Las elecciones del 20-N en Euskal Herria han arrojado tres conclusiones importantes: un durísimo revés a la política de colaboración del PSE-PSN-PSOE con el PP, el estancamiento del PP en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y un aumento tremendo del apoyo electoral a la izquierda abertzale, que consigue con las siglas de Amaiur un gran resultado. Otro hecho también a destacar es que la pérdida de apoyos del PNV, que se inició años atrás y se confirmó con los espectaculares resultados de Bildu en las municipales del 22 de mayo de 2011, ha continuado en estos comicios generales.

Un gran resultado para la izquierda abertzale

Las movilizaciones sociales contra la crisis y el paro, las tres huelgas generales desde mayo de 2009, las demostraciones de masas a favor de los derechos democrático-nacionales y el abandono de la actividad armada por parte de ETA, han movilizado la indignación de los sectores populares, trabajadores y jóvenes a favor de Amaiur. Con seis diputados en la CAV y uno en Navarra, la marca de la izquierda abertzale ha superado el mejor registro de Herri Batasuna, logrado en 1985. En las elecciones del pasado 20-N ha obtenido 284.000 votos en la CAV y 49.000 en Navarra y el 24,12% y 14,86% del voto, respectivamente. Amaiur duplica en la CAV el número de diputados del PP, obtiene dos más que el PSE y uno más que el PNV. Los resultados de la Izquierda Abertzale en Guipúzcoa son tremendos: saca 129.000 votos, frente a los 78.000 del PSE y los 51.000 del PP, arrasando en una mayoría de municipios donde ya obtuvo la mayoría en las municipales. Unos resultados que también reflejan un corrimiento del voto obrero de izquierdas hacia Amaiur en las tres circunscripciones de la CAV.

El voto al PSE sufre una sangría

El PSE-PSOE ha sufrido un gran batacazo en Euskal Herria, pasando de 549.082 votos en las generales de 2008 a 326.999 en 2011, y de 9 a 4 diputados. A esto hay que sumar el descenso de 45.000 votos (un 12%) y un escaño sufrido por el PSN en Navarra.
El incremento en cuatro puntos de la participación en las elecciones generales en la CAV (la abstención pasa del 34% en 2008 al 30,34% en 2011) no beneficia a todos por igual: en las zonas tradicionales de la izquierda abertzale se incrementa considerablemente (en San Sebastián la participación crece del 64% al 69,5; en Rentería del 56,4 al 64,84%), pero en otras, de voto socialista, la abstención crece (por ejemplo  en Baracaldo, donde ha ganado el PSE-PSOE, la participación baja del 68,6% al 66,99%). A pesar de esto, los resultados hubiesen podido ser mucho peores de no haber funcionado el voto contra la derecha, que ha permitido al PSE mantener una mayoría en algunos de los barrios obreros más humildes: en Iruñea, las zonas de Sanduzelai y Errotxapea; en Bilbao, a pesar de la caída en 30.000 votos, el PSE sigue siendo la primera fuerza en barrios obreros como Arangoiti, Errekalde, Iturrigorri-Peñascal, Otxarkoaga, Uretamendi y Zorrotza.
En cualquier caso, los malos resultados del PSE representan un duro castigo a la política de recortes y contrarreformas del gobierno central, que también ha tenido su concreción en la CAV y, por supuesto, a su estrategia de llegar a un acuerdo de legislatura con el PP para sostenerse en la lehendakaritza.

Estancamiento del PP y una seria advertencia para el PNV

Las fuerzas de la derecha, españolista y vasca, también obtienen magros resultados en la CAV. El PP pasa de obtener el 18,53% de los votos en 2008 a un 17,8%, aunque mantiene prácticamente los mismos sufragios, 210.000.
Por su parte, el PNV ha obtenido 323.000 votos (el 27,42%), pero ha perdido un escaño en Guipúzcoa, en Álava queda en el cuarto lugar con un 18,86% de los votos frente a un 19,11% de Amaiur, y cae en más de 17.000 votos en total. El partido de la burguesía vasca atraviesa un momento excepcionalmente delicado: por una parte su apoyo decidido a las políticas antiobreras de la patronal vasca les obliga a buscar el entendimiento con el PP, tanto en la CAV —donde acaba de sacar adelante los presupuestos de la diputación de Vizcaya con el apoyo de la derecha españolista— como en Madrid; por otra, el avance de la izquierda abertzale es una amenaza a su supremacía electoral, algo que no va a poder compensar con su demagogia de última hora a favor de los derechos democráticos de Euskal Herria, como se ha comprobado en esta última cita electoral.
En lo que respecta a Navarra, el PP en coalición con UPN mantiene su mayoría con el 38,17% de los votos y dos escaños. Geroa Bai, con un 12,84%, es superada por Amaiur con 14,86% y ambas formaciones obtienen un escaño. El PSN paga su política de colaboración con UPN con la pérdida de un diputado y pasa del 34,76% al 22% de los votos.

Perspectivas

Los resultados electorales del 20-N en la CAV han supuesto una transformación importante. Como anticipo de lo que puede ocurrir en las elecciones autonómicas ha desatado, de entrada, fuertes tensiones internas en el PNV. Si estos resultados se extrapolan al parlamento vasco, el PNV sacaría 20 diputados igual que Amaiur, el PSOE sacaría 18, el PP 15 e IU 2*, con lo que sería totalmente posible un gobierno de izquierdas con cuarenta diputados frente a 35 de la derecha, PNV y PP.
La Izquierda Abertzale tiene grandes perspectivas para consolidar y aumentar su avance, pero es necesario abandonar los pactos con las formaciones burguesas. El  voto de Amaiur puede crecer aún más en las próximas elecciones autonómicas en los barrios obreros y entre los sectores más combativos de la juventud y la clase trabajadora si se legalizan las siglas de Sortu, presentándose en solitario y no en alianza con EA, un partido burgués de derechas que aportó a las listas de Guipuzkoa a un candidato como Rafael Larreina, del Opus Dei y que fue dirigente de la patronal.
Respecto al PSE-PSOE, su política de pactos con el PP en el parlamento vasco, que este último quiere mantener hasta agotar la legislatura, es una receta para profundizar en el desastre. Sólo un giro de 180 grados en la política del PSE, rompiendo definitivamente con la derecha, negándose a llevar a cabo la política de recortes que el PP les exige y defendiendo los derechos democrático-nacionales de Euskal Herria tras la desaparición de ETA, podría evitar el descalabro sin precedentes que se vislumbra. Las tensiones dentro del PSE se van a profundizar en el próximo periodo, como prueban las afirmaciones de su presidente Jesús Eguiguren a favor de la ruptura de los acuerdos con el PP si éste sigue saboteando el proceso de paz. Lo mismo se puede decir del PSN en Navarra. Como señaló el diario Gara en su edición del 21 de noviembre: “en el escenario navarro las formaciones abertzales siguen siendo imprescindibles para articular cualquier mayoría de progreso en el herrialde y el PSN tiene que optar entre seguir siendo el perro lazarillo de Barcina o contribuir a desalojar a la derecha del poder”.
Las elecciones son una foto fija. En cualquier caso, la lucha en el próximo período a favor de los derechos democráticos y contra los recortes sociales presentados ya por el gobierno vasco y anunciados por el nuevo gobierno central del PP, inundarán las calles nuevamente.

* IU después de sucesivas rupturas y crisis internas ha obtenido el 3,68% de los votos en la CAV y en Navarra, donde se presentaba con Batzarre, ha sacado un 5,51% de votos.

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