Estamos ya a mitad de año y sólo se han firmado 91 convenios, afectando a un 26% de los trabajadores. Aún quedan 518 convenios por negociar, de ellos 88 sectoriales, que afectan al 74% de los trabajadores del País Vasco. Estamos hablando de cerca de 300.000 trabajadores que no tienen su convenio en vigor y algunos llevan así desde el 2001.

La patronal está obteniendo beneficios extras gracias a esta situación, ya que el 33% de precariedad laboral supone que miles y miles de trabajadores eventuales tengan congelados los salarios desde hace uno, dos y hasta tres años. El caso más emblemático está en Guipúzcoa donde el 90% de los trabajadores carecen de convenio y se desencadenaron huelgas como la de la construcción, que ha durado más de un mes.

Una patronal envalentonada

El director de Mercedes Benz de Vitoria, empresa de 4.000 trabajadores, chantajeó con la deslocalización de la fábrica por la huelga llevada a cabo y después de que cada trabajador haya perdido cerca de 30.000 pesetas de ingresos por pactos y acuerdos firmados por la empresa y el comité. El pacto de eficacia limitada, firmado por UGT y CCOO, y su aceptación de los chantajes de la patronal sólo han servido para que la empresa eleve el tono de sus amenazas. No son los trabajadores que luchan los responsables de esta situación, sino los que rompen las luchas y echan jarros de agua fría a la movilización. Siempre ha sido igual: a cada retroceso sindical han seguido nuevas exigencias, cada vez mayores, por parte de la patronal. Si aceptásemos este camino acabaríamos simplemente en la más cruel esclavitud.

La patronal de Mercedes ahora reclama sacrificios y paz social para los próximos tres años y así “volver a recuperar la confianza de Mercedes” y “evitar el cierre de la fábrica”. “No va a ser fácil”, amenaza Wolker Heder, director de la fábrica, “pero hay que trabajar en ello”. Rápidamente el lehendakari Ibarretxe ha organizado un viaje a Alemania y el SEA ha propuesto crear un gabinete de crisis en la provincia con presencia de las instituciones, representantes patronales y sindicales, para evitar la catástrofe del supuesto traslado. El mensaje es contundente a la clase trabajadora: hay que ser capaces de soportar todo tipo de recortes y sacrificios para aumentar aún más los beneficios de los parásitos burgueses.

Mercedes está siendo la punta de lanza de la patronal en Vitoria. Sus efectos se dejan sentir en todo Euskal Herria, es como un banco de pruebas, para bien o para mal.

En el caso del cierre de Hofesa-Newel se ha llegado a un acuerdo para despedir a la plantilla mediante indemnizaciones. La nueva multinacional Newel compró esta empresa para descuartizarla y especular con los terrenos y no ha dudado en reconocer a los trabajadores que no cerraba porque no fuese rentable, sino porque tendría más metros cuadrados para vender.

Igualmente, la misma prepotencia de Mercedes está presente en uno de los conflictos más largos de todo Euskadi desde hace muchos años, que es la lucha que están llevando a cabo 140 trabajadores en la empresa alemana de discos abrasivos conocida como Caballito.

Caballito, en huelga

desde octubre

Los trabajadores de Caballito salieron a la huelga indefinida el mes de octubre del año pasado para desbloquear la negociación de un convenio por cuatro años del que ya han pasado dos y para oponerse a los intentos de la empresa de despedir a 25 trabajadores en una fábrica que ha dado gigantescos beneficios desde su fundación. Estos trabajadores han dedicado prácticamente toda su vida a la producción de discos abrasivos, sufriendo un tremendo desgaste físico. Gracias a su trabajo la empresa ha subido y ahora se traslada a un nuevo polígono, con instalaciones mucho más modernas, en la que va a invertir 6.000 millones de las antiguas pesetas. Sin embargo, este avance, lejos de mejorar la situación de los trabajadores representa todo lo contrario ya que la empresa, como parte de su plan de “modernización”, como un eco de “los nuevos tiempos”, quiere ir destruyendo empleo fijo y liquidar las conquistas de los trabajadores.

En un derroche de prepotencia la patronal ha llegado a despedir a dos trabajadoras por “baja producción” estando de baja por enfermedad y maternidad, a sabiendas de que son despidos improcedentes que podrán zanjar cómodamente con una indemnización. Además, en el desarrollo de la huelga ha aprovechado para despedir a cuatro trabajadores más por supuestas coacciones cuando las únicas coacciones y amenazas son las de la propia patronal y la actitud provocadora de algunos mandos de la Ertzaintza que han agredido y lesionado a varios trabajadores.

