Represión en los astilleros de Sevilla La represión sufrida por los trabajadores de los astilleros sevillanos de Izar se enmarca dentro de los recortes democráticos que se vienen sufriendo desde hace bastante tiempo, sobre todo desde el 20-J. Y no eRepresión en los astilleros de Sevilla

La represión sufrida por los trabajadores de los astilleros sevillanos de Izar se enmarca dentro de los recortes democráticos que se vienen sufriendo desde hace bastante tiempo, sobre todo desde el 20-J. Y no es casualidad: el gobierno pretende dar una lección al conjunto de la clase obrera y a sus organizaciones.

La represión se produjo dentro del ciclo de protestas de los trabajadores por la situación del convenio y las amenazas de despidos, debido a la falta de carga de trabajo, ya que hubo pedidos cancelados por la política del gobierno del PP de apoyo a la guerra de Iraq y al golpe de Estado reaccionario contra Hugo Chávez, que provocó que Izar perdiese un pedido de Venezuela. En el caso concreto de Izar-Sevilla, los trabajadores tenían una gran baza que jugar: un barco argelino terminado en octubre y que los trabajadores se negaban a entregar hasta que no se solucionaran sus problemas laborales. Sin embargo, la mayoría de sus dirigentes sindicales se negaron a jugar esta baza, por lo que los trabajadores se quedaron sin nada con lo que negociar su situación y la empresa pudo jugar libremente la carta de la represión.

La huelga se llevó a cabo el jueves 11 de diciembre en todo el Estado, y entre los astilleros de Sevilla y Cádiz la coordinación era total No obstante, la máquina represiva de la derecha no podía dejar que los trabajadores llevaran a buen término esta huelga ya que es durante el desarrollo de la misma cuando un obrero toma verdadera conciencia de su poder, porque sin su amable permiso no funciona una máquina, no suena un teléfono ni se enciende una bombilla. La violenta represión se llevó a cabo cuando los trabajadores quisieron cambiar el recorrido de la manifestación; sin embargo esto fue sólo la excusa, pues la represión estaba ya decidida y concertada con la empresa por parte de la Delegación del Gobierno. La policía lanzó pelotas de goma, y no sólo eso. El astillero se encuentra al final de una avenida totalmente abierta con sólo campo a su alrededor; la policía nacional en sus furgonetas perseguía a los manifestantes a 100 km/h. Los trabajadores se defendieron desatornillando las farolas y echándolas a la carretera para que las furgonetas no pudieran pasar. También respondieron con el lanzamiento de tornillos, pero esta respuesta no pudo evitar que uno de sus compañeros casi se quedara tuerto debido a que una pelota de goma le golpeó en el ojo. En total hubo 15 heridos. Muchos obreros nos contaron que los antidisturbios apuntaban a las caras en actitud asesina, pudiendo haber provocado incluso muertos.

El miércoles 17 de diciembre se volvió a realizar otra huelga estatal y sus correspondientes manifestaciones (en Cádiz, por ejemplo todo acceso a la ciudad fue imposible durante dos horas). En Sevilla los trabajadores iban preparados para responder a las provocaciones de la policía, pero sorprendió a todos que la policía no se viera por ninguna parte, lo que animó a muchos. En esta ocasión la policía sabía que un nuevo enfrentamiento podía dar lugar a una batalla campal de un nivel superior, ya que el sentir de los trabajadores era de rabia e indignación por lo sucedido la semana anterior, a lo que se unía su lamentable situación laboral, fruto de años de precariedad del trabajo, aumento de los ritmos de producción, pérdida de derechos sindicales, aumento de accidentes laborales, etc.

Los trabajadores analizan su problemática con una enorme claridad de ideas. Saben perfectamente quién es el culpable de su situación y lo demuestran mediante la unión de todos los trabajadores de la plantilla y subcontratas por las mismas reivindicaciones laborales y salariales. Saben perfectamente que es mentira que no se puedan conseguir nuevos contratos y que la única verdad que hay detrás de todas las maniobras de la SEPI es la intención del gobierno del PP y de los sectores que en última instancia deciden su política, los grandes banqueros y capitalistas, de privatizar por completo y desmantelar este sector industrial.

Rocío Taboada García

Sevilla

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