¡Ahora sí! Este era el comentario más escuchado durante la asamblea informativa que se celebró en la noche del domingo, cuando se comunicó que todos los trabajadores subcontratados que entrasen en el complejo petroquímico cobrarían el Plus Industrial¡Ahora sí! Este era el comentario más escuchado durante la asamblea informativa que se celebró en la noche del domingo, cuando se comunicó que todos los trabajadores subcontratados que entrasen en el complejo petroquímico cobrarían el Plus Industrial. El auditorio rompió en aplausos.

Este ambiente difiere como el día y la noche del que reinó 24 horas antes en el mismo recinto: rechazo, crítica y cabreo que se expresaron en continuos abucheos, cuando los dirigentes sindicales de CCOO y UGT informaron del preacuerdo por el que se desconvocaba la huelga y en el que quedaban excluidos de la subida más del 15% de los trabajadores.

Ahora sí. La huelga de trabajadores de subcontratas ha impuesto a la patronal una subida lineal de 900 euros anuales, demostrando de esta manera que la lucha sí sirve, así como la enorme fuerza de la clase obrera.

Los trabajadores superan los obstáculos

Ya en la primera lucha que se produjo tras el accidente, se puso de manifiesto el alejamiento al que se ha llegado en estos años entre dirigentes y trabajadores, en sus sentimientos, su estado de ánimo, sus aspiraciones y su disposición a la lucha:

Como consecuencia de la avaricia patronal, la privatización, la subcontratación, los recortes de plantilla... se produce el criminal accidente que ya ha segado la vida de nueve trabajadores y otro más en estado grave, poniendo en peligro a toda la población. La siniestralidad laboral es el resultado más dramático de la explotación a la que nos somete el sistema capitalista. Ante la gravedad de este hecho la patronal, el gobierno del PP y también el de Bono reaccionaron de la misma manera: lamentándose de este desgraciado “accidente”. Pero el colmo fue que los dirigentes sindicales hicieron exactamente lo mismo. No tuvieron la misma reacción los trabajadores que rebosaban indignación e ira: exigieron responsabilidades a la empresa y que se aplicaran medidas serias de seguridad. Huérfanos de dirección y organización tuvieron que improvisarla yendo a la huelga para enfrentarse a la multinacional, uniéndose como un solo hombre todas las plantilla de subcontratados de unas 70 empresas diferentes, obligando a Repsol al reconocimiento de deficiencias en materia de seguridad (ver números anteriores de El Militante).

La negociación del llamado Plus Industrial fue planteada por CCOO a la patronal en mayo (ante la onerosa diferencia salarial entre trabajadores de plantilla y subcontratados) ya que el acuerdo que establecía el Plus Parada —que cobraban poco más que los trabajadores del metal y solo durante las paradas programadas—, vencía a finales de septiembre. Se reivindica con este Plus un incremento salarial de 6 euros por día trabajado en todas las actividades que se realicen para el complejo petroquímico. Repsol y la patronal, para desquitarse del golpe que le encajaron los obreros y pensando que, tanto CCOO como UGT no recobrarían la autoridad perdida después de oponerse a la lucha por mejoras en materia de seguridad, optaron por la actitud chulesca de negarse a negociar, obligando con ello a los sindicatos a convocar la huelga.

En la primera semana se hicieron tres días de huelga con un total seguimiento y una participación masiva de trabajadores en el piquete. La patronal y sus medios de comunicación intentaron ganar de manera histérica a la opinión pública con denuncias de que los sindicatos querían recuperar credibilidad a costa de poner en peligro el futuro de la industria comarcal, que estaban aprovechando la parada programada (anunciada meses antes para la adecuación e instalación de nuevos procesos de producción) y consiguiendo que los trabajadores de fuera de la comarca se tuvieran que ir... Esto no funcionó. La opinión pública puertollanense parecía haberse convertido en patrimonio de la clase obrera.

