Las elecciones 25 de mayo se han realizado en un ambiente de gran expectativa ante la posibilidad de que el PP pudiera sufrir un fuerte varapalo en las urnas. Las enormes movilizaciones que se han venido produciendo desde hace más de un año contra su Las elecciones 25 de mayo se han realizado en un ambiente de gran expectativa ante la posibilidad de que el PP pudiera sufrir un fuerte varapalo en las urnas. Las enormes movilizaciones que se han venido produciendo desde hace más de un año contra su política reaccionaria en diferentes frentes –la LOU, la Ley de Calidad, la huelga general del 20-J, la catástrofe del Prestige y últimamente la guerra contra Irak– abrían la posibilidad de una seria derrota del PP.

Tanto por parte de las organizaciones políticas de la izquierda como de la derecha se llegó a considerar el 25 de mayo como una especie de primarias de cara a las próximas elecciones generales de 2004, lo que provocó la implicación de los principales dirigentes políticos de todos los partidos. Por otro lado, el contenido de los mensajes en la campaña electoral estuvo más marcado por la política general que en otras ocasiones, aunque ni mucho menos perdieron su carácter de municipales y autonómicas, como se ha podido ver.

También se trataba de las primeras elecciones donde han sido prohibidas de la forma más antidemocrática más de 200 listas electorales en el País Vasco, con la excusa del terrorismo y en aplicación de la reaccionaria ley de partidos recientemente aprobada, lo que ha impedido participar a decenas de miles de personas en la llamada “fiesta de la democracia”. Esto introduce una gran distorsión en los resultados, y aunque el análisis y las conclusiones generales del conjunto del Estado también son aplicables al País Vasco, éste necesita un análisis específico.

La izquierda gana las elecciones

Es un hecho, aunque haya sido ocultado en los grandes titulares de los medios de comunicación, que el 25 de mayo la izquierda ha ganado las elecciones. El PSOE ha sido el partido más votado en las municipales, superando en 100.000 votos al PP, por más que la derecha se empeñe en aparentar lo contrario. En esta estrategia de ocultar lo ocurrido han llegado incluso a aplazar el resultado final de la Comunidad de Madrid hasta el último momento, tratando de minimizar el triunfo de la izquierda.

En la batalla electoral por Madrid, el PP pierde el gobierno autonómico, aunque consiguen mantener el ayuntamiento.

Sin embargo, también es cierto que esta victoria de la izquierda ha sido cosechada con unos resultados exiguos que no han respondido por completo a las grandes expectativas que se barajaban. La previsible debacle electoral del PP no se ha producido y el avance electoral de la izquierda ha sido pequeño.

Una de las conclusiones de estos resultados es que, contra todo pronóstico, el PP no ha sufrido el fuerte castigo electoral que se esperaba.

¿Por qué no ha sucedido esto? ¿Es que realmente no ha sido tan grande la contestación social al PP? Estas preguntas rondan en la cabeza de millones de jóvenes trabajadores que pasaron en la noche electoral de la alegría a la decepción. Pero de lo que se trata no es ni de llorar ni de reír, sino de comprender.

Para ello es necesario analizar la realidad tal como es, considerando que unas elecciones pueden ser un importante acontecimiento en la lucha de clases, pero sin olvidar que en realidad sólo son un fotograma estático de una película en movimiento, es decir, que hay unos cuantos fotogramas antes y habrá unos cuantos más después.

Aún siendo las elecciones un acontecimiento importante, ni es el único ni el más decisivo en la lucha de clases, y desde luego en este caso no lo es más que la huelga general o la movilización en la calle de millones de jóvenes y trabajadores contra la guerra y la complicidad del gobierno de Aznar en la matanza imperialista.

Los resultados electorales

En primer lugar, en estas elecciones municipales se ha producido un pequeño incremento de participación de 3,37 puntos porcentuales sobre las anteriores de 1999, pasando del 63,99% al 67,36%, y al mismo tiempo un pequeño retroceso de 2,62 puntos sobre las últimas generales de 2000.

Participación:

· Municipales-99 63,99% (21.491.984 votantes).

· Generales-00 68,71% (23.339.474 votantes).

· Municipales-03 67,38% (23.274.649 votantes).

Por tanto, la participación en estas municipales arroja 1.783.665 votos más que en las de 1999 y 64.825 votos menos que en las generales de 2000. Estos datos indican que el 25 de mayo la cifra de votantes fue prácticamente similar a la de las generales de 2000.

