Hipócritamente, el PP y la vieja calaña franquista amenazan con salir de procesión contra la reforma educativa del gobierno. Y va a ser la cuarta de los últimos meses. Porque, como de todos es sabido, entre el “problema” vasco, los gays y sus bodas,Hipócritamente, el PP y la vieja calaña franquista amenazan con salir de procesión contra la reforma educativa del gobierno. Y va a ser la cuarta de los últimos meses. Porque, como de todos es sabido, entre el “problema” vasco, los gays y sus bodas, el archivo de Salamanca y sus papeles y, ahora la LOE, “se rompe la unidad de España”. Las organizaciones educativas vinculadas al PP, junto con un puñado de obispos, ya han anunciado que saldrán a la calle contra la reforma de Zapatero. De todas formas, los ladridos histéricos y aburridos de la derecha no convencen a nadie, salvo a ellos mismos, y no son más que un puñado de mentiras esgrimidas de la forma más hipócrita posible.

La LOE: un nuevo ataque

a la educación pública

De hecho, el Gobierno del PSOE, en el punto central del problema del sistema educativo, la privatización de la educación pública, se pliega de forma escandalosa a los intereses de la gran patronal: concertación de la 2ª etapa de infantil, discriminación por razón de sexo, pago del chantaje por escolarizar a inmigrantes, suavización de la posibilidad de suprimir conciertos... Son sólo algunas de una batería de cuestiones que suponen, en definitiva, un serio ataque a la educación pública. El Gobierno, con la permisividad de los dirigentes de los sindicatos CCOO y UGT y de la confederación de padres CEAPA, trata de presentar esta ley como progresista y como la primera ley que va acompañada en la historia por financiación. Nada más lejos de la realidad: la memoria económica que ha presentado el Ministerio de Educación es absolutamente insuficiente, no recoge los 19.000 millones de euros que las administraciones han dejado de invertir en la educación pública desde 1993 y, además, un tercio del dinero anunciado irá a manos de los empresarios de la educación privada. Por otro lado, medidas contundentes para acabar con el fracaso escolar como la reducción del número de alumnos por aula, que el gobierno había prometido, no son ni siquiera mencionadas en la ley. Además, la LOE mantiene en la práctica los itinerarios segregadores que quiso imponer el PP. Es cierto que no va a haber reválida, pero el objetivo estratégico de endurecer los estudios superiores se mantiene con el endurecimiento de la selectividad y del acceso a la universidad, sin olvidar que aún están en la recámara los llamados Planes de Bolonia, que van precisamente en esa línea dentro de la universidad pública. Por si fuera poco, en contra del sentimiento mayoritario de la comunidad educativa, se mantiene la religión en las aulas.

Sólo nos queda la calle

La educación es un punto central dentro de los planes de la burguesía. Por eso, una de las principales intenciones de la derecha en los ocho años que estuvo en el poder era el desmantelamiento total de la escuela pública: no podemos olvidar la LOU y la frustrada Ley de “calidad”. Es por ello que, ahora, su amenaza de hacer una “gran” manifestación contra la LOE, en caso de producirse, debe ser respondida de inmediato. No podemos tolerar ni una sola provocación más por parte de quienes defienden que sólo unos pocos deben tener acceso a una educación de calidad, de quienes defienden una educación rancia y basada en la moralina cristiana, y puestos de trabajo de miseria, con condiciones laborales deplorables para la mayoría de los jóvenes y los hijos de los trabajadores. El PSOE trata de labrar un estilo conciliador y de talante, trata de presentar una ley educativa “consensuada” con todos, incluyendo a la derecha. Y eso es imposible. La derecha y la burguesía son insaciables. Pero en el caso de que el PP y sus acólitos salgan a la calle, desde la comunidad educativa debemos responderles contundentemente: el Sindicato de Estudiantes propone responder en la calle cualquier intento de la derecha de atacar a la educación pública.

La respuesta histérica del PP, la jerarquía eclesiástica, etc., demuestra que para derrotar a la derecha no vale plegarse a sus planteamientos, en busca de un imposible consenso. El único acuerdo aceptable para el PP sería la claudicación absoluta de la izquierda. Hace falta aplicar una genuina política de izquierdas que apueste claramente por la educación pública: nada más y nada menos que cumplir las demandas que la comunidad educativa exigimos en las movilizaciones contra la derecha de los últimos cursos. Pero como hemos visto, la LOE del gobierno no defiende la educación por la que habíamos luchado, por eso el Sindicato de Estudiantes convocará este otoño movilizaciones por la retirada de la LOE y por la elaboración de una verdadera reforma educativa en beneficio de los hijos de los trabajadores.

Manuel de la Fuente

Ejecutiva Estatal del

Sindicato de Estudiantes

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