Al alto coste económico que para los trabajadores supone una huelga se añaden nuevas dificultades durante los tres días de paro de la segunda semana. El martes, cuarto día de huelga, como consecuencia de que los sindicatos no han llamado a sumarse a la huelga a los trabajadores de plantilla de Repsol, los trabajadores exigen que se corte el acceso a la planta y trasladan el grueso del piquete de la puerta 9 (lugar por donde entran los subcontratados y las mercancías) a la carretera de la puerta 1, lugar por donde entra la plantilla.

Los sindicatos organizan una manifestación de los trabajadores por la ciudad durante la mañana; la asistencia es masiva, más de 3.500 trabajadores. ¡Así, ni un paso atrás, esta huelga la vamos a ganar! es la consigna más coreada.

La represión provoca

más indignación

Un día después, la derecha, fiel defensora de los intereses de la burguesía, manda a los antidisturbios en un intento de amedrentar y cargarse la disposición a la lucha. El efecto de la represión es justo el contrario, la indignación se extiende por toda la ciudad y refuerza a los huelguistas. Hasta el alcalde acude al piquete para mostrar su rechazo a la brutalidad de la carga.

El jueves, último día de paro de esa semana, los trabajadores se concentran en la sede de la patronal en Ciudad Real. Se inician por fin las negociaciones. Por la tarde varios cientos de estudiantes convocados por el Sindicato de Estudiantes se concentran junto con casi un centenar de mujeres de los trabajadores en protesta por la represión.

El viernes se informa de la negociación. “Prácticamente sólo falta ponerlo blanco sobre negro”, apostillan los secretarios provinciales de Metal de UGT y CCOO. Se entra a trabajar con la expectativa de que sean aceptadas las reivindicaciones y no sea necesario iniciar la huelga indefinida convocada a partir del siguiente lunes. Eso sí, el piquete se mantiene para evitar que se realicen trabajos durante el fin de semana. Ninguna incidencia. La gente está totalmente concienciada. A última hora del sábado la patronal se echa atrás y decide romper la negociación, retirando todas las concesiones admitidas.

En sendas asambleas de delegados de CCOO y UGT, que se celebran el domingo, se decide continuar la lucha. En la reunión de CCOO, ante el agobio y la aflicción de los dirigentes, algunos delegados plantean la necesidad de extender la lucha apoyándose en la huelga que tiene convocada el Sindicato de Estudiantes para el martes. Piden también que las decisiones se tomen en asambleas. Los compañeros de El Militante repartimos días antes una hoja sobre la necesidad de extender el conflicto que tuvo muy buena aceptación.

FEPU (Patronal de Puertollano) y Repsol, tomando como referencia el estado de ánimo de los dirigentes, apuestan de forma decidida porque el conflicto se pudra, ahorrarse las justas reivindicaciones y evitar que el ejemplo cunda. Otro error de cálculo, ya que el estado de ánimo entre los trabajadores es totalmente diferente al de los dirigentes y la disposición y el coraje de la clase obrera, una vez está convencida de sus objetivos, es imparable.

La lucha se retoma con más fuerza. El lunes por la mañana cientos de mujeres marchan a la puerta del Complejo. Tratan de evitar con su presencia una nueva carga policial. Por la tarde se concentran en el Paseo central de la ciudad. Cuando empiezan a abandonar la concentración los antidisturbios se pavonean conduciendo sus lecheras por el Paseo, intentando amedrentar tanto a las madres como a los estudiantes que están convocados para una marcha al Complejo por el Sindicato de Estudiantes durante la mañana de la jornada de huelga estudiantil Pero, a pesar de que esta actitud de la policía influye entre algunos sectores, no consiguen su objetivo y se lleva a cabo la marcha.

Entre mujeres y estudiantes, superando todas las trabas, llegan 700 personas al acceso a Repsol. El recibimiento de los trabajadores es caluroso, emotivo y refuerza considerablemente la disposición a luchar. Allí mismo se decide que el grueso del piquete se sume a la marcha que gira 180 grados y se encamina hacia el centro de la ciudad unos 1.500 manifestantes, que al llegar a La Concha de la Música se han incrementado hasta 3.000. La gente corea la consigna ¡Huelga General! al enterarse, durante la marcha, de que por fin CCOO y UGT han convocado una manifestación de toda la ciudad para las seis de la tarde del día siguiente.

