El pasado 10 de diciembre se celebró el juicio por el despido de la compañera Carolina Zapatero. De entrada, la abogada de la empresa afirma que el juicio es improcedente.El pasado 10 de diciembre se celebró el juicio por el despido de la compañera Carolina Zapatero. De entrada, la abogada de la empresa afirma que el juicio es improcedente. Además, el único testigo que declaró a favor de la empresa fue el director de recursos humanos, éste reconoció que era el responsable del despido y que el motivo fue que unos trabajadores le habían dicho que vieron trabajando a Carolina en el mes de agosto en una cervecería cuando estaba de baja. El juez le pregunta si van a testificar y él responde que no pueden asistir al juicio por motivos personales y por tener miedo a represalias (!). Esto demuestra que la empresa no tiene pruebas de ningún tipo, ni testimoniales ni documentales. Otro hecho significativo fue que no sabían dónde estaba la cervecería, que está en un bloque de viviendas detrás de un centro comercial y que la empresa ubicaba dentro de dicho centro.

Todo mentira, y así se demostró en la sentencia, donde el juez declaró el despido como improcedente y reconoce que Carolina es delegada de personal de la CIG (lo que la empresa también ponía en cuestión), por lo tanto, quién elige entre readmisión o indemnización es ella, por ser delegada. Carolina entró a trabajar una semana después.

Ahora tenemos otro despido de una compañera embarazada que es dependienta de una tienda de Pull&Bear en Ceuta. El motivo que alegan es de productividad, pero resulta que fue sustituida por otro empleado nuevo, la causa real es el avanzado estado del embarazo.

La trabajadora firmó un contrato de renovación hasta mayo (ya que el primero le finalizó en enero), pero ese contrato nunca fue presentado en el Inem y días después de firmarlo le comunican que no seguirá en la empresa, sin darle ninguna explicación sobre los motivos, sólo le dijeron que la renovación fue un error.

Los problemas de fondo siguen ahí y lo padecemos todos los días: la precariedad y los despidos injustos, que aunque sean declarados improcedentes, quién elige entre readmisión o indemnización es el explotador y no el trabajador.

Sólo hay una alternativa, que es la unión de todos los trabajadores para hacer frente a estos ataques, para obligar a los empresarios a que nos respeten. Mañana puede ser cualquiera de nosotros el que esté injustamente en la calle, por lo que tenemos que organizarnos porque la debilidad de los trabajadores invita a la agresión patronal.

Los despidos injustos nos tienen que hacer reflexionar y concienciarnos de lo que realmente representamos en la sociedad, qué nosotros realmente somos el motor del mundo. Ninguna empresa es nada sin nuestra fuerza de trabajo. Nosotros, la clase obrera, tenemos que organizarnos porque si no solamente somos carne de explotación.

Jorge Porto

Miembro del Comité de Empresa (CCOO)

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