO y UGT organizaron asambleas por separado para informar a sus afiliados, y después el comité de empresa se ha reunido para presentar una contrapropuesta. Creemos que se trata de una cuestión demasiado importante para que sea sólo el comité quien se ocupe de dar la respuesta. CGT planteó correctamente la necesidad de organizar una asamblea unitaria

de todos los trabajadores para decidir los pasos a seguir. Está claro que todos los trabajadores, sindicalizados o no, deben poder dar su opinión y participar en la lucha.

Hay que mostrar rápidamente a la empresa que no se va a tolerar ni un solo ataque a las condiciones de vida de los trabajadores, y que vamos a defenderlas con movilizaciones

e incluso con la huelga, si fuera necesario. También sería necesario coordinarse con los trabajadores de las empresas auxiliares, cuyos empleos también están en juego, así como con los vecinos de Zaragoza, en general, que depende en gran medida de la fábrica. Otro paso importante sería unificar la lucha con los trabajadores de SEAT de Barcelona, cuyo empleo está siendo amenazado por la multinacional VolksWagen. También es necesario unirnos a los trabajadores dela planta polaca. Hay que evitar

cualquier división en líneas nacionales.

Por un sindicalismo combativo

Hay una cosa que está clara: ceder al chantaje patronal no garantiza para nada que en el futuro más o menos inmediato no haya nuevos ataques. Esa es la experiencia en todos

los sectores y en todos los países. Los trabajadores no somos responsables de la crisis del capitalismo. No podemos aceptar la lógica del capitalismo, basada únicamente en la obtención de beneficios para unos pocos.

Los empresarios y lamentablemente muchos dirigentes sindicales tratan de hacernos creer que los trabajadores no tenemos fuerza para hacer frente a estos ataques. Que lo

más inteligente es aceptar la línea del “mal menor”, que es necesario ceder para evitar ataques más duros. ¿Pero cuál es la experiencia? Que cada concesión es la antesala de

nuevos ataques y nuevas concesiones. El objetivo de los capitalistas es que las condiciones de trabajo retrocedan permanentemente, es la única manera que tienen de compensar la crisis de su sistema, de mantener sus beneficios a unos niveles “aceptables” para sus bolsillos. Lo dijo muy claro el presidente dela Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones: “Trabajar más y cobrar

menos” (El País 25-9-05). Esta es la receta de los capitalistas para resolver los problemas del sector. ¡No podemos aceptarlo! ¡Que reduzcan ellos su margen de beneficios!

Por eso, desde la corriente marxista agrupada en el periódico EL MILITANTE, pensamos que es necesario un cambio total de la línea adoptada por los dirigentes sindicales en los últimos años, que ha sido incapaz de combatir la precariedad,

la pérdida de poder adquisitivo y los despidos.

Es necesario un sindicalismo basado en la lucha, en la participación, en la unificación de los trabajadores de todos los sectores afectados por la crisis. Lógicamente, una acción

sindical de ese tipo tiene que estar basado en una perspectiva política más amplia, que no esté limitada a lo posible con el capitalismo. Ya estamos viendo qué es posible bajo

el capitalismo: desastres como el Katrina en EEUU, en que miles de personas mueren debido a la falta de previsión y recursos, mientras se dedican miles de millones de dólares a la guerra en Iraq. Esa es la lógica del sistema y aceptarla sólo puede llevar al desastre.

Por eso, desde EL MILITANTE, defendemos que la lucha por unas condiciones de trabajo dignas y por el mantenimiento del empleo está íntimamente ligada a la lucha por un sindicalismo combativo y a la lucha por la transformación socialista de la sociedad.

¡Claro que los trabajadores tenemos fuerza! ¿Quién si no acabó con la dictadura de Franco? ¿Quién si no echó al PP del gobierno? ¿Quién si no hemos conquistado mejoras en nuestras condiciones de vida en GM en el pasado? La respuesta es clara: la fuerza de la clase trabajadora en lucha.

¡No aceptemos ni despidos ni recortes salariales!

¡Es posible parar los ataques de GM!

¡Hay que preparar una movilización contundente!

¡Hay que unificar la lucha con auxiliares y los trabajadores de Zaragoza!

¡Hay que coordinar la lucha de GM con los trabajadores de Seat!

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