La magnitud del saqueo que se está empezando a descubrir sobre la corrupción económica y política que tiene su origen en el ayuntamiento de Marbella es tremenda. El día después del arresto de la alcaldesa, el Ministro del Interior afirmaba que los bi La magnitud del saqueo que se está empezando a descubrir sobre la corrupción económica y política que tiene su origen en el ayuntamiento de Marbella es tremenda. El día después del arresto de la alcaldesa, el Ministro del Interior afirmaba que los bienes incautados “hasta el momento” superaban los 2.400 millones de euros (¡400.000 millones de las antiguas pesetas!). Fuentes policiales ya han afirmado que esta cifra se va a quedar pequeña.

Desde los medios de comunicación se ha señalado como a los culpables de toda lo sucedido a la alcaldesa, concejales y, sobre todo, el ex-gerente de urbanismo de Marbella, Juan Antonio Roca, dueño de la mayor parte de las propiedades incautadas hasta el momento de redactar este artículo. Evidentemente, también está implicado el ya muerto Jesús Gil, auténtico mullidor de toda esta trama.

Otros detenidos en esta “Operación Malaya” son acusados de ser testaferros y encubridores, sobre todo, del mencionado Roca. Ahora bien, ¿hasta qué punto no son o fueron los propios Roca y Jesús Gil meros testaferros de los grandes grupos constructores e inmobiliarios? Resulta impresionante que un puñado, una veintena, de personas sean acaparadores de miles de millones provenientes fundamentalmente de comisiones sólo en un pueblo (sin contar la fortuna de Jesús Gil, que “algo” creció también con este tipo de enjuagues).

¿Podemos preguntarnos si en ayuntamientos cercanos se han producido casos similares por no decir idénticos? En Estepona, Manilva, El Rincón de la Victoria, y un montón de pueblos de Málaga se han producido todo tipo de transfuguismo político vinculado al boom inmobiliario y a recalificaciones escandalosas de millones de metros cuadrados que han originado nuevas urbanizaciones, campos de golf y una sobresaturación de hoteles. Pero ¿esto sólo sucede en Málaga? Hace pocas semanas saltó la noticia del alcalde de Almuñécar (Granada) del Partido Andalucista, ante la última y escandalosa recalificación de terrenos agrícolas. En Murcia y la costa levantina hay montones de ejemplos más. Realmente hay que hablar de que, desde Huelva a Girona, el dinero de los especuladores, bancos, constructoras y mafias de lo más variopinto han hecho y desecho a su antojo en la vida política de los ayuntamientos.

En Marbella se pretende centrar la crisis en el antiguo gerente de urbanismo, Roca, pero ¿quién le pagaba a él? ¿Es que acaso Roca también está detrás de los indicios claros de corrupción detectados en Canarias, en Murcia capital, en Manilva…? Si Roca cobraba el 3% de comisión a la constructora de turno (o el 10%, da igual) ¿quién se llevaba el otro 97% o 90% de beneficios también fraudulento? Lo presenten como lo presenten aquí estamos ante el funcionamiento cotidiano, diario, regular… pero escandaloso, del capitalismo de todos los días. Por eso nos están metiendo a Marbella y a Roca todos los días: con sus cuadras de caballos, con sus palacetes en Madrid, con sus helicópteros, y hasta con los rugidos de su tigre: para que nos olvidemos de lo demás, del conjunto del capitalismo corrupto que busca el máximo beneficio caiga quien caiga.

Evidentemente, la situación era tan escandalosa que algunos de los sectores más inteligentes de la burguesía han presionado para sacar algo a la luz, utilizando a Marbella y a Roca como “cabezas de turco” y “chorizos” de turno. Pero todos sabemos que los chorizos se atan con cordel en largas, muy largas ristras. Y aquí la ristra llega y pringa a las grandes constructoras, empresas concesionarias de todo tipo, inmobiliarias y bancos que han consentido, participado y en el fondo inspirado este modo de actuar.

