Desde el fin de la Guerra del Golfo, el pueblo iraquí no ha dejado un solo día de sufrir las políticas democráticas de las potencias occidentales, legitimadas por el paraguas de la ONU.Desde el fin de la Guerra del Golfo, el pueblo iraquí no ha dejado un solo día de sufrir las políticas democráticas de las potencias occidentales, legitimadas por el paraguas de la ONU.

Con el objetivo de evitar una reconstrucción del país tras la brutal destrucción causada por los bombardeos, se decretó un embargo económico de consecuencias devastadoras. Con este mecanismo infernal, el petróleo no producido por Iraq lo absorbió en un suculento negocio Arabia Saudí y su corrupta monarquía, que a su vez revertía en multimillonarios contratos con las empresas armamentísticas de EEUU.

Este embargo se puede resumir en una serie de datos:

Hace doce años Iraq se situaba entre los países de desarrollo medio, a finales de 2000 se encontraba en el puesto 42 entre los 77 más pobres.

En 1989 la renta per capita era de 3.508$, hoy apenas supera los 200$.

El 60% de las fábricas ha cerrado. El paro es cercano al 50%.

A principios de 2001 sólo el 44% de la población tenía acceso a agua potable, frente al 92% en 1990.

La esperanza de vida ha pasado de 66 a 57 años.

Más de la mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza.

Se calcula en más de 1,5 millones las muertes por falta de medicinas, alimento, infraestructuras sanitarias, etc. De ellas, 800.000 menores de 5 años (6.000 al mes).

‘Petróleo por alimentos’

El llamado programa "petróleo por alimentos", vigente desde 1996, no ha sido más que una farsa para lavar conciencias y engañar a los trabajadores en Occidente, dando una imagen de que el embargo es contra Sadam y no contra el pueblo.

Desde 1995 y hasta inicios del 2001, Iraq ha exportado petróleo por valor de 35.157 millones de dólares. De ellos, 10.500 millones han ido a pagar la deuda de guerra, aún así y dedicando el 30% de los ingresos por venta de petróleo a este concepto (contando los intereses acumulados), acabaría de pagar su deuda en el año 2125. Este dinero está yendo en buena parte a multinacionales del petróleo asentadas en Kuwait.

Del resto sólo había invertido 8.666 millones de dólares en productos humanitarios, pues el resto lo bloqueaba EEUU y Gran Bretaña por considerar que se podía usar en comprar productos de doble uso —civil y militar—. Una burda excusa para evitar que se ponga en pie la infraestructura en electricidad, telecomunicaciones, transportes, etc.

Además de este embargo asesino, el pueblo iraquí sufre continuos y regulares bombardeos británicos y americanos. Sólo desde diciembre de 1998 y tras los devastadores bombardeos de la operación Zorro del Desierto bajo Clinton, han caído 2,5 veces más bombas sobre Iraq que en los seis años anteriores, con 211.000 violaciones del espacio aéreo y 1.142 civiles muertos.

Todavía hoy se padecen las consecuencias de los bombardeos con proyectiles de uranio de 1991. En el sur de Iraq hay una explosión de cáncer infantil y en Basora han aparecido tomates, champiñones, etc., de formas grotescas.

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