En El Militante 191 informábamos de la victoria obtenida por los trabajadores de Laminaciones Arregui, SL, en Vitoria. El Juzgado de Vitoria-Gasteiz y después el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco han dado la razón a los trabajadores que deEn El Militante 191 informábamos de la victoria obtenida por los trabajadores de Laminaciones Arregui, SL, en Vitoria. El Juzgado de Vitoria-Gasteiz y después el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco han dado la razón a los trabajadores que denunciaron la situación de desigualdad que se vivía en la empresa con la existencia de una doble escala salarial.

Reproducimos un extracto de la entrevista con Arturo Val del Olmo, abogado que ha llevado el caso y que ha contribuido de forma determinante a conseguir una victoria muy importante, que sentará jurisprudencia.

Arturo fue secretario general de la UGT de Álava y miembro de las Comisiones Representativas durante los acontecimientos del 3 de marzo de 1976. Es autor del libro 3 de Marzo: una lucha inacabada, publicado por la Fundación Federico Engels. Aprovechamos para conversar con él, ahora que se cumple el 30 aniversario.

El Militante.— El Tribunal Supremo ha ratificado una sentencia contra la doble escala salarial dando la razón a 145 trabajadores de Laminaciones Arregui. ¿Cómo ha sido el proceso?

Arturo Val del Olmo.— En 1997 había 300 trabajadores en plantilla y la empresa estaba presionando para reducir los costos salariales. En lugar de plantear una reducción para todos, que implicaba resistencia y conflicto con los obreros, intentó que se aceptaran peores condiciones para los trabajadores de nuevo ingreso, de tal forma que al ir disminuyendo la plantilla más antigua irían sustituyendo empleo con más derechos por otro más precario. La empresa iba haciendo diversas propuestas: aplicar a los nuevos las tablas salariales del convenio provincial del metal (que eran bastante más bajas), alargar el periodo de prueba con un menor salario, y alternativas similares.

Al final, la plantilla fija, por falta de una dirección sindical que defendiese una postura clara en contra de la desigualdad y la discriminación, por miedo a que peligraran sus puestos de trabajo y por falta de información sobre los planes de la empresa, aceptó la vía de menor resistencia.

El año anterior se había declarado ilegal una escala salarial firmada en Nervacero (Bilbao), otra factoría del grupo, y la empresa propuso una fórmula nueva para introducir la desigualdad. Había un plus de asistencia que cobraban todos los trabajadores. Lo que hicieron fue suprimirlo para todos y mantenerlo, con el nombre de complemento personal en concepto de derechos adquiridos, sólo para los fijos. Así todos los que se iban incorporando después de marzo de 1998, fecha de la firma del convenio, ni cobraban el plus de asistencia ni el complemento personal. (...)

En tan sólo dos años la plantilla superó los 500 trabajadores, la mayoría de los cuales hacían el mismo trabajo pero cobraban distinto. El presidente del anterior comité de empresa, que había firmado el convenio en contra de su voluntad por haberse aprobado en asamblea, consultó con los sindicatos presentes en el comité (UGT, LAB, ELA, USO, CUIS) pero rechazaron denunciar la situación o dieron largas. Por eso el compañero, simpatizante de El Militante, me planteó el problema para su estudio y decidimos llevarlo adelante. 145 trabajadores jóvenes decidieron apuntarse y ahora están muy contentos porque han ganado el derecho a ser considerados igual que los demás y encima la empresa les tiene que pagar más de diez millones de euros, desde julio del 2002 hasta ahora.

EM.— ¿Qué repercusiones puede tener esta sentencia?

AV.— Conviene matizar el alcance que puede tener el recurso a los tribunales para defender los intereses de los trabajadores (...) porque en general buscan, y encuentran, alguna interpretación que justifique el recorte de derechos. Si añadimos que los sindicatos aceptan esta práctica o no tienen una oposición radical, comprenderemos por qué cada vez es más difícil conseguir frenar en vía judicial esta realidad (...).

La sentencia es importante porque reconoce el derecho de cada trabajador a reclamar que una cláusula del convenio que considera ilegal o contraria al principio de igualdad o discriminatoria, se le aplique de la forma en que establece la ley. (...) En este caso no podíamos impugnar la cláusula del complemento de personal pero sí exigir que se aplicase a todos, independientemente de la fecha de ingreso en la empresa. El inconveniente de esta fórmula es que se reconoce el derecho sólo a los que han reclamado, aunque es cierto que los que no lo han hecho tienen ahora mucho más fácil hacerlo, si bien sólo pueden reclamar un año de atrasos.

Cuando nosotros preparamos la demanda nos basamos en otras sentencias contra las dobles escalas, como la de Nervacero o la de Nissan. En ellas encontramos argumentos para fundamentar nuestra reclamación y ahora nuestra sentencia servirá de precedente para otras demandas de otras empresas. No obstante, hay que insistir en que la jurisprudencia establece que la desigualdad es válida si hay una causa razonable y una aplicación proporcionada, lo que requiere valorar cada caso concreto. En nuestro caso la empresa no ha podido demostrar que el complemento de personal estuviera justificado por la creación de empleo, aumento de las inversiones o crecimiento de contrataciones indefinidas y, por eso, la desigualdad basada en la fecha de ingreso en la empresa se considera ilegal.

EM.— ¿Cuál está siendo la postura de la patronal?