La huelga extiende su apoyo: estudiantes, mujeres, la población de Puertollano

La manifestación es un éxito rotundo; 15.000 personas en una ciudad de 50.000 es la muestra del enorme apoyo y simpatía que la huelga despierta y da un sólido impulso a la lucha, obligando de nuevo a sentarse a negociar a la patronal.

Mientras se está negociando arrecian las críticas de los trabajadores a sus dirigentes por no extender la lucha. Ante la falta de un claro plan de acción, la improvisación de los dirigentes se convierte en un elemento de inquietud para los trabajadores ya que en la misma ven, correctamente, síntomas de debilidad.

El viernes por la noche se firma un preacuerdo que recoge una retribución de 4 euros por día para todos los trabajadores de metal y construcción que entren en las instalaciones y de 2 euros para los que realicen trabajos en talleres fuera del Complejo. Quedan excluidos de este preacuerdo el resto de trabajadores, algo más del 15%, que pertenecen a otros sectores (limpieza, química, vigilancia...) La prensa se apresura a dar por concluido el conflicto. El preacuerdo se presenta a los delegados el sábado por la mañana en distintas asambleas de CCOO y UGT. Aproximadamente dos tercios de los delegados aceptan el acuerdo después de escuchar argumentos del tipo de “FEPU no puede firmar un acuerdo que afecte a empresas que no representa” (en referencia a Eulen y otras de servicios); “se va abrir una negociación posterior con ellas”; “si esto no se arregla se pone en peligro el futuro de Puertollano”; “Repsol puede cancelar contratos mercantiles y llamar a empresas de fuera”...

Los trabajadores fuerzan

a los dirigentes a seguir

en la lucha

Conociendo el acuerdo por la prensa, los trabajadores muestran su malestar, cabreo e indignación, “¿Quién les ha dicho que firmen?” “Si hemos luchado todos el Plus tiene que ser para todos” “Si esto se firma ¿cómo puedo mirar a la cara de una trabajadora de la limpieza? ¿qué? ¿ha estado haciendo huelga para que yo cobre?” Poco a poco van llegando los delegados con el texto del preacuerdo, informan del resultado de la votación de sus reuniones y convocan a una asamblea informativa a las cinco de la tarde en el Auditorio Municipal. Los dirigentes parecen no atreverse a dar la cara y prefieren no aparecer por el piquete. Un grupo de trabajadores se dirige hacia la sede de los sindicatos, otro corta durante veinte minutos la carretera; la frustración se apodera de Puertollano mientras radios y televisiones regionales continúan loando el fin de la huelga y la vuelta a la normalidad.

Los compañeros de El Militante sacamos una nueva hoja que es muy bien acogida por los cerca de seiscientos asistentes a la asamblea, donde planteamos que si la lucha continuaba y se extendía, se conseguirían todas las reivindicaciones.

Desde la llegada de los dirigentes no cesaron los abucheos y a veces los insultos. Los responsables provinciales de Minero-Metalúrgica de CCOO, Antonio Cervantes, y de Metal-Construcción de UGT, Sebastián Correas, no fueron capaces de justificar la decisión de firmar un preacuerdo que les comprometía a desconvocar la huelga sin ser satisfactorio para los trabajadores. A Juan Antonio Mata, secretario general de CCOO Castilla-La Mancha, no le fue mucho mejor y en un intento de calmar los ánimos cedió la palabra a quien quisiese hablar: ¡Fuera! ¡Huelga! ¡Referéndum!... Finalmente tuvo que comprometerse a realizar un referéndum a primera hora del lunes y a no desconvocar la huelga. También dijo que iba a llamar a la secretaria general de Trabajo del Gobierno Regional y a la patronal para reunirse con ellos desde la mañana del domingo y que estaba convencido de que el acuerdo se ampliaría a todos los trabajadores que entrasen en la petroquímica.

