El pasado 21 de enero el Washington Post informaba sobre la "oleada de descontento laboral en China", se hacía eco de varios conflictos y señalaba fuentes del gobierno chino que apuntaban que el número de trabajadores que habían participado en huelgas en la primera mitad de 2001 doblaba a la cantidad total de huelguistas de la primera mitad de los años 90. Un artículo del semanario Far Eastern Economic Review (6-12-01) empezaba del siguiente modo: "Campesinos y obreros están tomando las calles de China. Hubo cerca de 100.000 manifestaciones en 1999. No tenemos estadísticas del año pasado, pero sabemos que las protestas han ido en aumento". En junio de 2001 el Partido Comunista Chino (PCCh) tuvo que admitir públicamente que el número de conflictos estaba amentando.
La lucha en la ciudad
La causa de estos conflictos son los cierres de las empresas públicas que están dejando a millones de trabajadores en la miseria y que no están siendo recolocados con la creación de nuevos puestos de trabajo. En el pasado, aparte de su salario, la fábrica donde trabajaba un obrero chino le daba una casa, educaba a sus hijos, pagaba la asistencia sanitaria y le daba una pensión. Ahora las privatizaciones y los cierres han puesto fin a todo esto. De los casi 80 millones de obreros chinos de las industrias estatales se estima que casi la mitad han perdido su puesto de trabajo. El año pasado, según el artículo citado de Far Eastern Economic Review, el ministro de trabajo y seguridad social Zhang Zuoji anunció que entre 500.000 y 600.000 trabajadores retirados no habían recibido sus pensiones a tiempo el año pasado y que de 600.000 a 700.000 trabajadores despedidos no habían cobrado subsidio.
A esto se suma las condiciones espantosas de trabajo en China y los bajos salarios, que han servido para atraer la inversión extranjera. Dos ejemplos: el diario británico The Guardian (27-01-02) informaba "de la quejas sobre el trato a los trabajadores chinos por parte de las empresas extranjeras en particular las firmas americanas. Informes recientes sobre estas empresas exponen que obligan a sus trabajadores a jornadas de 18 horas en condiciones abismales". Busines Week, en el número de abril de 2001, hacía la siguiente comparación: en la industria de Shanghai el salario medio de un trabajador oscila entre 125 y 270 dólares al mes mientras que en Yokohama (Japón) es de 3.300 dólares. A todo esto hay que sumar la indefensión de los trabajadores chinos ya que en el año 82 fue derogada de la constitución china el derecho a huelga ,así como la formación de sindicatos independientes de los oficiales.
Todo esto ha dado lugar a explosiones como la de abril de 2000 en la ciudad costera de Yangjiazhanzi cerca de Huludao, al noreste de China. Así lo relata el corresponsal en China de Far Eastern Economic Review: "La mina de molibdeno que cubría el 35% de la producción china fue declarada en bancarrota y sus 20.000 trabajadores arrojados de sus puestos de trabajo como escoria. Se les dio una miserable indemnización de 650 reminbis (43 libras) por año trabajado y se les prometió que en un futuro no muy lejano todos cobrarían un subsidio de desempleo".
El relato sigue: "Sin embargo los mineros y sus familias no aceptaron las condiciones que les imponía el gobierno. Tomaron las calles y bloquearon el tráfico de la principal vía de Yangjiazhanzi. La policía respondió lanzando gases lacrimógenos a la multitud, que tras dispersarse momentáneamente volvió a reagruparse. Esto es lo que la prensa denomina "motines". La policía no podía dominar esa multitud y tuvieron que llamar al ejército de ciudades vecinas. Después de una lucha enfurecida el ejército tomó el control de la ciudad, no sin antes hacer uso de sus armas de fuego. La ocuparon hasta el 31 de marzo"..Según The Economist (6-4-00) en 1995 , por ejemplo ,la provincia de Liaoning (al noreste de china en la antigua Manchuria) tenía una fuerza de trabajo estimada de 12 millones de obreros. Siguiendo patrones occidentales 329.000 serían clasificados como desempleados. Concluido el año 1996 la cifra ascendió a 800.000, a finales de 1997 a 1,8 millones, en 1998 a 2,2 millones con otros 400.000 más esperando ser despedidos"
El conflicto en el campo
El problema para la burocracia china, para la naciente burguesía en sus filas y para el imperialismo que allí invierte es que el campesinado chino (cerca de 800 millones de los 1.300 millones de habitantes del país) sigue al proletariado a la zaga. A modo de ejemplo, algo que es generalizado en el campo chino: el 15 de abril del año pasado la policía mató a dos campesinos e hirió a 20 durante los choques producidos en la villa de Yuntang, en la provincia de Jiangxi. Al parecer la chispa saltó cuando las autoridades municipales quisieron obligar a los campesinos a pagar tasas por la construcción de unas terrazas de arroz.
