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Entrevista a Javi Losada y Xaquín Gª Sinde, delegados de CGT en Navantia-Ferrol

Cuando a principios del año pasado se iniciaba la negociación del convenio de Navantia, tanto la burocracia sindical representada en el comité como la empresa se las prometían felices. Pensaban en sacar adelante un convenio rápido, y consideraban que con unas cuantas prejubilaciones y algunas promociones sería suficiente.

Sin embargo, el malestar existente fruto de las malas condiciones laborales y del empobrecimiento de la plantilla —muy especialmente de las nuevas incorporaciones—, que se materializa en que desde 2017 la masa salarial haya caído un 35% y hoy existan salarios inferiores a 1.200 euros mensuales, está siendo la base para dar una respuesta combativa.

El 11 de julio, la mayoría del comité de empresa (una alianza entre MAS y CIG) planteó en una asamblea general levantar una medida de presión que estaba paralizando la cadena productiva de las fragatas F-110 para la Marina española. La CGT defendió que no se levantara hasta que no hubiese un convenio que revirtiese el empobrecimiento. Los trabajadores apoyaron por aplastante mayoría esta propuesta.

Entrevistamos a Javi y Xaquín, delegados de la CGT en los astilleros de Navantia-Ferrol y militantes de Izquierda Revolucionaria, para que nos expliquen en qué momento se encuentra la lucha por el convenio colectivo.

El Militante.- ¿Cómo resumís lo sucedido tras la asamblea del 11 de julio?

Xaquín Gª Sinde.- A la empresa no le gustó nada el resultado, y empezó a meter mucha presión para violar la decisión de la asamblea. Durante las vacaciones dio orden a una empresa auxiliar de mover los bloques paralizados cuando no estuviera presente ningún miembro del comité. El comité estableció turnos de vigilancia de 6:00 a 22:00h. Pero la auxiliar empezó a entrar de noche. Ante esto, la CGT planteó hacer turnos nocturnos. El resto del comité se opuso, lo que en la práctica significaba permitir que la empresa ganase la partida. Pero nosotros decidimos hacerlos en solitario. Tras cinco noches solos, el resto se vio forzado a hacerlos también, por el desprestigio que les acarrearía no realizarlos. La coherencia y firmeza de la CGT fue clave para que la empresa no se saliese con la suya.

Javi Losada.- A la vuelta de las vacaciones, MAS-CIG, CCOO, UGT y la empresa iniciaron una ofensiva para que se levantara el bloqueo. La empresa utilizó la línea de mando para hacer propaganda. Y los otros sindicatos alimentaron el miedo y la división localista (principal-auxiliares y Ferrol-Cádiz) en las asambleas parciales. Frente a todos ellos, la CGT planteó mantener la medida de presión y endurecerla con movilizaciones dirigidas contra Navantia, la patronal de auxiliares (para evitar los despidos de compañeros subcontratados) y el Gobierno del PSOE-Sumar, ya que hablamos de una empresa pública.

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Los sindicatos del grupo, a excepción de la CGT, no quieren dar la lucha firme contra la empresa y el Gobierno que demandan los trabajadores. Desde la CGT trabajamos para agrupar a los sectores combativos con el objetivo de endurecer las movilizaciones. 

EM.- Finalmente, en septiembre se produjo otra asamblea general, ¿cómo discurrió?

XGS.- Sí, en la asamblea del 11 de septiembre pasó algo sin precedentes en la historia de nuestra factoría: la empresa llamó a sus fieles a acudir y tuvimos un desembarco masivo de los sectores más reaccionarios, los que nunca participan en nada porque se sienten empresa y tienen una visión antisindical. Todos ellos se presentaron para apoyar la propuesta desmovilizadora de MAS-CIG-CCOO-UGT. La CGT estuvo sola contra lo que en la práctica era un frente común entre la empresa y el resto de los sindicatos. Los trabajadores estaban alucinados y, como rechazo, muchos afiliados de CIG o CCOO que iban a votar por la propuesta de su sindicato apoyaron la nuestra.

JL.- La votación fue muy igualada, aun cuando la propuesta de CGT implicaba 25 horas de paro durante la semana del 16 de septiembre, lo que refleja el potencial combativo que existe en la plantilla. Tras la votación, varios trabajadores exigieron que se votara separadamente el mantener la medida de presión, a lo que la mayoría del comité se negó. Ya conocemos a CCOO, UGT y MAS, pero que la CIG formase parte de semejante golpe antidemocrático fue sorprendente.

EM.- En vista del empate en la votación a mano alzada, al día siguiente se votó en urna. ¿Cuál fue el resultado y qué valoración hacéis?

JL.- La opción de la empresa y la mayoría del comité tuvo 573 votos y la nuestra consiguió 300. Un resultado engañoso porque el voto en urna favorece a los sectores más desmovilizados y reaccionarios frente a los más combativos.

XGS.- Comparando ese resultado con las últimas elecciones sindicales (octubre del año pasado), se aprecia el aumento de apoyo a las posiciones combativas que representa la CGT. Con 227 votantes menos, la CGT subió 75 votos; la suma del resto de los sindicatos bajó casi 300. La tendencia es clara, como también pone de relieve el aumento de nuestra afiliación, en algunos casos rompiendo el carné de otros sindicatos. Por tanto, el balance para el sindicalismo combativo es muy positivo. Solo tenemos que lamentar que los responsables de la CIG hayan acabado en el lado incorrecto de la barricada.

EM.- ¿Cuál es la perspectiva que se abre en la lucha por un convenio digno?

JL.- Los sindicatos del grupo, a excepción de la CGT, no quieren dar la lucha firme contra la empresa y el Gobierno que demandan los trabajadores. Por eso maniobran burocráticamente para descarrilarla, fomentando sin escrúpulos la división entre trabajadores. Todo vale con tal de no hacer un frente de clase y combativo de los trabajadores de los astilleros contra el Gobierno, la dirección de Navantia y la patronal de auxiliares.

XGS.- Frente a esto, desde la CGT estamos trabajando para agrupar a los sectores combativos, con el objetivo de endurecer las movilizaciones. Vamos a convocar una asamblea abierta para debatir la situación con todos ellos. Un punto central de nuestra propuesta es realizar una marcha a Madrid de todas las factorías, con dos objetivos: una concentración ante el Ministerio de Hacienda (del que depende Navantia) y una asamblea de trabajadores para que todos sepamos cuál es la realidad del resto de las factorías. Estamos convencidos de que esa marcha puede ser  decisiva.


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