Los trabajadores de Caballito están resistiendo conscientes de que la patronal a nivel de Euskadi, Confebask, el Sindicato Empresarial Alavés, la derecha española y vasca (PP y PNV) que controlan el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno Vasco, han hecho un frente común para obligarles a claudicar. Quieren que los trabajadores entren a trabajar tras más de ocho meses de huelga sin haber conseguido nada, con el objetivo de dar en sus espaldas un castigo al conjunto del movimiento obrero en Alava y en todo Euskadi y eso no lo podemos permitir.

Para llevar adelante sus planes utilizan la prensa, particularmente El Correo, que desde hace semanas desinforma a la opinión pública meticulosamente, presentando a los trabajadores de Caballito como violentos que amenazan a sus compañeros, “llegando a amenazar a los hijos de los esquiroles”, también como vagos, ya que “prefieren estar en huelga que trabajar”, de insensatos “porque van a provocar la pérdida de sus empleos y la huida de otras empresas multinacionales de Euskadi”, estúpidos y obstinados, ya que “se empeñan en continuar la huelga a sabiendas de que la empresa hace meses que realizó su última oferta”.

Sin embargo, todas estas mentiras y falsedades a las que nos tiene acostumbrados la derecha no afectan a los trabajadores con conciencia de clase. Los trabajadores en huelga de Caballito son un modelo de lucha y de dignidad, de aplomo y de resistencia. Son la punta de lanza y el sector más combativo y con más conciencia de clase en la provincia en estos momentos, ya que están manteniendo la huelga para defender el puesto de trabajo. El suyo y el de los demás trabajadores, enfrentándose a todo tipo de amenazas. Son el Sintel resiste de Gasteiz.

Cualquier trabajador con conciencia de clase, mujer o joven debe acercarse a la caravana que tienen montada desde hace meses en la emblemática Catedral, donde se hizo el funeral a las víctimas del 3 de marzo de Vitoria, para darles el apoyo moral y material para la caja de resistencia.

Es necesario que desde todo el Estado se envíen telegramas, e-mail de apoyo a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. expresando su solidaridad con los trabajadores de Caballito porque su lucha es la lucha de toda la clase trabajadora.

La única forma de vencer esta lucha es extendiéndola y unificándola con otros conflictos. En este sentido fue un paso adelante el paro de una hora convocado el día 9 en toda la provincia en solidaridad con Caballito y que fue ampliamente seguido, sobre todo por los sectores más conscientes de la clase trabajadora, paralizando la producción y dando un aviso a la patronal en muchas empresas como Daewoo, Esmaltaciones, Mercedes y un largo etc. Todo eso, a pesar de que tanto las direcciones de UGT como de CCOO, equivocadamente, no se sumaron al paro, ni acudieron a la manifestación, aunque sí estuvieron presentes delegados, afiliados y activistas de ambas organizaciones desoyendo a su dirección. Por la tarde, más de 3.000 trabajadores nos manifestamos en las calles de Vitoria en solidaridad con los trabajadores de Caballito.

Por una huelga general de 24 horas en Euskadi

En Euskadi, la desunión sindical ha sido la mejor aliada de la patronal y su brutal ofensiva. Sin embargo, lo que está provocando es un auge del movimiento obrero y un crecimiento de la conciencia y de la solidaridad de clase.

La prueba es el éxito de la huelga del Metal del día 28 de junio en Euskadi, a pesar de haber sido convocada tarde y de estar muy mal preparada, sin apenas propaganda ni tiempo para explicar y hacer asambleas y a pesar de llevarla a cabo un lunes, que era una invitación a prolongar el fin de semana y quedarse en el pueblo o fuera de la ciudad. La respuesta de los trabajadores ha sido maravillosa. Todo el mundo comentaba la importante presencia de trabajadores jóvenes y sobre todo la participación de las pequeñas empresas, que son legión y que tienen tremendas dificultades para luchar fábrica a fábrica —como está imponiendo la dirección de ELA—. Hubo manifestaciones masivas en las tres capitales vascas. El sentimiento más generalizado entre los trabajadores es que “ya era hora de que se uniesen todos los sindicatos para golpear juntos”.

Los trabajadores ven que nos están comiendo. La patronal quieren imponernos los salarios de China pero con los precios de aquí, con la vivienda por las nubes, con los precios de comida, educación, etc. disparados y en una situación en la que un número creciente de familias obreras, el 80%, no logra llegar a fin de mes.

La lucha del Metal, de Caballito, la que se anuncia en el Sector Naval en Bilbao y un largo etc. reflejan la fuerza, la determinación y la confianza de nuestra clase en sus propias fuerzas para dar la vuelta a esta situación. Hay que unificar las luchas. No se ha hecho una huelga general en Euskadi desde el 19 de junio del 2002. Si tras el verano la patronal sigue igual, con chantajes y amenazas como única respuesta y con la negociación colectiva paralizada en todos los sectores, habrá que ir a una huelga general de 24 horas como un primer paso. Ese es el camino.

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