Desde del punto de vista de un actor, es triste trabajar para publicidad cuando tienes una larga experiencia en formación, pero todos tenemos que comer. Este 4 de febrero a las 7 de la mañana me encontraba yo, con más de 200 compañeros, en un campoDesde del punto de vista de un actor, es triste trabajar para publicidad cuando tienes una larga experiencia en formación, pero todos tenemos que comer.

Este 4 de febrero a las 7 de la mañana me encontraba yo, con más de 200 compañeros, en un campo de fútbol de L’Hospitalet para el rodaje del último anuncio de la multinacional Seat. Mi equipaje: una bolsa con dos camisetas (una roja y una blanca) a petición de los representantes audiovisuales de la empresa.

Después de estar más de media hora esperando, nos hicieron entrar en fila (al más puro estilo de los trabajadores del siglo XIX) y nos dieron sendos tickets para desayunar y almorzar; posteriormente nos hicieron firmar el contrato laboral en 5 segundos de forma mecánica. Cabe destacar que el mismo estaba escrito en inglés y mal fotocopiado (he de confesar que intenté leerlo, pero aunque hubiera estado en castellano y leyendo muy rápido, 5 segundos no dan para tanto). Con un donut y un horroroso café en la mano, pasamos a la sala de maquillaje. Sin haber sido avisados previamente, fuimos totalmente pintados de la barriga hasta el pelo (por lo menos de rojo) y se nos entregó una manta cuyo significado entenderíamos más adelante.

Una vez ya desnudos de pecho y pintados, en las gradas del campo comprendimos la utilidad de la gruesa manta. Estábamos a principios de febrero.

El rodaje duró 10 horas (inicialmente nos habían dicho sólo 7) y para nosotros transcurrió realizando una simple acción mecánica por la cual nos pagaban 45 euros. ¡a 4,5 euros la hora!

Por si no fuera bastante, nos encontramos a medianos de mayo, aún sin cobrar nuestro merecido salario cuyo pago ya ha sido retrasado tres veces. Eso sí, el anuncio ya se ha emitido.

¿Qué hacer (como dijo un sabio hace ya su tiempo) ante esta situación?

Esto es un simple ejemplo, de los muchos que hay, de la situación laboral en nuestro país. Para que luego digan que no hay para tanto.

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