AV.— La patronal tiene ahora que pagar y si no lo hace deberá añadir los intereses de ejecución (...). Por otro lado, el convenio está sin firmar desde el año pasado, condicionado por esta sentencia. Cuando se conoció el resultado la empresa intentó incluir en la cláusula de vinculación a la totalidad una condición para que si en el futuro se declarase alguna cláusula nula se anulara la totalidad del convenio. Esta posición la ha retirado puesto que era totalmente ilegal y, dada la presión de los trabajadores, es posible que se llegue a un acuerdo admitiendo que de momento ha perdido esta batalla.

EM.— ¿Cuál ha sido la postura de las direcciones de los sindicatos de clase?

AV.— De alguna manera se han mantenido al margen como tales sindicatos. Hemos mantenido relación con los miembros del comité de empresa que eran a su vez demandantes, por estar afectados por la desigualdad. El Comité de Empresa ha apoyado la demanda llamando a la concentración de trabajadores ante el Juzgado de lo Social el día del juicio y el presidente testificó en el juicio a favor de los trabajadores.

Sin embargo, una vez conocida la sentencia han separado la negociación del convenio de la reclamación sin comprender, en mi opinión, hasta qué punto todo estaba totalmente vinculado. No pudimos informar en una asamblea de convenio porque la mayoría del comité consideraba que había que separar las dos cuestiones. Creo que nuestra intervención hubiera hecho más conscientes al conjunto de los trabajadores de lo que significa la doble escala salarial y de la importancia de combatirla y rechazarla sin concesiones.

EM.— ¿Puede afectar la sentencia a otros colectivos de trabajadores?

AV.— Dentro de la empresa ya hay nuevos demandantes: los que en su día no reclamaron y los que han entrado con posterioridad. Fuera de la empresa hay más escalas salariales de lo que se piensa, pero los trabajadores y los comités dudan, porque tienen que acudir a los tribunales y significa romper el precario equilibrio que mantienen en algunas empresas. Miran para otro lado y retrasan el enfrentamiento sin darse cuenta de que una vez que la empresa ha introducido una doble escala salarial seguirá insistiendo en nuevas medidas que siempre minan la unidad y solidaridad de la plantilla y que afectan, además, a los que tienen menos capacidad de defensa, porque son nuevos, o porque son mujeres, o porque son emigrantes, o por otras razones.

EM.— Este año se celebra el 30º aniversario de las luchas del 3 de marzo de 1976. Mirando hacia atrás y viendo el panorama político actual, ¿qué similitudes y diferencias ves?

AV.— Hace treinta años se creó en Vitoria, una provincia pequeña y de industrialización tardía, un poder obrero que cuestionó de raíz, durante dos meses, el dominio patronal y el entramado jurídico institucional a su servicio. La burguesía conscientemente llegó al asesinato porque nuestra fuerza era imparable. Existía el riesgo de que lo que estaba pasando aquí se generalizase y no podían permitir que nuestra lucha pusiese en peligro sus planes de reforma y cuestionase los intereses del capitalismo que estaban detrás.

La respuesta de más de cien mil personas, el 5 de marzo, en los funerales y de medio millón en todo Euskal Herria el 8, las condenas en todo el Estado y en todo el mundo, supusieron un impulso decisivo en la conquista de las libertades y hubiera servido para ir mucho más lejos si se hubieran sacado todas las conclusiones de nuestra lucha. Sin embargo, contradictoriamente, los dirigentes obreros fueron perdiendo la iniciativa política, renunciando a la ruptura democrática, pactando que los costos de la crisis económica recayeran principalmente sobre los trabajadores, aceptando una ley de punto final que corría un tupido velo sobre cuarenta años de franquismo, y legitimando un déficit democrático responsable de que hoy, treinta años después, no haya ni verdad ni justicia, ni para las víctimas del 3 de marzo, ni para todas las otras víctimas del franquismo (...).

El 3 de marzo se superaron los topes salariales, se reconocieron las asambleas y los representantes de los trabajadores, se readmitió a los despedidos, se potenciaron las asociaciones de vecinos frente a los primeros ayuntamientos democráticos, y el nivel de conciencia de los trabajadores superó décadas de atraso. Treinta años después, sin embargo, seguimos teniendo los mismos problemas y en muchos aspectos nuestras condiciones de trabajo han empeorado. Los datos estadísticos revelan el incremento constante de los ritmos de trabajo, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en favor de los beneficios empresariales, el aumento de la siniestralidad laboral por el incumplimiento sistemático de las leyes de seguridad por las empresas, las interminables cadenas de subcontrataciones, la falta de formación a los trabajadores, la precariedad en el empleo... El problema hoy, como ayer, es un sistema capitalista que antepone los beneficios, es decir, los intereses de unos pocos a los de la inmensa mayoría de la sociedad.

EM.— ¿Cómo se pueden cambiar las organizaciones obreras?

AV.— Una respuesta eficaz requiere orientación clara, formación y participación de los cuadros sindicales en una confrontación que se revela claramente ideológica. Hoy, que hay una actitud crítica hacia los dirigentes sindicales, actitud que comparto, no debemos olvidar que la existencia de los sindicatos es un derecho que nos hemos ganado a pulso, que como organizaciones obreras no son patrimonio de quienes las dirigen en cada momento y que merece la pena que las fortalezcamos, pero para hacer frente a una situación que requiere la organización, la unidad, la solidaridad y la lucha de todos. En este sentido el 3 de marzo representa recuperar métodos que nunca se debieron abandonar: las asambleas de fábrica, los objetivos compartidos por los trabajadores, la unidad de acción, la elección de los compañeros más validos, la extensión y generalización de las luchas.

(...) Los próximos años serán decisivos y sólo la organización y la profundización en las ideas nos puede permitir conseguir que las herramientas que tenemos sirvan a nuestros intereses y no a los del capital.

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