Quienes conocimos a los trabajadores de la ex–CNV en el año 2003, cuando comenzaban este largo camino de lucha, en ese momento por unos derechos laborales pisoteados por un patrono oligarca y golpista, veíamos a unas personas ingenuas que se sentían traicionadas por ese patrón y que rápidamente tuvieron que darse cuenta de su ignorancia en ese terreno de pelea al cual los habían llevado, pelea que la mayoría de las veces debieron enfrentar solos, sin un sindicato, sin recursos económicos, sólo con su tesón. Luego, en el 2004, los volvimos a ver batallando en medio de las deserciones, de la impunidad de un delincuente de cuello blanco al cual la justicia parecía no alcanzarlo nunca, solos (con unas honrosas excepciones que venían, casi siempre, de los sectores populares) pero manteniendo la perseverancia a pesar de todos los pesares. En diciembre del año pasado este desigual combate pareció llegar a su fin cuando la gran mayoría de los trabajadores abandonó las instalaciones de la fábrica urgidos por la necesidad económica, circunstancia que aprovechó el patrón para saquear las piezas que había en depósito. Esta acción delictiva, unida al triunfo de los trabajadores de INVEPAL, dio nuevas energías a los trabajadores de válvulas que el 17 de febrero retomaron las instalaciones de la empresa. Sin embargo, algo había cambiado: poco quedaba de aquellos cándidos obreros que en mayo del año 2003 reclamaban por el respeto de sus derechos laborales y caían con facilidad en las trampas que les tendían el patrón y los burócratas del sistema. Los dos años de lucha habían logrado en estos hombres y mujeres un nivel de conciencia de clase envidiable, y producto de ello las consignas tampoco eran las mismas, ahora se cuestionaba la propiedad del medio de producción donde habían generado riquezas durante años para un oligarca parásito. Ahora se exigía que ese medio de producción pasara a manos de sus verdaderos dueños: los trabajadores. Ese objetivo se logró legalmente el día de hoy. Es un primer paso, es un paso importante, pero ahora los trabajadores de la nueva INVEVAL tienen un nuevo reto: deben convertirse en fuente de inspiración para otros trabajadores y demostrar algo que estamos seguros que van a demostrar: que los obreros son mucho mejores administradores de sus fábricas que los empresarios capitalistas, y con ello comenzar a construir ese socialismo del siglo XXI del cual se habla tanto.