La política de reducción de trabajadores viene de antaño aquí en Renfe, como demuestra el hecho de que en 1963 la plantilla estaba compuesta, nada más ni nada menos, que por unos 130.000 trabajadores. Es a partir de esa época que empieza la cuenta atPedro Martínez

Sindicato Ferroviario · Murcia

La política de reducción de trabajadores viene de antaño aquí en Renfe, como demuestra el hecho de que en 1963 la plantilla estaba compuesta, nada más ni nada menos, que por unos 130.000 trabajadores. Es a partir de esa época que empieza la cuenta atrás, dado que se fueron cerrando de forma masiva los depósitos de máquinas de vapor, estaciones, brigadas de vías y obras, talleres, economatos, servicios de material remolcado, personal de trenes... Es decir, se fueron suprimiendo dependencias, servicios, grupos y categorías profesionales.

A partir de esas fechas hasta finales de los setenta se clausuraron cantidad de dependencias y servicios ferroviarios y se eliminaron las últimas queridas máquinas de vapor. Así, fue bajando el personal hasta los años 1982-83 en los que con la reducción se llegó a unos 73.000 trabajadores. Sin embargo, en estos años, fruto de la presión sindical de la época, la plantilla subió ligeramente a 76.000 agentes ferroviarios.

Cierre de líneas

A partir de ahí, empezó otro duro declive con la época de gobierno de Felipe González, en la que tantos pusimos nuestra ilusión y que sin embargo fue el gobierno que más atacó los derechos de los trabajadores ferroviarios. Era la época de los cierres de líneas del ministro Enrique Barón, que aparte de otras líneas menores cerró dos que desde el punto de vista geopolítico y social suponían una de las barbaridades más grandes que se pueden cometer. Una fue la línea de Almendricos a Guadix, que enlazaba Levante y Catalunya en su línea natural con Andalucía, y que en lugar de arreglarla y ponerla en condiciones de circular de forma decente, la cerraron. Simplemente hay que mirar un mapa de líneas ferroviarias para ver que para ir por ferrocarril de Murcia a Granada se tiene que hacer un semicírculo yendo a Alcázar de San Juan. Eso no tiene otra explicación que los intereses privados de Enrique Barón, sus familiares y amigotes con las empresas de transporte privado por carretera. La otra línea cerrada fue la famosa Ruta de la Plata que iba desde Sevilla hasta Astorga, pasando por Badajoz, Cáceres, Salamanca y Zamora entre otras poblaciones de importancia.

Luego vinieron Julián Valverde y Damián Navascuez, que fueron los años más duros de reconversión en todas las empresas públicas, y empezó la cuenta atrás para el personal de Renfe.

Privatización de servicios

Estos directivos iniciaron la separación de la empresa en un nuevo organigrama empresarial, dividiendo Renfe en lo que llaman Unidades de Negocio. Estas Unidades son “de hecho” empresas independientes, con su personal, contabilidad, etc. En esta situación se encuentran, entre otras, Cercanías, Grandes Líneas, Regionales, AVE...

Todo esto tiene la única finalidad de preparar el terreno para la privatización por sectores. De hecho, ya hay muchos servicios complementarios que están privatizados a través de las contratas ferroviarias, que luego vienen las clásicas subcontratas de las subcontratas como son mantenimiento de infraestructura, servicios de limpieza, seguridad de vigilancia, etc., con la esclavitud e inestabilidad de sus trabajadores.

Así llegamos hasta el año 1996 en el que la derecha gana las elecciones y que, evidentemente, sigue exactamente con la misma filosofía neoliberal que ya iniciaran los anteriores gobiernos, pues permanecen los mismos individuos en la dirección de la empresa. Dice bastante en contra de los gobiernos de González el que con el nuevo gobierno del PP en Renfe no cambian ni un ápice ni las personas ni la política, si exceptuamos un pequeñín cambio de maquillaje, saliendo de la Presidencia Mercé Salas y entrando Miguel Corsini, que a la sazón era director de relaciones internacionales.

Por supuesto quedan todos los demás. Así, el que parte el bacalao, Juan Fernández, que como los camaleones cambia el color de su piel y se adapta a cualquier color del partido que venga a gobernar, sigue en su puesto de director general de recursos humanos, hasta el día de hoy. Por tanto, prosiguen con los EREs (Expedientes de Regulación de Empleo); la política de recortes de derechos laborales a todo el personal, y, por supuesto, la reducción paulatina de plantilla.

