Necesitamos una izquierda revolucionaria

Los resultados de las elecciones municipales y forales han vuelto a poner de manifiesto el descalabro del bloque reaccionario y especialmente del PP en Euskadi, en respuesta a su discurso franquista y españolista, de odio, represión y venganza. Sin embargo, el PNV se alza con la victoria, concentrando el voto útil de la derecha, que previsiblemente utilizará para poder gobernar en las tres diputaciones y capitales con su socio favorito: el PSE. En estas elecciones el voto se ha polarizado aún más entre el PNV (36,24%, municipales en la CAV) y EH Bildu (24,79%), que por su parte obtiene los mejores resultados en unas municipales de su historia. Elkarrekin Podemos paga el precio de la decepción, que es recogida por el PSE para remontar a la tercera posición.

Muchos analistas han salido ya a celebrar los resultados del PNV para desmoralizar así a la clase trabajadora y la juventud. Pero en sus cálculos matemáticos ocultan muy conscientemente un punto central para entender el verdadero pulso de la situación y la correlación de fuerzas: es en Euskal Herria donde vivimos uno de los puntos álgidos de la movilización de todo el Estado y que además confronta directamente con la política de los jeltzales. Los pensionistas, el movimiento feminista, la juventud y sobre todo los conflictos laborales en el sector público y los sectores privatizados prometen complicarle, y mucho, la legislatura al PNV.

El PNV concentra el voto de la derecha

Los resultados son de nuevo catastróficos para el bloque reaccionario de la derecha españolista. Ni Ciudadanos ni Vox obtienen representación alguna en ninguna institución de la CAPV, ni un juntero, ni un concejal. El batacazo del PP que recibió en las generales del 28-A, ha continuado hacia el abismo en estas elecciones. De 102.430 (9,60%) votos que obtuvo en las municipales de 2015, ha bajado a 66.192 (5,88%), con 55 concejales en el conjunto de los ayuntamientos de la CAPV, tan sólo 4 en Gipuzkoa. El golpe más duro lo ha recibido en Araba, en la única esperanza de Alfonso Alonso, donde ha perdido 4 escaños en la diputación y 5 en el ayuntamiento de Gasteiz.

La bajada del PP está completamente ligada a la subida del PNV, que ha concentrado el voto útil contra la izquierda. El discurso del bloque reaccionario contra “los privilegios autonómicos” que alentaron dirigentes de Cs, PP y Vox ha espantado a buena parte de su electorado tradicional. El PNV lleva años centrando su discurso en la mejora del autogobierno, el estatuto de Guernica y el concierto económico: es su marca de la casa y la burguesía y la pequeña burguesía vasca son muy conscientes de que el concierto vasco es una herramienta para garantizar sus negocios y aumentar los beneficios. En la clase trabajadora esto no tiene una repercusión en una mejoría de sus condiciones de vida, cuando desde las instituciones gobernadas por la derecha vasca se usa el dinero público para continuar privatizando y precarizando las condiciones laborales para el máximo beneficio de la patronal.

El PSE ha podido revertir en cierta medida los malos resultados de las últimas municipales y forales (consiguen 190.921 votos en las forales, 43.489 más que 2015) gracias a la caída de Elkarrekin Podemos. La formación morada ha pagado el precio de haber frustrado las esperanzas de quienes vieron en ellos una alternativa a la izquierda y con una posición progresista respecto a la cuestión nacional: ha perdido en la CAV 37.302 votos en las elecciones forales, con 6 escaños menos que en la legislatura pasada.

Por una oposición frontal al PNV. Es la derecha de siempre

El PNV, intenta constantemente desmarcarse del discurso de la derecha españolista y aparecer como una alternativa más progresista, que únicamente aboga por el bienestar, la estabilidad y la paz social en Euskadi. Pero en la práctica, está más que claro que los jeltzales gobiernan para el beneficio de los grandes empresarios y las patronales, y que para ello sus principales aliados en las instituciones son el PSE y el PP. La multitud de casos de corrupción en los que está implicado y que superan 100 millones de euros, son una buena muestra de su gestión. La destrucción constante del empleo en la industria, de derechos laborales, la plaga de la precariedad, la temporalidad y los trabajos basura dejan al desnudo que el “oasis vasco” del que suele hablar es una gran mentira.

Sin embargo, la principal ventaja que tiene el PNV se basa en la falta de una oposición frontal por parte de la izquierda. Una oposición frontal debería empezar por cerrar todas las puertas a posibles pactos. Debería basarse en una denuncia clara y contundente de las políticas de derechas del PNV, de lo que significa la derecha, planteando con claridad que no representa un aliado ni para avanzar en los derechos democráticos de Euskal Herria y menos aún para la clase trabajadora; y que por su puesto no es ninguna alternativa a la derecha españolista.

En vez de eso, los discursos de los dirigentes de EHBildu y Elkarrekin Podemos se centran en llamamientos a que el PNV debería unirse a hacer con ellos políticas progresistas en abstracto. El pacto del nuevo estatus vasco con EHBildu, la predisposición que sigue manifestando para negociar los presupuestos del GV, etc. le ofrece un margen de maniobra completo al PNV para darse ese falso tinte progresista. En las políticas municipales ocurre exactamente lo mismo. Tras haberle concedido la alcaldía de Gasteiz para echar al PP, el PNV ha dado la espalda inmediatamente a EHBildu, para gobernar con el PSE y PP. En esta legislatura, Larrion planteaba que volvería hacer lo mismo.

Joseba Egibar explicaba para Euskadi Irratia: “Se ve que EH Bildu ha adaptado su formar de hacer política a los nuevos tiempos, con la defensa del autogobierno y del nuevo estatus político, pero en el ámbito social le crea un tremendo vértigo colaborar con el PNV (…) el actual sistema no tiene alternativa, y no es que lo digamos nosotros, es que ellos tampoco proponen ningún sistema alternativo”.

El principal objetivo estratégico del PNV es domesticar a la izquierda para que abandone la calle, y para ello alude al realismo, al practicismo, a aceptar las reglas del juego, tanto en los derechos nacionales como en las políticas sociales. El simple hecho de que el PNV felicite a EHBildu, cada vez que “hace política” renunciando a movilizar la calle, es la mejor demostración de que el camino es justamente el contrario.

Unificar las luchas para derrotar las políticas capitalistas del PNV


La estrategia de centrar la única alternativa en las continuas contiendas electorales, aceptando la lógica del sistema capitalista, el mal menor, es un callejón sin salida. El PNV, como toda derecha en el gobierno, tiene auténtico terror a la fuerza de la clase trabajadora y la juventud. Intenta por todos los medios desmoralizarla, dispersarla y hacerla sentir impotente. Para ello usa sus medios de comunicación, la represión de la Ertzaintza y también pretende basarse en los dirigentes reformistas de la izquierda y los sindicatos. Es necesario construir una izquierda combativa, que defienda claramente una alternativa revolucionaria, por supuesto en las instituciones, pero sobre todo en las calles, que unifique la lucha de la clase trabajadora y la juventud por el derecho democrático a la autodeterminación y por acabar con todas las políticas capitalistas.

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