Los elevados impuestos con los que las autoridades locales gravan al campesinado son una continua fuente de inestabilidad en el campo. Por ejemplo, según estadísticas oficiales del gobierno chino un campesino medio de Hebián obtiene unos 125 dólares al año por su cosecha, tiene un gasto medio en semillas, pesticidas y fertilizantes de 81 dólares, dejándole unos ingresos netos de 44 dólares. Según las leyes chinas los impuestos a los campesinos no deberían ser superiores al 5% de los ingresos, es decir, dos dólares . Pues bien, la revuelta contra los impuestos empieza cuando les hacen pagar 36 dólares de media y les dejan 8 para morirse de hambre.
¿Por qué los recaudadores locales se saltan la ley? El gobierno central recurre cada vez más a los ingresos municipales para cuadrar las cuentas públicas (deficitarias por la elevada inversión publica que ha mantenido el tirón de la economía) con lo que las autoridades locales tienen que aumentar la presión fiscal sobre los campesinos que precisamente no se estan enriqueciendo. El hecho es que los cerca de 800 millones de campesinos chinos no se están enriqueciendo sino todo lo contrario. El crecimiento de la renta campesina está cayendo desde 1996 y no hay síntomas de recuperación , la renta per cápita en el campo aumentó un 2,5 % en los primeros 9 meses de 2000 después de haberse incrementado, sobre el mismo periodo de tiempo, un 3,8% en 1999 y un 4,3% en 1998.
La reforma agraria del año 80 sustituyó el pago de un salario como trabajador de una comuna agraria por la entrega de una parcela que el campesino cultiva individualmente. Aun así, el proceso de diferenciación social en el campo lo limita la propiedad estatal de la tierra, ya que el campesino no puede enajenar la parcela que le arrienda la administración local del PCCH en nombre del Estado. De hecho la ley china que fija al campesino a la tierra (el hukou) le impide vivir y trabajar en otro sitio diferente del que nació, salvo la pertinente autorización administrativa.
Otro punto conflictivo en el campo es la expropiación forzosa del campesinado para la expansión de la industria y las ciudades. Según la agencia oficial Xinhua, en los próximos 10 años 1,3 millones de hectáreas cultivables (casi dos veces y media el territorio del Estado español ) serán destinadas a la urbanización con lo que 12 millones de campesinos perderán sus tierras y tendrán que sumarse a los casi 100 millones que han abandonado el campo para trabajar en las ciudades. Como consecuencia del abandono de estas tierras por los campesinos la lucha de clases en el campo está tomando la forma de la expropiación por parte de los mandarines locales de PCCh de las tierras, a cambio de una débil compensación. Además según un informe del Instituto de Desarrollo Rural del año 2000 sólo la mitad de los campesinos chinos poseen el contrato de arrendamiento, de este modo los mandarines locales les tienen en un puño. Cerca del 40% de las quejas al gobierno proviene de disputas de 1995sobre la propiedad y el usufructo de la tierra.
Uno de los negocios mas lucrativos del Estado es la venta de esas tierras a empresas e industrias y constructoras. Esta es una fuente importante de corrupción entre la burocracia china . Así entre muchos otros, el año pasado dos altos oficiales fueron ejecutados por corrupción: Cheng Kejie vicepresidente del Congreso nacional del pueblo y Hu Changqing, diputado gobernador de la provincia de Jiangxi, ambos condenados entre otros delitos por la venta ilegal de tierras. Un sector de la burocracia está decidido a reestablecer la propiedad privada de la tierra. Según se señala en un artículo titulado "Robando la tierra"del semanario Far Eastern Economic Rewiew (7-2-02) "En noviembre , Tian Fengshan, quien encabeza el ministerio de la tierra y recursos naturales, habló en una conferencia de que el ministerio debería encaminarse a elaborar una ley que clarificase el derecho a la propiedad privada de la tierra , permitiendo su compra o venta como cualquier otra mercancía".
Desigualdades sociales
Si miramos a China desde el punto de vista del PIB (Producto Interior Bruto) ocupa el séptimo puesto mundial . Comparativamente es algo superior al de Italia y es más del doble que el de España. Sin embargo su renta per cápita la sitúa en el puesto 150º, al mismo nivel que Indonesia. La riqueza social ha aumentado pero la distribución ha sido muy desigual. Un estudio oficial de 150.000 hogares urbanos y rurales realizado a finales de 1999 revela que el 20% de los hogares más ricos recibe el 42% del ingreso total, con un promedio de 120 dólares por persona al año; el 20% más pobre recibe el 6,5% del ingreso total, con un ingreso promedio de 15 dólares, o sea, la octava parte del 20% más rico; y el 10% más pobre sólo recibe el 2,2% del ingreso total. Los individuos de ingreso más alto son el 1% de los estudiados, pero su ingreso promedio anual es 24.000 dólares por hogar.