Sobre las anteriores municipales, el mayor incremento en la participación se da en Madrid provincia, donde el aumento es de 8,12 puntos, pasando del 60,86% al 68,98%, y el menor incremento, de hecho un retroceso, se da en Asturias, región donde se pasa del 64,11% al 62,17%, es decir, una disminución de 1,94 puntos. Asturias es la única comunidad donde ha habido un retroceso en la participación en las elecciones municipales de 2003 respecto a las de 1999, además de Ceuta (2,17 puntos) y Melilla (2,90 puntos).

¿Esa participación rompe la tendencia abstencionista entre los votantes de izquierda que habíamos observado en las últimas elecciones generales de 2000, donde la izquierda perdió 3 millones de votos hacia la abstención? (ver El Militante nº 130).

Veamos qué ha sucedido con la participación en algunas zonas con clara tradición de izquierdas y de derechas en el voto, tomando como referencia las que ya tomamos en 2000.

En Barcelona ciudad, Sarriá, zona tradicionalmente de derechas donde CiU y PP consiguen el 61,50% de los votos y la izquierda (PSC e IC) el 24,8%, la abstención fue del 34,81%. En Nou Barris, donde PSC más IC obtienen el 60,75% y el PP más CiU el 28,26%, la abstención fue del 45,66%, es decir, 10,85 puntos más de abstención en la zona de voto obrero.

En Cornellá, de fuerte tradición de izquierdas, donde el PSC más IC han conseguido el 68,54% de los votos, la abstención ha sido del 41,79%.

En el caso de Madrid, en Fuenlabrada, donde PSOE más IU consiguen el 65,90% de los votos, la abstención ha sido del 37,6%, mientras que en Majadahonda, donde el PP obtiene el 51,75% de apoyo electoral, ha sido del 26,77%, es decir, 10,29 puntos menos.

Por lo tanto podemos afirmar que la tendencia abstencionista que vimos en 2000 entre los votantes de izquierda no se ha roto todavía, si bien está disminuyendo.

Mientras que es innegable el aumento en la participación en las movilizaciones (huelga general del 20-J, Prestige, Guerra de Irak) en el terreno electoral no se rompe claramente con la tendencia abstencionista.

Esto indica que sigue habiendo un sector de jóvenes y trabajadores que no ve necesaria su participación en las elecciones, que no consideran que los partidos de la izquierda vayan a cambiar sustancialmente las cosas y entre los que sigue prevaleciendo la idea de que da igual quien gobierne, en este caso en su ayuntamiento o comunidad autónoma.

Las razones fundamentales para que se siga manteniendo esta situación son, por un lado, que las condiciones de la economía no son todavía excesivamente graves: mal que bien, todavía sigue habiendo empleo, aunque sea de mala calidad; las hipotecas son bajas, aunque los pisos tengan un precio desorbitado, y la idea de que la actual situación de menor crecimiento es un bache pasajero y que en poco tiempo la economía volverá a mejorar tiene un eco entre esta capa. Por otro lado, entre este sector existe una gran confusión ideológica, heredada del período anterior, con una tremenda carga de escepticismo hacia los partidos políticos, con la idea de que la derecha y la izquierda no se diferencian demasiado y al final todos defienden más o menos lo mismo.

A esto habría que añadir que realmente el tipo de mensajes y discursos por parte de los dirigentes políticos de la izquierda no ayuda a romper estas ideas sobre las que se sustenta la abstención de estos sectores.

Esta situación cambiará, pero será necesario algo más de tiempo y acontecimientos que muestren todavía más claramente la necesidad de acabar con el gobierno del PP. Esta perspectiva se producirá en la medida que la situación continúa empeorando para los trabajadores. En realidad, la anunciada recuperación económica continúa sin producirse y ya son un millón los hogares donde todos sus componentes están en paro, mientras que según las últimas encuestas la mayoría (55%) de los hogares españoles tienen dificultades para llegar a fin de mes.

Será fundamentalmente el deterioro en las condiciones de vida, unido a acontecimientos sociales y políticos, tanto de carácter nacional como internacional, que ayudarán a estos sectores a sacar conclusiones políticas avanzadas, lo que les hará ver la necesidad de participar en la actividad política y también en el frente electoral.

