De las asambleas de afiliados de los sindicatos de General Motors (GM) en Figueruelas (Zaragoza) celebradas el domingo día 2 de octubre, salió un rotundo rechazo al plan de ataques de la patronal, planteado como una condición para seguir fabricando eDe las asambleas de afiliados de los sindicatos de General Motors (GM) en Figueruelas (Zaragoza) celebradas el domingo día 2 de octubre, salió un rotundo rechazo al plan de ataques de la patronal, planteado como una condición para seguir fabricando el Meriva en la planta.

Ese plan ya contaba con la oposición de la CGT, que tiene 7 delegados en el comité. En la asamblea de CCOO, que cuenta también con 10 delegados, el rechazo de los afiliados alcanzó el 90%. Es significativo que el 72% de los afiliados de OSTA, un sindicato de corte nacionalista y que tiene 5 representantes en el comité, haya rechazado el plan patronal a pesar de que la dirección del sindicato defendía el sí. En la asamblea de UGT, con 13 delegados en el comité, ganó el sí con un 65%. La dirección de UGT defendía el sí, pero como declaró Fernando Bolea: “Las cuentas no salen, porque hemos dicho que respetaríamos la voluntad de la plantilla y no tenemos mayoría”, un claro reconocimiento de que su postura no va en sintonía con lo que piensa la plantilla. Entre los trabajadores el cabreo es generalizado y eso ha llevado a que los dirigentes sindicales de CCOO, ante el ambiente de las bases, tuvieran que defender el no.

Acumulación de cabreo

Y es que los trabajadores de GM no ganan para sustos. Apenas extinguidos los ecos del último ajuste laboral a nivel europeo, que supondrá la salida de 618 trabajadores entre prejubilaciones y contratos no renovados, otra amenaza se cierne sobre sus cabezas.

La situación financiera de la multinacional no es nada boyante. La pérdida de cuota de mercado, las ventas a pérdida en Estados Unidos así como aventuras especulativas como la compra de Saab o las millonarias retribuciones a sus ejecutivos han llevado a que las emisiones de deuda de la firma de Detroit coticen al nivel de los bonos basura.

En su afán de reducir costes, la empresa amenaza con trasladar la producción del próximo modelo del Opel Meriva que, hasta ahora, se venía fabricando en Zaragoza, a la planta polaca de Gliwice. Esto supondría, según ellos, la pérdida de 3.000 empleos directos. Para ello han organizaron una especie de “subasta” en la que ambas fábricas debían presentar sus propuestas para hacerse con el nuevo modelo antes del día 3 de octubre.

La dirección zaragozana, tras unas semanas jugando al escondite, presentó su plan el día 14 de septiembre. Como era de esperar, la pretendida “competitividad” debía alcanzarse a costa de los trabajadores: eliminación de la prima de participación, reducción a la mitad de la de competitividad, congelación de la antigüedad... serían sólo el aperitivo de lo que traería el próximo convenio colectivo (a partir de 2008): incrementos salariales de la mitad de la inflación, más externalización y flexibilidad, eliminación de 2 pausas diarias (20 minutos)... Todo con la excusa de que los polacos cobran menos de un 25% que los españoles.

Clásica táctica

del “divide y vencerás”

Ahora bien, examinando la situación más de cerca, vemos que mientras la factoría zaragozana tiene las instalaciones necesarias (ya fabrica el actual Meriva) y el personal cualificado, en Polonia sería necesaria una ampliación de la fábrica con una nueva línea, la formación del personal... en definitiva, una inversión importante que no parece muy probable que una compañía ahogada por las deudas esté dispuesta a afrontar. Por ello, si bien no podemos descartar totalmente la deslocalización, vemos que se trata de un chantaje evidente, en el que la empresa pretende atacar los derechos de los trabajadores de Zaragoza sobre la base de enfrentarlos con sus hermanos polacos. Es la clásica táctica del “divide y vencerás”.

Y los trabajadores han percibido claramente este chantaje: “No se puede empeorar nada. No podemos entrar en esa dinámica”, “un tema tan grave se quiere ventilar de la noche a la mañana”, o “nos jugamos el futuro de las pensiones. Así tendríamos que seguir trabajando hasta los 70 o 75 años” fueron algunas de las expresiones que se escucharon en las asambleas informativas que se celebraron en septiembre. La preocupación, pero también el rechazo a este chantaje fueron la tónica general de las asambleas, luego confirmado con la victoria definitiva del no el pasado día 2.

Por un plan de lucha

Ahora es necesario preparar un plan de lucha para hacer frente a una más que probable ofensiva patronal. Está claro que todos los trabajadores, sindicalizados o no, deben poder dar su opinión y participar en la lucha. Hay que mostrar rápidamente a la empresa que no se va a tolerar ni un solo ataque a las condiciones de vida de los trabajadores, y que vamos a defenderlas con movilizaciones e incluso con la huelga, si fuera necesario. También sería necesario coordinarse con los trabajadores de las empresas auxiliares, cuyos empleos también están en juego, así como con los vecinos de Zaragoza, en general, que depende en gran medida de la fábrica. Otro paso importante sería unificar la lucha con los trabajadores de Seat de Barcelona, cuyo empleo está siendo amenazado por la multinacional Volkswagen. También es necesario unirnos a los trabajadores de la planta polaca. Hay que evitar cualquier división en líneas nacionales.

Leo Flordelís

Zaragoza

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