Así nos encontramos, ahora que andaremos por los 32.000 trabajadores, que el plan que pretenden aplicar es el de reducir otras 1.500 personas en dos años.

Esta reducción de plantilla es siempre “sin traumas”. ¿Qué quiere decir esto? Que es voluntaria y previa petición de los trabajadores, que además tienen que reunir unos requisitos, entre otros, haber cotizado a la Seguridad Social 35 años y tener cumplidos 58 años.

La actitud de los sindicatos mayoritarios es totalmente antidemocrática, pues ni tan siquiera nos informan detalladamente de estos acuerdos que han firmado, cuando son tan trascendentales para los trabajadores. Estos dirigentes de CCOO y UGT actúan absolutamente desligados de las bases trabajadoras, sin dar cuenta de sus acciones.

En principio, me parecen bien las prejubilaciones. Cualquier acuerdo que favorezca el que los trabajadores se puedan jubilar anticipadamente de forma digna, así como que se pueda trabajar a media jornada para quien lo desee en condiciones dignas también, es un avance pero sólo si va engarzado con una política de empleo y relevo de la plantilla, es decir, que vayan entrando nuevos trabajadores jóvenes y que nuestros hijos se vayan incorporando al mundo del trabajo de una forma digna para poder vivir.

No podemos aceptar más reducciones

Es aquí donde reside la gravedad de esta nueva reducción de plantilla para los trabajadores de Renfe. El problema no está tanto para el que se jubila, pues las condiciones no son del todo malas. Aquí lo malo es que no hay nuevos ingresos de personal, con todas sus consecuencias negativas para dar un servicio público de calidad a toda la sociedad. Y por otro lado, no podemos olvidar que los puestos de trabajo que se están perdiendo son patrimonio de todos los trabajadores. La firma y aceptación de estos acuerdos roba el puesto de trabajo a los jóvenes que entran en la edad laboral. ¿Dónde van a trabajar nuestros hijos? Este es el gran crimen del capitalismo, que nada más hace que suprimir puestos de trabajo y salarios dignos, ofreciendo a los jóvenes los contratos basura o directamente el paro; es decir, te dan dos opciones, unas migajas de pan o hambre.

Renfe no es el único caso. Telefónica va a reducir la plantilla en otros diez o doce mil puestos de trabajo. Esto es un auténtico drama para todo la sociedad, afectando a miles de trabajadores que no pueden incorporarse al mundo laboral para vivir dignamente como tienen derecho. Y ante todo esto no podemos estarnos callados.

Y es que el cinismo y la hipocresía de la clase burguesa dominante, no tiene límites ni unidad de medida que las mida. Por un lado tenemos, un mundo de ficción dibujado por sus órganos de propaganda, televisión, radio y prensa escrita, porque de todos son ellos sus propietarios. Y al otro lado, vivimos la clase trabajadora, es decir, los miles de millones de ciudadanos, con la cruda y amarga realidad de los duros ajustes diarios de los gobiernos capitalistas. No hay nada más que ver las mejoras que nos proponen los propietarios del mundo, esos que llaman ahora los del G-8. Proponen reducir gastos en los servicios públicos que usamos todos los ciudadanos, para que ellos puedan acumular miles de millones y tener sus privados y privativos aviones, trenes y barcos con formas de palacios en movimiento; sus privados y privativos lujosos servicios sanitarios, sus privadas y privativas escuelas, institutos y universidades; sus privados y privativos campos de golf y todo tipo de instalaciones para su recreo; y sus privadas y privativas cuentas bancarias mil millonarias, con sus sirvientes esclavos. Todo privativo para ellos nada más. Y mientras la inmensa mayoría de la humanidad vive sin escuelas, sin sanidad, sin medicinas, sin pensiones, sin vivienda, sin transporte público digno, sin instalaciones deportivas, sin bibliotecas... No nos dejan nada.

Por eso debemos exigir que cada jubilación anticipada debe ser inmediatamente cubierta con un nuevo contrato fijo y en las mismas condiciones salariales y laborales que tenemos el resto de la plantilla.

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