El pasado 8 de octubre la jet set del panorama valenciano, acom-pañada por la reina Sofía y las autoridades propias en este tipo de saraos, inauguraron el Palau de les Arts Reina Sofía, el edificio que culmina el complejo de la Ciudad de las Artes y El pasado 8 de octubre la jet set del panorama valenciano, acom-pañada por la reina Sofía y las autoridades propias en este tipo de saraos, inauguraron el Palau de les Arts Reina Sofía, el edificio que culmina el complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y con el que la Generalitat Valenciana quiere incluir nuestra ciudad dentro del elitista grupo que forma parte del circuito operístico mundial.

La inauguración fue del todo hollywoodiense: alfombre roja, desfile de famosos, grandes cañones de luz, los divos y divas del mundillo y por supuesto, como no puede faltar en cualquier acto de alto standing: el himno de Valencia y castillo de fuegos artificiales para un final apoteósico. Además la inauguración se hizo coincidir con la celebración del día del País Valenciano (9 de octubre), y pretendía presentarse como un regalo para todos los valencianos.

Sin embargo, todos los que vivimos aquí y conocemos un poco a Francisco Camps (presidente de la Generalitat) y a Rita Barberà (alcaldesa de Valencia), sabemos bien que la palabra valencianos tiene un significado muy restringido en boca del PP. Para ellos valencianos sólo son aquellos que se forraron con Terra Mítica, los propietarios de las inmobiliarias que se llenaron los bolsillos especulando con los terrenos donde hoy está la Ciudad de las Ciencias, las grandes constructoras encargadas de demoler barrios como la Punta o el Cabanyal dejando a familias enteras en la calle para hacer sitio a la Copa América, los empresarios de la educación concertada que cada año estrenan coches más lujosos gracias a la generosa política educativa del PP en el País Valenciano, etc., etc. Éstos son los únicos valencianos que existen para el PP porque si no, no se explica que los que se hacen pasar por los abanderados de la defensa de los “intereses valencianos” sean los que gracias a su política fomentan que haya miles de valencianos en lista de espera en la sanidad pública, miles de jóvenes valencianos estudiando en barracones, miles de valencianos que no llegan a fin de mes, miles de valencianos que ven como su lengua se va perdiendo poco a poco y como se firma un Estatuto que no mejora ni un ápice sus condiciones de vida. Valencianos que, por cierto, difícilmente podrán comprar una entrada para asistir a un concierto en el Palau de les Arts. Todos esos miles de no-valencianos para el PP serán los que paguen la multimillonaria deuda de la Ciudad de las Ciencias que, hasta ahora y cuando todavía queda al menos un año para que finalicen las obras, es de 529 millones de euros.

Caro y de mala calidad

Como siempre, somos nosotros, los jóvenes y los trabajadores, los que tenemos que pagar los caprichos de una burguesía que, francamente, es bastante lamentable ya que, no sólo dilapida cantidades ingentes del dinero público para su propia diversión sino que, además, se lo gasta en juguetes que parecen de todo a cien. El Palacio de las Artes se inaugura a medio terminar, ya que la orquesta hacía meses que había sido contratada para ese día pero era imposible terminar las obras para esa fecha. Continuarán hasta octubre del 2006, cuando comience la primera temporada. Además es el auditorio de bel canto con más butacas ciegas de todo el Estado: “Acaba de inaugurarse y ya arranca con el triste récord de ser el teatro de la ópera con más butacas ciegas de toda España. La sala de la ópera del Palau de les Arts, con 140 localidades desde las que no se ve el escenario y entre 150 y 200 desde las que sólo se aprecia parcialmente, es la que peor visibilidad tiene entre los seis grandes coliseos de nuestro país dedicados al bel canto” (Levante 11/10/05), a pesar de que es el más nuevo y quizá también el más caro. Por si fuera poco, los expertos calculan que, debido a los materiales con los que ha sido construido, su esperanza de vida es de unos setenta años. ¡Toda una chapuza de palacio!

Los valencianos estamos hartos de la hipocresía del PP y su política de Robin Hood al revés. En Valencia no sólo explotan los petardos. Nuestra capacidad de aguante tiene un límite y con la política del PP la mecha del descontento social cada vez es más corta. Más temprano que tarde les estallará en la cara.

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