Después de un mes de movilizaciones continuas, todo indica que el convenio del Grupo Izar entró en su recta final tras la reunión de negociación del jueves 26. Aunque todavía se desconoce la situación exacta de la negociación (sobre todo la letra peqDespués de un mes de movilizaciones continuas, todo indica que el convenio del Grupo Izar entró en su recta final tras la reunión de negociación del jueves 26. Aunque todavía se desconoce la situación exacta de la negociación (sobre todo la letra pequeña, que es donde suele estar el intríngulis), sí se puede hacer ya un primer balance de la lucha.

Este convenio rompió la tónica de los convenios de los últimos años en la antigua Bazán, que eran un puro trámite. Para empezar, hubo un amplio calendario de movilizaciones que abarcó todo el mes de junio. También ha sido una buena escuela para los varios cientos de jóvenes trabajadores que ingresaron en la antigua Bazán entre 1999 y 2002. Pero además, toda la situación se entremezcla con la falta de carga de trabajo, que está motivando importantes movilizaciones de las factorías andaluzas (Sevilla, Puerto Real, San Fernando y Cádiz). Las provocaciones de la empresa también echaron leña al fuego en Cartagena, donde el traslado de un barco motivó un asalto al despacho del director de Carenas, y en la ría de Ferrol, donde la negativa de los trabajadores de Fene a aceptar 300 traslados a Ferrol llevó a que la empresa, aprovechando que el martes 17 estábamos de manifestación por las calles ferrolanas, intentase forzar los traslados llevando en lancha a seis trabajadores de Fene hasta Ferrol. El rápido retorno a la factoría de varios cientos de trabajadores impidió su atraque en los muelles y culminó con la ocupación del edificio de Dirección. Esta sucia maniobra acabó volviéndose en contra de la empresa, puesto que radicalizó a los trabajadores, lo que obligó al Comité de Empresa a ir más allá de lo que era su intención.

De hecho, la estrategia sindical diseñada, al menos en la factoría ferrolana, es digna de análisis. Tenía dos ejes básicos: no afectar a la producción (!) y no involucrar a las compañías auxiliares. Respecto al primero, sobran comentarios. Si la huelga es el principal instrumento de los trabajadores es precisamente porque nuestra capacidad colectiva para incidir en la producción es nuestro arma más eficaz. Respecto al segundo, es consecuencia lógica del primero, pero también está motivado porque el Comité de Empresa de Ferrol vive a espaldas de los trabajadores de compañías, no quiere saber nada de ellos y, por tanto, pedirles su apoyo para nuestro convenio obligaría moralmente a apoyarlos a ellos mañana.

La estrategia del Comité, sin embargo, era difícil de entender por la plantilla. De hecho, el martes 17, el mismo día del fallido desembarco, celebramos a primera hora una reunión de la Ejecutiva de la Sección Sindical de CCOO. La “gran” cuestión fue si para la manifestación conjunta con Fene del jueves 19 se utilizaba una de las horas de paro previstas para el día siguiente o las dos. Los críticos planteamos que el debate no era ése y que lo que había que hacer era incorporar a las compañías a la lucha y el jueves, antes de salir a juntarnos con los de Fene, hacer una culebra para vaciar totalmente la factoría, ingenieros incluidos, a fin de mandarle un mensaje claro a la empresa sobre nuestra disposición a la lucha. Como es habitual, la propuesta fue rechazada. Pocas horas más tarde, en la asamblea general celebrada tras el incidente de la lancha y la ocupación del edificio de Dirección, el Comité, presionado por el ambiente entre los trabajadores, se veía obligado a anunciar que el jueves se convocaría a las compañías. Al día siguiente, boca a boca también se extendió que se haría la culebra, aunque al final la culebra no fue tal, sino que se limitó a que varios miembros del Comité recorrieran un solo edificio, el de la Sala Técnica, mientras el grueso de los trabajadores esperaban concentrados sin ni siquiera saber lo que hacía el Comité. Y, por supuesto, no se obligó a ningún ingeniero a abandonar el puesto de trabajo.

La manifestación de ese día fue todo un éxito, con un gran ambiente de lucha que subió la moral. Sin embargo, a la semana siguiente no se elevó el nivel de las movilizaciones, más bien todo lo contrario. Las cosas no acababan de encajar. La normalidad volvía a las compañías, las movilizaciones eran pura formalidad... si el convenio estaba bloqueado, si las cosas estaban tan mal como decía el Comité, ¿por qué no se hacían movilizaciones más contundentes? Pues porque lo cierto era que sí había negociaciones, como se deducía fácilmente leyendo la prensa de otros sitios. Así, en El Diario de Sevilla del martes 24, el presidente del Comité de Empresa de Izar-Sevilla decía textualmente que la firma del convenio “es algo prácticamente consensuado con la empresa”. Al día siguiente, La Verdad de Murcia, en una noticia titulada “Siguen los paros en Izar pese a la posibilidad de un acuerdo cercano” informaba de que el presidente del Comité de Izar-Cartagena “mostró asimismo cierto optimismo sobre la posibilidad de que esta semana se pueda llegar a un principio de entendimiento con la empresa”.

Sin embargo, la última propuesta de la empresa es claramente insatisfactoria. Si el convenio al final quedase más o menos así, se saldaría con retrocesos —al menos para los trabajadores de la antigua Bazán—, alguno tan serio como la pérdida de una parte sustancial de las plazas anuales de ascensos o avances en la movilidad funcional y geográfica. Pero esto no tiene que ser así. Nuestra lucha ha conseguido mover las posiciones de la empresa, y si fuese más firme, involucrando a las compañías y buscando incidir sobre la producción, las haría mover todavía más.

30 de junio de 2003

Xaquín García Sinde

Comisión Ejecutiva CCOO Izar-Ferrol

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