Un exponente claro del nivel de desarrollo social es la situación de la mujer. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud el suicidio es la principal causa de mortandad de las mujeres jóvenes chinas. En el medio rural China tiene el 21% de la población mundial, pero acapara el 55% de los suicidios femeninos. La vida para la mujer rural china no es precisamente alegre, la combinación del trabajo en la granja, los abusos de sus maridos y allegados, la imposibilidad de la huída y la esterilización forzosa la empujan frecuentemente a encontrar el suicidio como única salida de su angustia y desesperación.
La entrada en la OMC
Si este panorama ya es suficientemente claro, la entrada este año de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) no va a hacer más que añadir leña al fuego. Según informaba Cinco Días, en su edición del 2 de febrero, "unos 200 millones de personas pueden verse forzadas a buscar empleo en las ciudades en la próxima década. Los más optimistas cifran en 70 millones los nuevos puestos si la participación en la OMC origina un aumento de dos puntos en el PIB anual. Para preparar el terreno, desde el 1 de octubre se permite a los campesinos cambiar su hukou (permiso de residencia que durante medio siglo ha obligado a vivir y trabajar en el mismo lugar, en general el de nacimiento) y solicitar otro en pequeñas ciudades si encuentran trabajo. Recientemente el primer ministro, Zhu Rongji, reveló su inquietud por la situación de 800 millones de granjeros que han de competir también con la reducción de los aranceles al vacuno y las aves del 31% al 14%". En la industria se dará vía libre a las quiebras de empresas estatales. En el sector automovilístico, unos 10 millones de trabajadores perderán el empleo por la reducción de las tasas de importación y la irrupción de la competencia extrajera, hasta ahora contenida por unas tasas del 80%.
China ha crecido a un ritmo anual de un 7,8 % desde 1998 , y la inversión extranjera directa se incrementó en 2001 un 14,9 % sumando un total de cerca de 48.850 millones de dólares ¿conseguirá mantener estas cifras en el futuro? El problema fundamental es que China depende del mercado mundial y de esa inversión extranjera para seguir creciendo. No puede basarse en un mercado interno de 800 millones de campesinos que carecen de poder de compra. Según la OMC el comercio mundial se restringirá de un 12% a un 4% este año, al mismo tiempo que las economías de la OCDE, principal destinataria de las exportaciones chinas, están en recesión.
La deflación de los precios en los últimos años es una prueba de que la crisis de sobreproducción de la economía capitalista mundial también atenaza a China . En noviembre de 2001 la tasa interanual de precios industriales mostró una caída del 3,7%,y los precios al consumo cayeron un 0,3 en diciembre; como respuesta, el 21 de febrero de este año el banco central chino tuvo que bajar los tipos de interés tras dos años y medio sin cambios para combatir la caída de los precios.
Algunos economistas burgueses sostienen que la entrada de China en la OMC seguirá impulsando su economía. Durante años se habló de que los productos chinos debido a sus bajos precios acabarían con la industria de los Estados Unidos y Europa ¿Cuál es el lugar de China en el mercado mundial? Su cuota de participación en el comercio mundial es del 3,4%, no mayor que la de Holanda. Curiosamente el papel de China en el mercado mundial depende de las inversiones extranjeras. China es actualmente el 9º exportador mundial pero si descontásemos las empresas de capital extranjero afincadas allí, pasaría a ocupar el puesto número 15 y es evidente que si la crisis se profundiza el maná en forma de inversión extranjera cesará y con él, el crecimiento económico. Al mismo tiempo la contracción de los mercados norteamericanos y japoneses afectará seriamente a la economía china . Según un artículo publicado en Financial Times (8-10-01) "el comercio y la inversión contribuyen con más del 40% del PIB chino .Cerca del 20% de las exportaciones chinas van a EE.UU. y una proporción similar va a Japón". Fruto de la crisis mundial las exportaciones cayeron un 7,3% en los primeros 8 meses de 2001.