Los dos principales elementos de las elecciones gallegas son, por un lado, la clara victoria del Partido Popular y, por otro, que se produjo el sorpasso y el PSOE quedó relegado a tercera fuerza, perdiendo 4 diputados y cosechando el peor resultado de su historia en Galicia.

El PP ha revalidado su mayoría absoluta con 41 diputados sobre 75. En cuanto a la izquierda, En Marea supera al PSOE en votos, aunque obtienen el mismo número de diputados. Además, es la segunda fuerza en las siete ciudades y sus áreas de influencia. Es un buen resultado, pero esto no puede hacernos olvidar que el objetivo era que el PP no mantuviese la mayoría absoluta. No fue el caso, así que hay que preguntarse: ¿Qué pasó? Se impone una honda reflexión.

Empecemos por los datos. Y aunque el comportamiento de los electores varía dependiendo del tipo de elección (por ejemplo, las fuerzas nacionalistas obtienen mejores resultados en las autonómicas y locales que en las generales y europeas) y, por tanto, los resultados no se pueden extrapolar de un tipo de elección a otro, en este caso es obvio que la política estatal tuvo una influencia mayor de lo habitual, dada la situación tan extraordinaria por la que pasa. Por tanto, aun con ciertas limitaciones en cuanto a los efectos de esa influencia, es conveniente comparar estas autonómicas, además de con las autonómicas anteriores, con las dos últimas elecciones generales.

  Autonóm. 2016

Gener. 2016

(26-J)

Gener. 2015

(20-D)

Autonóm. 2012
  Votos % Votos % Votos % Votos %
Censo 2.255.756   2.258.012   2.265.555   2.299.184  
Abstención 817.702 36,25 685.791 30,37 611.692 27,00 832.678 36,20
PP 676.676 47,53 643.827 41,49 605.178 37,10 653.934 45,70
En Marea 271.418 19,07 344.143 22,18 408.370 25,04 - -
PSOE 254.552 17,88 345.253 22,25 347.942 21,33 293.671 20,50
BNG 118.982 8,36 44.902 2,89 70.464 4,32 145.389 10,20
C’s 48.103 3,38 133.938 8,63 147.910 9,07 - -

 

Nota: No se tiene en cuenta el voto emigrante.                                             

Estos datos arrojan algunas claves.

1) La movilización electoral de la izquierda que vimos en las generales no se mantuvo. Ya no se mantuvo entre el 20-D y el 26-J, y esa tendencia se profundiza ahora: 130.000 abstencionistas más que el 26-J y 216.000 más que el 20-D. Aunque una parte de esta abstención corresponde a exvotantes de Ciudadanos (el PP sólo sube 33.000 votos respecto al 26-J, aunque C’s pierde 85.000), es claro que la mayor parte de la abstención es de izquierdas: el PSOE perdió 90.000 votos respecto a las dos últimas generales, mientras que En Marea perdió 73.000 respecto al 26-J y 137.000 respecto al 20-D, que ahora se fueron en parte al BNG, que sí presenta una recuperación respecto a las últimas generales, aunque sigue muy lejos de sus mejores resultados históricos (obtiene su peor resultado en voto desde 1989, lo que le hace perder un diputado). Además, donde más sube la abstención respecto a las últimas generales es en las ciudades y sus entornos, precisamente los puntos fuertes de la izquierda: 4 puntos en Santiago, 5 en Ourense, 6 en Lugo, 8 en Vigo y Pontevedra, y 9 en Ferrol y Coruña. Esta diferencia de participación entre las generales y las autonómicas no se da en las zonas rurales.

2) En cuanto a la derecha, a pesar de que el censo tenía ahora 44.000 personas menos que en 2012, el PP mejora tanto en porcentaje como en número absoluto de votos: 33.000 más que el 26-J, 71.000 más que el 20-D y 23.000 más que en las autonómicas de 2012. Además, es relevante que suba en todas las ciudades. Por ejemplo, en Santiago obtuvieron el 46,2% de los votos, más que duplicando a En Marea, que ostenta la alcaldía y fue la segunda fuerza. Este aumento del voto urbano, que combinado con el descenso de la izquierda le da al avance del PP un efecto mayor, responde fundamentalmente al voto útil que le chupa a Ciudadanos, que, tras su pacto de investidura con el PP, no daba ningún motivo para que se le votase. Además, presentó como candidata a una completa desconocida que, aunque nacida aquí, vive fuera de Galicia desde hace muchos años. Respecto al 20-D, Ciudadanos perdió en estas elecciones más de dos tercios de sus votos.

Las consecuencias de abandonar la movilización

Para entender estos resultados hay que comprender de dónde venimos. El 15-M dio cauce a todo el malestar social provocado por los recortes de Zapatero. Inevitablemente, toda la movilización surgida de ese malestar tenía que acabar por encontrar una expresión política, que no fue otra que Podemos. Al buen resultado de Podemos en las europeas de mayo de 2014 le siguieron los magníficos resultados en las municipales de un año más tarde: los ayuntamientos del cambio.

¿Por qué aumenta la abstención de izquierdas? Porque ha desaparecido la movilización que actuó como combustible de todo el proceso. Esta total desaparición de la movilización en la calle, sumado al hecho de que los ayuntamientos del cambio no están siendo referentes en la lucha contra los recortes a través de medidas enérgicas contra las privatizaciones y al giro hacia la moderación política por parte de la dirección de Podemos y sus organizaciones hermanas, son las claves que explican tanto los resultados del 26-J como los de las autonómicas gallegas.

¿Está mejorando la situación laboral, hay más empleo, hay más estabilidad, mejoran los salarios? No. ¿Está mejorando la situación de la sanidad y la enseñanza públicas? No. ¿Está disminuyendo la pobreza energética? No. ¿Se están resolviendo los problemas de vivienda? No. ¿Han desaparecido las causas del malestar social que se expresó políticamente a través de Podemos? NO.

En nueve meses, En Marea pasó de 408.000 votos a 270.000. Esta pérdida de apoyo va en paralelo a la adopción de una actitud y un discurso más socialdemócrata, en donde la transformación radical de las cosas fue sustituida por afirmaciones como las realizadas por el número 3 de la lista por A Coruña, un destacado economista de CCOO: “en la economía hay que cambiarlo todo, pero pasiño a pasiño y con diálogo” (La Voz de Galicia, 21/9). Este tipo de discurso, que deja para un futuro lejano las mejoras reales en la vida de la gente, no es algo que motive a votar a los trabajadores que lo están pasando muy mal y que necesitan soluciones urgentes.

Las victorias electorales de la izquierda se sustentan en dos pilares: 1) la movilización en la calle; y 2) un programa que la gente perciba que va a cambiar sus condiciones de vida, programa que, para la izquierda revolucionaria, en este contexto de crisis sólo puede ser un programa socialista que tome medidas decisivas para expropiar a los capitalistas y proceder a un reparto justo de la riqueza. Recuperar la movilización y dotar al movimiento de ese programa son las tareas del momento.

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