Se puede pensar que lo sucedido a lo largo del último año debería haber cambiado esta situación de forma más evidente, aunque de hecho el cambio ha comenzado porque la izquierda ha visto aumentar sus votos en estas elecciones. Al fin y al cabo, las elecciones no son el único indicador para medir este cambio, hemos visto centenares de miles de jóvenes participando en las movilizaciones, jóvenes que hasta no hace mucho tiempo apenas participaban en política, y que ahora sí han dado, en su mayoría, el voto a la izquierda.

Si ese cambio no se refleja en el terreno electoral de una forma más extensa y profunda también es debido a la poca ayuda que prestan para ello los actuales dirigentes políticos de la izquierda, que se muestran incapaces de entusiasmar a los millones de jóvenes y trabajadores que se están movilizando. Pero el vaso se está llenando y en uno u otro momento veremos como una sola gota lo desborda, sorprendiendo todo el mundo.

La derrota, dulce, del PP

La derecha ha considerado los resultados como una victoria, ya que no han sufrido el batacazo electoral que ellos mismos pensaban que se iba a producir.

El PP (más UPN) obtiene 7.872.934 votos, lo que significa 438.799 más que en las anteriores elecciones municipales y 0,60 puntos menos de apoyo, al haberse incrementado la participación un 3,37%, es decir, que prácticamente mantiene su apoyo electoral con respecto a las anteriores municipales. Este resultado le lleva a perder 1.337 concejales, pasando de 24.623 a 23.286. El incremento de votos del PP se da principalmente en los municipios de la provincia de Madrid, donde aumenta 1,19 puntos (247.874 votos, de los cuales 139.343 corresponden a la ciudad de Madrid, es decir, a Gallardón). Donde más porcentaje han conseguido incrementar es en Asturias, donde suben 5,38 puntos (30.658 votos), favorecido por el aumento de la abstención en los municipios de esta comunidad. Aquí vemos también el peso que ha tenido la política municipal y autonómica llevada a cabo por el PSOE, privatizando servicios públicos, y que ha sido contestada socialmente en este período, lo que sin duda habrá ayudado a ese incremento de la abstención.

En Andalucía, aunque pierde 0,31 puntos, el PP gana 38.214 votos, lo que le permite ganar la alcaldía de Granada y mantener las que ya tenía. En Baleares gana 33.214 votos (1,74 puntos) y en las autonómicas consigue la mayoría absoluta para formar gobierno. Pero, al mismo tiempo, el PP pierde 6.029 votos en el conjunto de los municipios de Extremadura (1,73 puntos) y 3.455 en los de Castilla-La Mancha, perdiendo la mayoría absoluta en Guadalajara.

Y por supuesto pierde votos en los municipios de Aragón, donde baja 7,6 puntos y 28.842 votos, y de Galicia donde pierde 3,88 puntos y 14.784 votos.

En Aragón esto le lleva a perder la alcaldía de Zaragoza, y es una consecuencia directa de las movilizaciones contra el Plan Hidrológico, que tienen su otra cara en Murcia, donde ha aumentado su apoyo electoral en casi 3,23 puntos y 40.000 votos.

En Galicia han conseguido evitar una debacle electoral, aunque esto no significa que no hayan sufrido una pérdida de votos y que el desastre del Prestige y la enorme contestación social que hemos visto durante estos meses haya pasado sin pena ni gloria, como se esfuerzan en presentarnos los medios de comunicación de la burguesía. La realidad nos dice que no ha sido eso lo que ha sucedido: la catástrofe del Prestige y las movilizaciones sí han tenido efectos importantes en estas elecciones.

Los marxistas siempre basamos nuestros análisis y conclusiones en la realidad, tomándola como es y viéndola en su desarrollo. Veamos pues cuáles han sido realmente los resultados electorales en Galicia de una forma más detallada.

En estas elecciones, la izquierda (PSOE, BNG e IU) gana casi 100.000 votos, pasando de 699.762 votos en 1999 a 797.597 en 2003, mientras que el PP baja de 710.000 a 695.540. En 1999, el PP le sacaba 10.562 votos al conjunto de la izquierda; por el contrario, ahora la izquierda le sacó 102.057 votos al PP.