¿Pero con la entrada en la OMC pueden las mercancías chinas acaparar parte del mercado mundial y permitir a la economía retomar el impulso?. ¿Qué supone la entrada en la OMC para China?. El acuerdo obliga a China por un lado a la bajada de aranceles para permitir la libre entrada de mercancías extranjeras y por otro a la "liberalización" de la economía. Esto supuestamente favorecerá la entrada de más inversores extranjeros en China. No obliga a nada al resto de los países, sino a mantener esas mismas normas .Pero hay excepciones .El imperialismo americano se ha reservado medidas en el acuerdo con China de entrada en la OMC que permiten sancionar las importaciones chinas .De acuerdo con el Sumario de la Casa Blanca sobre el acuerdo bilateral US- CHINA OMC de noviembre del 99: "el acuerdo contiene una detallada salvaguarda que permite a los Estados Unidos tomar acciones contra cualquier producto chino .Esta salvaguarda tendrá efecto los 12 años siguientes a la entrada en la OMC de China. Ningún otro acuerdo de entrada en la OMC ha tenido medidas de salvaguarda más específicas y fuertes como este respecto a China...".Es decir el imperialismo americano es amante del libre comercio... mientras no amenace su mercado interno .Por otro lado China compite en el mercado mundial con economías que se basan en mano de obra barata y productos de baja calidad. De acuerdo con un estudio del Institute for International Economics citado en el numero de enero-febrero del China Busines Review 2000 "el 90% de las importaciones a Estados Unidos de productos chinos sustituyen a importaciones de otras economías que se basan en bajos salarios, fundamentalmente del este y sudeste asiático. La mayor parte de las exportaciones de China son maquinaria eléctrica de baja tecnología, juguetes, calzado deportivo, etc. Sólo el 10% de las importaciones desde china compiten directamente con productos estadounidenses". No son las burguesías nacionales de los países adelantados las que han de temer los productos chinos sino las de países como India, Pakistán, Indonesia, Méjico y similares. La entrada en la OMC va a significar para China la ruina de buena parte de los 300 millones de parcelas campesinas y la destrucción de la industria nacional al mismo tiempo que un recrudecimiento de la lucha por los mercados con potencias imperialistas de segundo orden.
Divisiones por arriba revolución por abajo
Los bancos chinos están en quiebra técnica. Según un informe de Ernst&Young, el total de los préstamos irrecuperables es 480.000 millones de dólares, el 44% del total de los créditos bancarios y el 44% de 1,8 billones de dólares del PIB de la nación. Su situación es aún peor que la de los bancos japoneses y sólo se sostiene sobre la base del crecimiento económico. Esta noticia, junto a la destitución del presidente del Banco Central Chino, Wang Xuebing (un conocido procapitalista) por corrupción, han sacado a relucir las diferencias en el seno de la burocracia estalinista china respecto a la cuestión de si no habría que aplazar la liberalización bancaria ( fijada para el año 2004) ya que en su actual estado, los bancos no estarían en condiciones de resistir la competencia.
¿De dónde proviene esa deuda? De las empresas públicas, que el sector reformista pro capitalista propone liquidar a través su cierre masivo. Como vemos esta todo interrelacionado.
En abril del año pasado The Economist tenía que reconocer que el proceso de privatización no había ido muy lejos (muy a su pesar); si a principios de los 90 pensaban que el sector privado representaba ya el 75% de la economía, ya citaban algunas fuentes que afirmaban que éste sólo podría representar el 25% , aunque ellos estimaban que la cifra real se podría aproximar a cerca del 50% del total .
La burocracia bonapartista, que ha mantenido la mano firme del poder político durante toda la reforma, se balancea entre las clases como árbitro supremo de la nación . Pese a todo , la entrada en la OMC va a acelerar la restauración del capitalismo en China. La burocracia obtiene sus privilegios y prestigio de las conquistas sociales de la revolución del 49, sin embargo en su seno surge un sector que se enriquece rápidamente en las ciudades con negocios más o menos ilícitos y que en el campo extorsiona al campesino y lucha por mantenerlo en condiciones de servidumbre.
La corrupción es ejercida por el sector más consecuentemente procapitalista de la burocracia. El 2002 es año de cambios en el gobierno chino, vendrá la retirada del secretario general del partido, Jiang Zemin, y el ascenso de su relevo, Hu Jintao. También se retirará Li Peng, Presidente de la asamblea nacional, y el primer ministro Zhu Rongji, Todo ello en un contexto de recesión en la economía mundial y de auge huelguístico de los trabajadores y los campesinos, que profundizará las divisiones por arriba. El sector procapitalista querrá acelerar las reformas y otro sector querrá dar marcha atrás.
Hoy, a principios de 2002, el descontento de las masas se está desbordando y puede ser el que fuerce la escisión o haga saltar por los aires el tapón burocrático. El proletariado ha crecido mucho en estos 20 años de desarrollo. Su futura revolución no tendrá que cambiar las relaciones de sociales de producción (que pese a las reformas siguen siendo socialistas) de la economía china, bastará con darle un empujón a la burocracia estalinista, acabar con su dictadura e instaurar en su lugar una democracia auténtica, la de la Comuna de París, la de los Soviets rusos, la que emerge en las recientes Asambleas Populares en Argentina, es decir, la Democracia Obrera.