El pasado 13 de agosto triunfó la moción de censura impulsada por los que llevan gobernando Marbella desde hace años. El anterior alcalde de nuestra ciudad, Julián Muñoz, un servidor fiel durante años de la política de Gil, fue desbancado por una coa David Bernardo

Miembro del Comité de Empresa por CCOO

en el Hotel Puente Romano (Marbella)

El pasado 13 de agosto triunfó la moción de censura impulsada por los que llevan gobernando Marbella desde hace años. El anterior alcalde de nuestra ciudad, Julián Muñoz, un servidor fiel durante años de la política de Gil, fue desbancado por una coalición de concejales tránsfugas. La maniobra, urdida por los mismos poderes económicos e inmobiliarios que han saqueado las arcas del municipio de Marbella en su propio beneficio durante años, contó con la participación de ex concejales del PSOE y del PA.

Podredumbre política

Esta moción se ha intentado presentar como una manera de regenerar la vida política de Marbella. Nada más lejos de la verdad. En realidad, este nuevo gobierno municipal no va a resolver ninguno de los problemas que acucian a los trabajadores y jóvenes marbellíes. Se trata de más de lo mismo, de la continuidad con la política practicada en estos últimos años y de la que Julián Muñoz ha sido partícipe directo.

Nuestra ciudad, que ocupa las primeras páginas de los diarios, radios y televisiones del Estado, ha saltado a la fama precisamente por ser el paraíso de especuladores, empresarios del pelotazo, y millonarios que han hecho de Marbella su paraíso particular. Obviamente estos individuos, que son “el modelo a seguir” en el sistema capitalista, no tienen ningún problema en comprar políticos y manejar ayuntamientos a su antojo. Para ellos la política no es más que un medio para asegurarse negocios redondos, y la “voluntad popular” una coartada para llevar a cabo sus manejos y chanchullos. En este contexto lo que sí es completamente despreciable ha sido la actitud de los ex concejales del PSOE, que se han vendido precisamente a aquellos que se han servido de nuestra ciudad para amasar inmensas fortunas, traicionando a cientos de familias trabajadoras que habían puesto su confianza en ellos para cambiar el actual estado de cosas.

La hipocresía del PP

El PP no tiene ninguna autoridad en Marbella para criticar la situación política actual del municipio. La derecha del Prestige, del decretazo, de la guerra imperialista en Iraq, defiende los mismos intereses que Gil o Julián Muñoz, y ha estado implicada en tramas de corrupción incluso de mayor alcance. De hecho, después de siete años de gobierno PP las actuaciones de Gil han quedado impunes.

El problema se complica debido a la actuación vergonzosa de los ex concejales del PSOE. No obstante este comportamiento, al igual que el de Tamayo y Saez en Madrid, es el producto de la política reformista de los dirigentes del PSOE, incapaz de aprovechar toda la fuerza que han demostrado millones de jóvenes y trabajadores manifestándose en las calles contra la derecha. El que en las listas electorales del PSOE en Madrid o Marbella haya gente que no ha dudado en venderse a los intereses económicos y por ende a la derecha, refleja lo lejos que se ha llegado en este partido en el abandono de las auténticas ideas del socialismo. La dirección del PSOE durante años ha defendido también el capitalismo renunciando abiertamente a la lucha por la transformación de la sociedad. Esta posición ha llevado a asumir los métodos que se practican en todos los partidos que defienden el sistema: el partido es un medio para sacar ventajas y privilegios y no una herramienta de lucha para transformar la sociedad. Esto en el día a día se traduce en el abandono de la lucha cotidiana por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y explica porqué el PSOE perdió en su momento el Ayuntamiento de Marbella.

Es necesario un giro a la izquierda

Ahora se plantea abiertamente la disolución del Ayuntamiento por parte de dirigentes del PSOE y de Izquierda Unida con el objetivo de “regenerar la vida política” de nuestra ciudad. Los marxistas no estamos en contra de la disolución, pues este gobierno municipal, como el anterior, no va a resolver el caos administrativo de la ciudad. Pero el problema de fondo para los trabajadores es otro: mientras los partidos tradicionales de la izquierda no defiendan otra política basada en la movilización y la defensa intransigente de los intereses de los trabajadores y sus familias en Marbella y San Pedro, las condiciones para la corrupción política y el negocio fraudulento a costa de las arcas municipales están servidas.

Los trabajadores y jóvenes de Marbella y San Pedro que participamos en la corriente marxista de El Militante pensamos que el camino más serio para un cambio de verdad en nuestra ciudad es la lucha por una política genuina de izquierdas que defienda, sin complejos, la necesidad de incrementar drásticamente las inversiones municipales en empleo digno, acometa planes serios de mejora de las infraestructuras sociales y culturales de nuestros barrios, mejore de la calidad del transporte municipal, garantice los medios para que nuestros mayores dispongan de unas condiciones de vida y de ocio dignas, remunicipalize los servicios públicos que han sido privatizados, acometa la construcción de viviendas sociales accesibles para los jóvenes y las familias trabajadoras y ponga fin a la especulación salvaje y al deterioro de nuestro medio ambiente. Por supuesto este plan entra en contradicción con los intereses de los grandes poderes inmobiliarios y especulativos de la ciudad, pero como dice el refrán no se puede estar sirviendo a dos amos: o con los trabajadores o con los que han transformado Marbella en el escaparate del capitalismo salvaje. Esta es la política que deberían defender las organizaciones de la izquierda para combatir seriamente la corrupción y los problemas de nuestra ciudad.

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