Pasar de superar en 10.562 votos a la izquierda a ser superado por ésta en más de 100.000 es un cambio considerable, aunque nos hubiera gustado que fuese mucho mayor. De ahí que afirmar que la catástrofe del Prestige no sólo no ha perjudicado electoralmente a la derecha, sino que incluso les ha beneficiado –como dicen algunos dirigentes del PP– es una gran mentira y una solemne estupidez, que sólo tiene como objetivo intoxicar y falsear los datos reales de cara a la opinión pública.

Para esta falsificación de sus resultados negativos en Galicia se apoyan en que mantienen la alcaldía de Ourense y que en los pueblos más conocidos de la Costa da Morte mantienen la mayoría porque han podido parar con subvenciones el deterioro electoral, y así, de paso, presentan al pueblo gallego como un conglomerado de súbditos dóciles y sumisos, tratando de ocultar el carácter combativo de un pueblo cuyas extraordinarias y ejemplares movilizaciones de los últimos meses han sido una inspiración para el resto del Estado.

La derecha trata de esta manera que algunos resultados electorales incompletos y tergiversados aparezcan como lo más importante y definitivo del auténtico ambiente social en Galicia, en lugar de las movilizaciones que han convulsionado a todo un pueblo y que han influido entre los trabajadores y la juventud del conjunto del Estado. La auténtica realidad es que el deterioro electoral del PP se ha producido en Galicia de una forma más acusada que en otros sitios y continuará en el próximo período.

Todos los datos anteriores nos ayudan a evaluar la situación de la derecha, del PP y su evolución, que no está determinada exclusivamente por estas elecciones, sino también por el resto de acontecimientos y especialmente los que han sacudido a la sociedad a lo largo del último año.

Podemos decir claramente que el PP ha sufrido un desgaste, pero al mismo tiempo tenemos que reconocer que ha conseguido mantener globalmente su respaldo electoral.

La principal razón para ello es que sigue pesando el período anterior, el hecho de que en los últimos años un sector de la sociedad, especialmente las capas medias, hayan hecho buenos negocios, especulando en Bolsa, con la vivienda y manteniendo un nivel de ingresos que les ancla en el apoyo al PP.

Pero también hay razones ideológicas y políticas para que el PP haya mantenido su apoyo electoral. Aznar ha llevado a cabo una campaña muy agresiva con la izquierda, ha sacado su batería ideológica más reaccionaria: el apoyo al imperialismo USA, la criminalización de los inmigrantes, el incremento de la represión, la defensa de la “España, una, grande y libre”...

Este discurso tenía el sentido de trasmitir a su electorado una imagen de confianza y firmeza, y en la actual situación ha dado un buen resultado, de cara a mantener prietas sus filas ante la amenaza de “que vienen los rojos”, “los social-comunistas”.

Los mensajes de cara a los pequeños propietarios, comerciantes, profesionales, etcétera, eran claros: combatir la inseguridad ciudadana aplicando mano dura y represión, empezando por los inmigrantes. Es lo mismo que en otros países de Europa ha permitido crecer a la extrema derecha, y que en el caso del Estado español rentabiliza y agrupa el PP.

En una situación como ésta, hubiera sido decisivo que los dirigentes políticos de la izquierda hubieran respondido, por lo menos, con la misma firmeza y seguridad, presentando un programa claro de cambio social. Sólo así se puede agrupar y entusiasmar a la izquierda y conseguir atraer a las capas medias. Sin embargo, los dirigentes reformistas, en su búsqueda permanente del famoso “voto de centro”, aguan constantemente sus programas y sus discursos, y eso evidentemente no ayuda a romper con esa situación.

El avance de la izquierda

El PSOE, con 7.972.995 votos, aumenta en 676.511 votos (0,45 puntos) con respecto a las anteriores elecciones municipales, lo que le permite aventajar en unos 100.000 votos al PP y obtener 1.998 concejales más que en 1999, pasando de 21.917 a 22.915. Su principal incremento de votos se da en los municipios de Madrid, donde consigue 191.540 más (0,57 puntos más que en 1999) y donde obtiene porcentualmente el mayor incremento es en Aragón, con 4 puntos más (46.891 votos). Además ha conseguido, junto con Izquierda Unida, arrebatar al PP la Comunidad Autónoma de Madrid.

Pero al mismo tiempo que ha conseguido estos avances y afianzar sus posiciones, sobre todo en Castilla-La Mancha y Extremadura, en unas condiciones muy favorables, ha sufrido algunos retrocesos de cierta importancia: en Asturias pierde 24.459 votos (3,58 puntos) y en Cataluña pierde 13.853 (4,15 puntos).

