La sustitución de Aznar por Rajoy al frente del Partido Popular no va a representar cambios en cuanto a la cuestión nacional se refiere, tal y como ha expresado este último en su primer discurso al frente del PP. La política de represión y recorte de Eloy Val

Ezker Marxista-Gasteiz

En realidad, el recorte drástico de los derechos democráticos que representa la ilegalización de la izquierda abertzale, amparándose en la Ley de Partidos, va dirigida contra el conjunto de organizaciones de izquierda. Lo pudimos comprobar en las pasadas movilizaciones, en las que el Partido Popular utilizó las leyes aprobadas para mermar la libertad de expresión, de manifestación, el derecho de huelga..., contra los trabajadores de Sintel, las organizaciones sindicales, el Sindicato de Estudiantes y la izquierda en general. La defensa de los derechos democráticos nos concierne en primer lugar a la clase trabajadora y a la juventud.

El PP no podría aplicar esta política de no contar con el apoyo de la dirección del PSOE que a pesar de la profunda crisis que sufrió en Euskadi en su último congreso con la destitución de Nicolás Redondo Terreros por Patxi López ha seguido con la misma política de apoyo a la derecha. Este seguidismo del Partido Popular ha creado tensiones en el seno del PSOE que han transpasado el marco de Euskadi.

La estrategia del PNV

Esta falta de una alternativa de clase por parte del PSOE e IU trata de llenarla el PNV con el Plan Ibarretxe, que está muy lejos de ser un plan soberanista como proclama el PP y mucho menos secesionista. La burguesía vasca, que antes que nada mira sus beneficios no puede permitirse perder el mercado español. Su tirantez con la burguesía española busca tener voz propia en Europa para defender sus negocios pero, sobre todo, el Plan Ibarretxe busca mantener la iniciativa política en Euskadi, monopolizando el discurso y evitando por todos los medios que el tema central en discusión sea el recorte de los derechos democráticos a la clase trabajadora y la juventud más combativa.

Los marxistas estamos totalmente en contra del Plan Ibarretxe porque es una auténtica cortina de humo para tapar el recorte dramático de los derechos democráticos, que el PP y Garzón ordenan y el PNV y Balza ejecutan con celeridad.

El Plan Ibarretxe no tiene nada que ver con el derecho de autodeterminación. La tensión que alimentan tanto el PP como el PNV-EA tiene réditos electorales para la derecha española y sobre todo la vasca, que busca consolidar los votos recibidos de la izquierda abertzale a la que además le han arrancado las siglas, los locales, los medios económicos, la libertad de expresarse y los medios que tenían para ello como Egin y Egunkaria, los representantes, el programa y hasta el protagonismo como principal sujeto de la represión. Esto, en política, es como la bolsa que se pone en la cabeza del detenido para provocar el mayor sufrimiento. Una estrategia donde hay una división de papeles entre la burguesía española y la vasca. Entre el policía “malo” y el policía “bueno”. Los marxistas nunca hemos apoyado las ideas y los métodos de la izquierda abertzale pero estamos totalmente en contra de la represión que se ejerce contra ellos, represión que por otro lado hoy es contra ellos y mañana será aplicada al resto de organizaciones de izquierda y combativas.

La orientación estratégica al PNV de los dirigentes abertzales, reclamándoles un frente popular vasco, es de lo más desmovilizador y desmoralizante para sus militantes.

En un sector de la izquierda abertzale el Plan Ibarretxe está sembrando confusión ya que, con su orientación basada en las dos etapas (“primero la democracia vasca y luego el socialismo”) y su afán de llegar a acuerdos con el PNV, han rebajado de tal manera su programa, sobre todo desde la tregua de ETA y el Pacto de Lizarra, que han permitido a Ibarretxe recoger muchas de sus propuestas, con el fin de descafeinarlas aún más y ponerlas al servicio leal del Estado y la constitución burguesa.

Por una alternativa revolucionaria

En esta situación es inevitable que un sector esté buscando las ideas de Lenin y del bolchevismo, que son las únicas que pueden dar satisfacción a los derechos democrático-nacionales, vinculándolos a la lucha por la transformación socialista de la sociedad.

Por otra parte, la permanencia de Ezker Batua en el tripartido con el PNV-EA les hace corresponsables de la política de la derecha vasca. Cada día se ve más claro el fracaso rotundo de Madrazo al frente de la Consejería de Vivienda, un problema sangrante que no se soluciona porque un dirigente de EB-IU gestione una miseria de presupuesto en un mercado de especulación salvaje.

Hoy más que nunca en Euskal Herria hace falta una política marxista y revolucionaria que se apoye en la lucha consciente y organizada de la clase trabajadora y la juventud para luchar por los derechos democráticos y por el socialismo.

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