El proceso comenzó como una movilización de estudiantes. No hay nada raro en ello; aunque los estudiantes y los intelectuales no pueden jugar un papel independiente en la sociedad, sin embargo representan un barómetro extremadamente sensible que refleja fielmente el ambiente que hay en las profundidades de la sociedad. La Revolución Rusa, en sus primeras etapas a principios de los años 60 y 70 del siglo pasado, comenzó como un movimiento revolucionario de la intelectuales. La revolución española, a principios de los años 30, empezó como un movimiento de los estudiantes, como señalaba Trotsky en 1930:

“Las manifestaciones estudiantiles no son más que una tentativa de la joven generación burguesa, sobre todo pequeño burguesa, de encontrar una solución a la situación de equilibrio inestable en que se encuentra el país después de la pretendida liberación de la dictadura de Primo de Rivera, cuya herencia ha conservado íntegramente, al menos en sus elementos esenciales. Cuando la burguesía renuncia consciente y obstinadamente a resolver los problemas que derivan de la crisis de la sociedad burguesa y el proletariado no se encuentra aún en condiciones de asumir esta tarea, suelen ser los estudiantes quienes ocupan el centro del escenario. En el curso de la primera revolución rusa [1905], pudimos observar con frecuencia el mismo fenómeno, que para nosotros es sintomático; esa actividad revolucionaria o casi revolucionaria significa que la sociedad burguesa atraviesa una profunda crisis. La juventud pequeño burguesa, sintiendo que en el seno de las masas se acumula una fuerza explosiva, busca __a su modo__ hallar una salida a esta situación bloqueada, haciéndola progresar políticamente.

La burguesía contempla el movimiento estudiantil a veces con desconfianza y otras con aprobación: si la juventud da algunos empujones a la burocracia monárquica, no está mal… mientras “los niños” no vayan demasiado lejos y mientras no arrastren en su impulso a las masas trabajadoras.

Al apoyar el movimiento estudiantil, los obreros españoles han dado muestra de un seguro instinto revolucionario. Pero, por supuesto, deben desarrollar la acción bajo su propia bandera y bajo la dirección de su propia organización proletaria. El comunismo español es quien debe asegurarla, y para eso precisa una línea política correcta. La aparición de vuestro periódico, como decía más arriba, coincide con un momento extraordinariamente importante y crítico de la crisis, precisamente con el momento en que la crisis está punto de transformarse en revolución”. (Trotsky, España 1930-36, págs. 10-11).

En Indonesia también los estudiantes están reflejando el ambiente general de descontento y oposición en la sociedad, y sacan fuerza y coraje de este hecho.

“Un estudiante, Ikrar Musabhakti, del Instituto Indonesio de Ciencias, decía: ‘mucha gente no puede decir abiertamente lo que dicen los estudiantes, aún tienen miedo, pero les apoyan. Están contentos con los estudiantes que dicen lo que no pueden decir” (The Guardian, 13/5/98).

La protesta de los estudiantes rápidamente se extendió por muchas zonas de Indonesia, a pesar del aviso del General Wiranto, jefe de las fuerzas armadas indonesias. El elemento más importante en la ecuación es la falta de miedo de los estudiantes, su voluntad de enfrentarse a los golpes, encarcelamiento y muerte en la lucha por una causa justa. Cuando las masas pierden su miedo el régimen está perdido. Sin armas, sin organización e incluso sin un programa claro ni perspectivas, estos jóvenes están preparados para enfrentarse a la policía y las tropas armadas. Numerosos informes dan fe de que los manifestantes están comenzando a responder a la violencia del Estado con piedras y cócteles molotov, y la policía no escapa impunemente:

“La oleada de acciones estudiantiles a través del país el jueves llevó a varios choques con las fuerzas de seguridad. Hubo víctimas en ambas partes: el número de estudiantes heridos era más alto días anteriores, muchos causados por porras, pelotas de goma, piedras y palos”.

“El peor choque ocurrió en la Universidad de Sudirman, Purwoterko, en el centro de Java, donde 65 estudiantes resultaron heridos y 28 acabaron en el hospital. La mayoría han sufrido heridas de pelotas de goma, ocho seriamente heridos”.

“El choque ocurrió cuando los estudiantes comenzaron a marchar pacíficamente al edificio de la asamblea local (DPRD) y trataron de rebasar el cordón de seguridad. Con las porras, las fuerzas policiales atacaron a los estudiantes, que opusieron resistencia; tras golpearles con sus porras, lanzaron gas lacrimógeno. El rector de la Universidad, Rubianto Misman, más tarde expresó su rechazo por el incidente”.

“En Solo, Java central, hubo lanzamiento de piedras y cócteles molotov, causando víctimas en ambos bandos. Once estudiantes fueron arrestados y más tarde puestos en libertad, debido a una multitud de unos 8.000 estudiantes pidiendo su libertad. Las protestas en Riau fueron las mayores en diez años. Cuando los estudiantes trataron de ir a la residencia del gobernador, fueron interceptados por las tropas. Los estudiantes se lanzaron contra el cordón cuando estaban a veinte metros del edificio, y fueron atacados por cientos de policías. Utilizaron perros y gases lacrimógenos y las fuerzas de seguridad persiguieron a los estudiantes” (Kompas, 8/5/98).

De estos informes se desprenden varias cosas evidentes: a) el movimiento estudiantil comenzó con manifestaciones pacíficas, b) la policía trató de confinarles a los campus y evitar que extendiesen la lucha, c) los estudiantes se enfrentaron a la policía que utilizaron los métodos más violentos, d) lejos de intimidar a los estudiantes, la represión policial les enfureció más y radicalizó el movimiento, e) los estudiantes dieron pasos para organizar su autodefensa y pasaron a la ofensiva. El detalle de los estudiantes obligando a liberar a sus compañeros encarcelados es un testimonio elocuente de que la fuerza del movimiento sacudió a las autoridades y creó fisuras en el propio aparato represivo.

Los estudiantes demostraron valor e iniciativa, incluso improvisaron su propia “división motorizada” en alguna zona.

“En Ujungpandang, al sur de Sulawesi, miles de estudiantes en motocicletas y otros vehículos convergieron en la plaza de la ciudad, pero fueron obligados a dar marcha atrás por las fuerzas de seguridad. Los estudiantes se dispersaron en todas direcciones y comenzaron a recorrer toda la ciudad”. (Ibid).

En muchos aspectos, el parecido con la revolución rusa de 1905 es extraordinario. El mismo informe dice: “Choques similares se registraron en la Universidad de Gunadarma, Kelapa Dua, Yakarta donde cientos de estudiantes de varias universidades formaron ‘fórums de debate libre’. Los problemas empezaron cuando los estudiantes de la Universidad de Jayabaya anduvieron cuatro kilómetros hasta la Universidad de Gunadarma y fueron atacados por el ejército. El Instituto de Ayuda Legal más tarde informó que al menos 52 estudiantes habían sido heridos. En la Universidad de Sahid, los estudiantes participaron en las protestas portando pancartas”. Exactamente el mismo proceso ocurrió en 1905, cuando los estudiantes rusos también formaron “fórums de debate libre” a los que asistían los trabajadores. El movimiento se extendió a la capital, Yakarta, donde se representó el último acto.

“El choque en la Facultad de Tecnología de la Universidad de Jayabaya en Yakarta terminó con 21 estudiantes heridos enviados al hospital. Dos golpeados en el cuello y en el brazo mientras otros sufrieron golpes y resultaron conmocionados por el gas lacrimógeno. Un estudiante resultó herido de bala, el rector anunció que no habría clases el viernes” (Ibid).

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