La disposición a la lucha, la masiva participación

y el coraje de los trabajadores, ha vencido

A las 8 de la tarde del domingo ya se conocía el resultado de la reunión que fue explicado y bien recibido en la asamblea convocada telefónicamente. J. A. Mata agradeció a diestro y siniestro el esfuerzo realizado por “todas las partes” para alcanzar este acuerdo. “La firma del acuerdo que las partes escenificaron con un apretón de manos en la sede de la Delegación de la Junta en Ciudad Real acaba con el conflicto más largo de los últimos 50 años en Puertollano, dijo por su parte, el secretario regional de CCOO, Juan Antonio Mata, para quien la responsabilidad de lo sucedido en un largo y duro proceso que en ocasiones ha presentado un rostro descarnado, hay que repartirla entre todos, como hay que repartir entre todos la confluencia final en un acuerdo muy importante para los trabajadores de Puertollano, para sus empresas, para Repsol y sobre todo para el futuro” (Comunicado de UGT, 20-10-03).

A petición de los trabajadores tuvo que agradecer también el apoyo recibido de los estudiantes y mujeres de trabajadores a quien la asamblea dedicó el aplauso más cerrado, mostrando como la asamblea entendía perfectamente que el acuerdo no es producto del esfuerzo de “todos”, sino de la lucha que contra viento y marea han desarrollado durante once días, los trabajadores, las mujeres y los jóvenes que día tras día, en los piquetes, manifestaciones y marchas han obligado a la patronal a ceder ante sus justas reivindicaciones.

La clase obrera de Puertollano, como en muchos otros sitios, se lanza a la ofensiva justo cuando desde la burguesía se pide más sacrificios, más elasticidad laboral (ahora llaman así a la eventualidad), más contención salarial, mas privatizaciones, menos gasto social, etc.

Entre una capa de los trabajadores más activos en el piquete se ha visto como han tenido que ir por delante, arrastrando a sus dirigentes, necesitando un mayor esfuerzo para conseguir una victoria en la lucha.

Dos lecciones se deben de sacar de esta movilización. Por un lado que la patronal sólo cede en la negociación fruto de la lucha y no por medio de buenas palabras. Esto, que siempre ha sido así, hoy es más verdad todavía. En los tiempos que corren, las luchas por nuestras reivindicaciones serán más duras. Ya no basta con la “amenaza” de la huelga, hay que hacerla y de forma decidida. Los empresarios están intentando mantener y aumentar sus beneficios, siendo más competitivos a través de reducir costes laborales, salarios, etc., y sólo podremos frenar sus ataques si luchamos con decisión y coraje como nuestros compañeros de Puertollano.

Por otro lado esta lucha muestra la necesidad de una política sindical útil de cara a conseguir nuestras justas reivindicaciones, de clara independencia de clase, auténticamente socialista, que ponga por delante de todo la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera. Los actuales dirigentes sindicales deberán tomar nota de estas lecciones o ser sustituidos por nuevos trabajadores dispuestos a llevarlas adelante.

Esta es la apuesta desde El Militante. Sólo con el programa socialista es posible reforzar los sindicatos y cambiar su política para que sean auténticos instrumentos de lucha de los trabajadores.

Repsol-YPF está teniendo una pesadilla con la revuelta social en Bolivia y un mal sueño en La Mancha. Quizás tengan razón al creer cierto que El Manifiesto Comunista está anticuado: ya no es un fantasma que recorre Europa, es la idea consciente de la necesidad de un futuro digno para la humanidad y no sólo recorre Europa. Empieza a extenderse por los cinco continentes.

En Puertollano se han mostrado las caras más desnudas de dos clases enfrentadas. La muerte en el trabajo es la consecuencia más dramática de la explotación capitalista. Los trabajadores de Puertollano, armados de combatividad y coraje, han asestado un golpe a Repsol y a la patronal ofreciendo así el mejor homenaje a sus compañeros fallecidos.

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