En el caso de Cataluña, se ha producido claramente, junto a este descenso del PSOE, un claro ascenso de IC, que aumenta 108.253 votos, llegando a los 338.268, lo que expresa una clara crítica por la izquierda al PSOE.

Este resultado tan escaso, ante las grandes expectativas que se habían creado, es lo que provocó que cundiera una sensación de derrota en la sede del PSOE durante la noche electoral, a pesar de haber ganado globalmente las elecciones.

La realidad es que el avance no ha sido homogéneo: han perdido capitales de provincia como Granada o Burgos, han ganado otra (Zaragoza); en Madrid han perdido municipios importantes como Móstoles, pero han ganado otro como Alcorcón; pierden la mayoría absoluta en la Comunidad de Asturias y en algunas ciudades importantes, y en el ayuntamiento de Madrid no sólo no consiguen desbancar al PP, sino que éste aumenta la diferencia.

Zapatero no se cansa de repetir que han parado la caída de votos y que el equipo que él dirige ha conseguido ganar las primeras elecciones de carácter estatal en que han participado. Todo esto es verdad, pero es claramente insuficiente.

Efectivamente no ha sido suficiente sumarse a las enormes movilizaciones para conseguir el objetivo electoral de derrotar rotundamente al PP.

Esta vez los dirigentes del PSOE han mostrado durante la campaña una mayor beligerancia verbal contra la derecha, aunque casi siempre para responder a los ataques que le lanzaba el PP. Pero aun así, siguen primando los mensajes abstractos, ambiguos, que no ayudan a aclarar la confusión existente entre algunos sectores, ya que si bien un día denuncian el carácter reaccionario y represivo del PP, al día siguiente piden más policías contra la inseguridad ciudadana. Zapatero sigue ofreciendo día sí y día también pactos de Estado y consensos al PP sobre el primer tema que surge, sea la delincuencia, la emigración, la vivienda, etc. Para él, todo son cuestiones de Estado que deben ser resueltas por consenso.

De Zapatero sabemos que pretende un mundo mejor, donde todos nos llevemos bien y lo decidamos todo democráticamente y por consenso, dialogando. Pero, ¿qué más? Así es difícil entusiasmar a los jóvenes y los trabajadores que han estado en primera línea de las movilizaciones, y aunque éstos seguramente sí han ido a votar, no es suficiente, ya que no ha conseguido conectar con el sector más pasivo, que se ha abstenido.

Estas declaraciones de los dirigentes de la izquierda, que además se unen a la política real que aplican en las comunidades autónomas y ayuntamientos donde gobiernan y que muchas veces se enfrenta a los intereses de su base social, como en el caso de Asturias, ha pesado en estas elecciones.

La pérdida de votos en los municipios catalanes revela una crítica importante a la política de la dirección del PSOE. Seguramente a ello no será ajena la nefasta posición de los dirigentes socialistas en lo referido a la cuestión nacional en Euskadi y el apoyo a la ley de partidos políticos. Las alianzas constantes con el PP en este terreno no son plato de buen gusto para una gran parte de la base socialista y de la izquierda en Cataluña.

Algunos dirigentes del PSOE, los menos, están empezando a hablar de que es necesario presentar un discurso más claramente de izquierdas, mientras que otros, los más, siguen empeñados en que la solución a sus dificultades se solucionarán ganando el voto de centro e incluso de la derecha, como ha llegado a afirmar José Bono. Estas discrepancias, todavía muy tímidas, son sólo síntomas de los debates que se darán en el futuro.

En el caso de Izquierda Unida, exceptuando Cataluña, los resultados son bastante pobres. IU, junto a las coaliciones que conforma en distintas zonas, incluyendo a IC en Cataluña, obtiene 162.552 votos más que en 1999, de los que 108.253 corresponden a la coalición en Cataluña. Sólo aumenta claramente en el caso de Euskadi (38.780 votos más), un avance de 3,52 puntos, que en gran medida responde a una parte del anterior voto a EH, del que no sólo se ha beneficiado el PNV. Al mismo tiempo hay que señalar que la actual política de IU en Euskadi choca con la postura de IU en otras zonas y de importantes sectores de la dirección.