La desgracia es que la izquierda, lejos de dar ejemplo en los ayuntamientos en que gobierna, denunciar y tomar la iniciativa a la hora de movilizar activamente a los trabajadores frente a todos éstos que se están forrando a costa nuestra, en numerosas ocasiones ha participado en este tipo de enjuagues: ahí tenemos el caso del hasta hace poco secretario de organización de IU en Andalucía y alcalde de Camas (Sevilla) o el de los olvidados parlamentarios del PSOE de Madrid que fueron comprados por las inmobiliarias en las últimas elecciones regionales. Parece que en algún ayuntamiento de Murcia el mismo Roca tenía también relaciones con alcaldes del PSOE. Por no hablar de decenas y decenas de otros casos sospechosos que puntean toda la geografía ibérica.

Ahora mismo, dentro de todos los partidos de izquierda se vive una frenética actividad impulsada por las direcciones. Objetivo: ¿Una campaña estatal de manifestaciones para denunciar el escandaloso precio de la vivienda? No ¿Recogida de firmas contra los accidentes laborales y el empleo precario? No. En todos los pueblos y ciudades el punto central de la actividad gira alrededor de las próximas elecciones municipales. Desgraciadamente, se entra en todo tipo de demagogias, promesas, planes y programas “que van a resolver la vida de los ciudadanos”.

Se trata de una perspectiva falsa, porque la política municipal gestiona una parte mínima del presupuesto público. Una política honesta desde la izquierda debe consistir en decir la verdad: y la verdad es que los ambulatorios, guarderías, viviendas sociales, casas de cultura, cines, parques, becas, ayudas sociales, carreteras y mil carencias más que sufren nuestros pueblos y barrios obreros se conseguirán en una parte importante en la medida que se organice y movilice a los trabajadores afectados desde los propios ayuntamientos gestionados por la izquierda. Y otra parte fundamental de las demandas… no se conseguirán…, en el marco del capitalismo, porque vivimos una crisis estructural del sistema capitalista que pretende liquidar las conquistas sociales: eso es lo que estamos viendo en Francia o Alemania.

El no tener una alternativa de clase frente al capitalismo lleva a aceptar el funcionamiento de éste. El PSOE criticaba en la oposición el alza especulativa del boom inmobiliario. Dos años después de llegar al poder, los pisos son unos pocos de millones más caros. Ante la falta de presupuesto algunos alcaldes de izquierda se creen muy listos: “hay que saber vivir dentro del sistema. Yo he recalificado esos terrenitos y la promotora ha construido para el pueblo un pabellón de deportes. Eso es bueno ¿o no?” Qué listos. Algunos son tan listos, que hasta consiguen que la promotora les regale un piso (o dos, o más). Y claro, el roce hace el cariño, y pasa lo que pasa. Hay un principio básico que ha sido olvidado por muchos compañeros: quien paga manda.

Es hora de volver en los partidos de izquierda a los principios básicos. La política o resolución de nuestros problemas a nivel municipal es sólo una parte de la política estatal, y ésta de la internacional. Una organización de izquierdas, como el PSOE o IU, sólo le será útil a los trabajadores si les ofrece una explicación del mundo que les ayude a comprender cuáles son los principales desafíos a los que nos enfrentamos los jóvenes y trabajadores. Eso, y un programa alternativo claro que ilusione. Si una organización nos da ideas que nos ilusionen entonces haremos mil sacrificios para construirla, como en el pasado.

¡Cuánto arribista y trepa hay en nuestras organizaciones! Los hay, es la verdad: hay que echarlos ¿¡Cuántas veces nos tendremos que sonrojar ante próximas Marbellas que surjan!? ¿Y cuántas veces los trabajadores señalarán a los representantes de izquierda con el dedo diciendo? No hicisteis lo suficiente, ¿Por qué no lo denunciasteis antes? Eso también se gritaba en la manifestación de Marbella el pasado jueves 30 de marzo, señalando al PSOE y a la Junta de Andalucía: y es verdad. Nuestros cargos y representantes políticos tienen que dar ejemplo y compartir las aspiraciones de los trabajadores. Si alguno se cree que su larga colección de títulos universitarios y brillante currículo en el mundo empresarial le hace acreedor de un salario superior al de un obrero cualificado, que se vaya a la empresa privada: porque entonces lo que busca es su lucro privado, no trabajar para el partido o el sindicato.

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