“Hasta que al fin, un 12 de Octubre, Este dispone que sea el primer día del Imperio” Extracto de una poesía de Federico Urrutia publicada en la Revista de Falange Española en 1937 Seguro que Aznar espera con infantil ilusión la llegada de este dí “Hasta que al fin, un 12 de Octubre, Este dispone que sea el primer día del Imperio”

Extracto de una poesía de Federico Urrutia publicada en la Revista de Falange Española en 1937

Seguro que Aznar espera con infantil ilusión la llegada de este día durante todo el año. Su cara expresa profunda satisfacción y deleite cuando ve desfilar ante sus ojos soldados y banderas acompasados por himnos marciales. Es el día en que, quienes como José María desean lo mejor y más grande para España, reviven el pasado imperial de su patria. La celebración de este año además no es como otras. Después de amargos días en los que se criticaba sin pudor la antigua grandeza vivida bajo el reinado de Isabel y Fernando, o no se rendía el respeto necesario a símbolos que representan importantes valores como la bandera; otro gran patriota, George W. Bush, en su cruzada contra el eje del mal, volvía a encender la esperanza, dando a Aznar la posibilidad de recuperar para España el lugar que le corresponde en la escena mundial.

Semejante auxilio venido del otro lado del océano bien vale un espacio en el corazón y una sincera emoción para la bandera de las barras y estrellas. Sentimientos que, desde luego, quienes no tienen los mismos anhelos para el destino de la patria, no pueden compartir. Semejante comunión de intereses hace hasta fácil perdonar que se atribuya a los compatriotas de otro gran amigo, Silvio Berlusconi, una de las más nobles hazañas españolas. Y es que Bush, sin ninguna mala intención sino por simple ignorancia, el mismo 12 de Octubre, pero en Washington, felicitó a Berlusconi por la gesta italiana de Colón y los pioneros que descubrieron América siglos atrás. Pero ¿cómo no disculpar a alguien que dirige un país en el que, en palabras del propio Aznar, “han sabido conjugar la fidelidad a sus orígenes con la conciencia de pertenecer a una nación unida e indivisible”? “Nación unida e indivisible” son palabras que rememoran otras como “una, grande y libre”, y es que el presidente tiene una enorme capacidad para evocar tiempos pasados.

Es evidente que el PP está embarcado en la noble tarea de recuperar el espíritu patrio. Para inundarnos en este espíritu, parece usar como técnica principal la repetición y presencia constante de símbolos e ideas que hagan referencia a este objetivo.

En esta ardua labor, la bandera merece un capítulo destacado, y como el instrumento debe estar a la altura de su cometido, se ordena confeccionar una inmensa banderola cuyas dimensiones la harían visible desde el espacio exterior si hubiera una ráfaga de viento lo suficientemente fuerte, cosa por otro lado harto improbable.

Este infatigable entusiasmo por la patria, como la defensa de la unidad indivisible de España en el debate sobre Euskal Herria o el apoyo al bombardeo de Iraq, no tiene nada que envidiar al leguaje de otros destacados patriotas que también añoran su particular pasado imperial como es el caso de Berlusconi y su pública admiración por el Duce. La patria está presente incluso en los momentos más insospechados. Por ejemplo, se habla de la sucesión de Aznar, pues bien Rajoy, demostrando ser un alumno destacado, habla de la “grandeza, renuncia, señorío, patriotismo —y hasta— elegancia” del proceso sucesorio. Nunca antes proceso sucesorio fue capaz de semejante proezas. Y de eso se trata, de que todo aquel que tenga oídos, entienda la grandeza de la tarea histórica para la que ha sido llamado el PP. Así, Aznar apostilla cuando presenta a Rajoy en la tribuna de oradores, con “la satisfacción de que hoy, entre todos, hayamos dejado abierto ese camino por donde, estoy seguro, seguirán discurriendo juntos el porvenir de España y el esfuerzo del PP”.

Pero la tarea de Aznar y compañía, está destinada al fracaso. Ni la más grande bandera podrá tapar, ni el más atronador himno podrá callar, el sufrimiento creado por estos próceres de la patria. Este pasado 12 de octubre el pueblo iraquí se habría sentido hermanado con los pueblos que habitaban la América descubierta por Colón siglos atrás. Ambos han sufrido la terrible furia civilizadora y libertadora del imperio, que como ya Fray Bartolomé de las Casas describía en 1532: “En estas ovejas mansas... tigres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho... hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazallas, mattallas, angustiallas, afligillas, atormentallas y destruillas por las estrañas y nuevas y varias y nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad”

Si bien el 12 de octubre no tenemos nada que celebrar, no deja de ser una buena ocasión para volver a denunciar todos los crímenes del imperialismo, ya sea de primera o tercera división. Y sobre todo para reforzar nuestro compromiso con la lucha por transformar esta sociedad, para construir una nueva donde los hombres pertenezcan todos a una misma patria socialista.

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