Este avance de IU en Euskadi es un dato positivo, que ahora sería necesario consolidar y desarrollar, ya que no es la primera vez que en los últimos tiempos IU ha aumentado en Euskadi su apoyo electoral y lo ha perdido casi con la misma rapidez. Es evidente que sería un tremendo error, y al final un suicidio, situarse en el llamado “bloque constitucionalista” capitaneado por el PP y del que forma parte vergonzosamente el PSOE, pero la alternativa no está, como en estos momentos hace la dirección de IU en Euskadi, en aliarse con el PNV, el partido de la burguesía vasca.Sólo con una política de independencia de clase, defendiendo un auténtico programa socialista junto a los derechos democráticos, que hoy están siendo aplastados por el gobierno del PP y utilizados demagógicamente por el PNV, se podrá construir una auténtica alternativa revolucionaria en Euskadi y en el resto del Estado.

Por otra parte, IU retrocede en votos en otras zonas. Uno de los casos más llamativos es el ayuntamiento de Madrid, y si bien es verdad que los verdes le han restado votos, esto no agota el problema, ya que pone de relieve la debilidad de IU. Si cualquier “Mendiluce” que se presente es capaz de provocar una caída de votos en IU, esto pone en evidencia que el problema hay que buscarlo en las debilidades del programa, la táctica y la orientación general.

Conclusiones

Tras estos resultados electorales, la derecha se siente fuerte de nuevo. Pero esa fortaleza en realidad es bastante frágil. Antes de las elecciones, el gobierno tuvo que guardar en el congelador toda una serie de medidas que quería aplicar, como la reforma de las pensiones. De hecho, ellos sabían que pretender un recorte en las pensiones sería otro foco de enfrentamiento que les podría perjudicar electoralmente.

No se puede descartar que una vez más cometan el error de creerse sus propias mentiras y confundir los deseos con la realidad. Una cosa es que, por las razones que hemos explicado, hayan podido solventar estas elecciones sin un batacazo, y otra muy distinta es que no haya una fuerte respuesta ante nuevos ataques.

Teniendo en cuenta que para las próximas elecciones generales queda menos de un año, no faltarán las voces dentro del gobierno que aconsejen no provocar nuevos enfrentamientos antes de las elecciones, ya que ni mucho menos el PP puede dar por segura su victoria en las generales de 2004.

No obstante, en estos momentos no se podría descartar ninguna de las dos posibilidades. Las perspectivas también están condicionados por el deterioro de la situación económica, como sucede con el resto de Europa, aunque lo cierto es que pueden tener unos pocos meses de margen.

Los resultados electorales han reflejado la enorme polarización social que existe en nuestro país. Después de años de paz social, las movilizaciones de los últimos 24 meses han cambiado el panorama. Sin embargo, estos resultados también han puesto de manifiesto las enormes debilidades de la política reformista de los dirigentes de la izquierda. Cuando han tenido las mejores condiciones de los últimos años para haber conseguido una rotunda y clara victoria electoral sobre el PP, han sido incapaces de hacerlo.

Estos dirigentes siempre suelen culpar a los trabajadores de sus propios fracasos. Les hemos estado oyendo decir, durante años, que el problema fundamental era que los trabajadores no se movían, que los jóvenes no luchaban, como si en esa ecuación ellos, que son la dirección del movimiento, no existieran, no tuvieran la principal responsabilidad. Ahora que hemos asistido a huelgas generales, manifestaciones masivas, etc., ya no pueden seguir repitiendo lo mismo; sin embargo, cambiarán la letra, pero seguirán con la misma melodía: les oiremos decir de nuevo que la culpa de los escasos resultados electorales es de los jóvenes y de los trabajadores que no han ido a las urnas a votarles. Una vez más, estos dirigentes considerarán que no tienen ninguna responsabilidad para que eso haya sucedido.

Lo más importante, sin embargo, es que en este último año decenas de miles de jóvenes y trabajadores han participado muy activamente en la política real, han luchado contra la injusticia que provoca este sistema, contra la privatización de la enseñanza, contra el decretazo, contra la guerra imperialista, y esto es lo que marcará el próximo período.

La experiencia vivida ha dejado un poso profundo que ayudará a sacar conclusiones avanzadas a miles de trabajadores y jóvenes. Es esta nueva realidad de la lucha de clases la que permitirá que las ideas del marxismo, del socialismo revolucionario, encuentren un eco cada vez mayor. En esta perspectiva, las condiciones para desarrollar una alternativa revolucionaria serán las mejores de las últimas décadas.

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