Laminaciones Arregui, SL, integrada desde 1996 en el Grupo Siderúrgico CELSA, presente en el País Vasco a través de su participación en la compañía vizcaína Nervacero, acaba de ser condenada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco a abonaLaminaciones Arregui, SL, integrada desde 1996 en el Grupo Siderúrgico CELSA, presente en el País Vasco a través de su participación en la compañía vizcaína Nervacero, acaba de ser condenada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco a abonar a los mas de 150 trabajadores demandantes un complemento de personal que encubría un doble sistema retributivo.

El tribunal rechaza el recurso de suplicación interpuesto por la empresa y ratifica la sentencia dictada en marzo por el Juzgado de lo Social número 3 de Vitoria-Gasteiz, que declaraba contraria al principio constitucional de igualdad la Doble Escala Salarial pactada.

En 1998 el Comité de Empresa firmó un convenio colectivo que creaba un complemento de personal, en concepto de respeto a condiciones mas beneficiosas, no compensable ni absorbible, que no se pagaría a los trabajadores que se incorporasen a la empresa después del 23 de marzo de dicho año.

Desde entonces la empresa ha pasado de 300 a 500 trabajadores en un proceso en el que se ha ido sustituyendo plantilla con mas salario y derechos por otra con peores condiciones de trabajo. A cambio la empresa ha conseguido beneficios todos los años y una rentabilidad anual media del 22,13%. El costo total de la demanda realizada por los trabajadores representa el 6% de los beneficios conseguidos por la empresa en 2002 y un 1,6% de los costos salariales totales en dicho año.

La desigualdad tiene múltiples caras pero siempre afecta a los más débiles e indefensos. Desde 1990 vienen siendo una práctica extendida, en sectores como automoción, químicas, banca, eléctricas o metal, los pactos que incluyen una Doble Escala Salarial; condiciones económicas y laborales inferiores para trabajadores que tienen la misma categoría y realizan las mismas tareas. En nombre de la competitividad y del empleo se paga menos al operario de nuevo ingreso que no tiene poder de negociación y está en clara desventaja respecto del resto de la plantilla. La discriminación se intenta ocultar bajo diversas fórmulas; “salario de ingreso”, “remuneración de entrada a la empresa”, complemento personal compensatorio de la supresión de pluses, distintas condiciones para cobrar la antigüedad, o incluso directamente intentando justificarla en base a cláusulas relativas al empleo.

El objetivo es profundizar la precariedad laboral

A pesar del principio “a igual trabajo igual salario”, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha ido poco a poco ampliando las causas para admitir la Doble Escala Salarial; un plan de viabilidad, creación o mantenimiento del empleo, incluso un programa de inversiones. Sin embargo, todavía se vienen considerando contrarias al principio de igualdad las diferencias salariales derivadas de la fecha de ingreso y también las que distinguen entre contratos fijos y de duración determinada, siempre que no exista una causa o motivo razonable que justifique la diferencia.

Con estas prácticas discriminatorias se profundiza la dinámica de precarización laboral iniciada en 1985 con la modificación parcial del Estatuto de los Trabajadores que habilitó hasta 16 modalidades de contratación eventual, desligando la causa del contrato de la naturaleza del trabajo a realizar. Una disponibilidad de contratos atípicos cinco veces superior a la existente en la mayoría de los países de la UE lo que ha dado lugar a que registremos el triple de temporalidad.

Las reformas del PP, que el nuevo gobierno socialista deberá modificar radicalmente, han agravado esta situación; contratos cortos, rotación laboral abusiva, facilidades para contratar y despedir, interinidad permanente, disponibilidad insultante, arbitrariedad empresarial renovada, incertidumbre laboral normativizada.

Los sindicatos obreros tienen que oponerse a esta situación y a la lógica de un sistema económico que obliga a los trabajadores a competir entre sí en nombre de una productividad que no persigue satisfacer necesidades sociales sino aumentar los beneficios y la reproducción del capital privado.

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