El pasado 25 de mayo, sanitarios y vecinos de los barrios obreros nos concentramos en las puertas de los principales hospitales y ambulatorios públicos de la Comunidad de Madrid. El 12 de Octubre, el Hospital de La Paz, el Gregorio Marañón, el Severo Ochoa (Leganés), el Centro de Salud de Lavapiés o el de General Ricardos, fueron escenario de estas acciones. La defensa de los servicios públicos, la lucha contra la extrema derecha o la denuncia de la terrible gestión del gobierno de la Comunidad de Madrid fueron sin duda los puntos centrales de las protestas: “Sanidad Pública”, “Nada, nada, para la privada”, “Madrid, será la tumba del fascismo”, “Gobierne quien gobierne, la sanidad se defiende” y  muy especialmente “Ayuso dimisión” sonaban con fuerza en todas ellas.

Sin lugar a dudas, estas protestas que han recorrido todos los barrios y municipios de Madrid, han sido también un medio de expresar la oposición que existe a la ofensiva lanzada por la extrema derecha exigiendo un desconfinamiento que atienda exclusivamente a las necesidades de la patronal y se lleve por delante nuestra salud. La juventud y la clase obrera saben bien que estos elementos, a pesar de su demagogia y oratoria barata hablando del pueblo español, son los mayores defensores de la lógica capitalista: son los del copago sanitario, la privatización máxima o la retirada de la asistencia médica a inmigrantes irregulares.

Aunque ahora hagan una campaña furiosa y de una demagogia desmedida tratando de presentar la bandera de España como un símbolo de defensa del bien común, decimos bien claro que no engañan a nadie. Sus símbolos, la bandera con la que han arropado y defendido la represión, los recortes, los desahucios o la contrarreforma laboral del PP, no representan en absoluto a aquellos y aquellas que tomamos las calles contra el plan privatizador de Esperanza Aguirre y que hemos defendido consecuentemente la sanidad pública.

Y es que el Partido Popular, con Díaz Ayuso a la cabeza, y con el apoyo de Ciudadanos y Vox, ha seguido llevando a cabo una política brutal de recortes en la sanidad pública, manteniendo la estela de sus predecesoras, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes. En la última década, se han clausurado casi 3000 camas hospitalarias y se ha despedido a 3.200 trabajadores de la sanidad pública. En 2017, el 60,35% del gasto sanitario de la Comunidad de Madrid iba para manos privadas. Además, según una investigación de la Audiencia Nacional, el PP de Madrid utilizó la construcción de 7 hospitales para financiarse ilegalmente, con comisiones del 1% del valor de cada contrata, lo que le supuso embolsarse más de 1,88 millones de euros.

La gestión de la pandemia por el Covid-19 no ha sido ninguna excepción a la trayectoria  -por todos conocida- de este partido: servilismo consecuente al sector privado y corrupción en estado puro. Con 6.868 fallecidos y 67.932 contagiados, la CAM se ha convertido en la zona cero de la pandemia y la región que más la ha sufrido. Esto se debe a las medidas totalmente insuficientes que ha tomado la administración, con sólo 641 camas en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), éstas se vieron totalmente desbordadas desde el primer día. Desde el primer momento, el personal sanitario denunció la falta de material, de EPIs, mascarillas, etc. ¿Cuál ha sido la respuesta de Ayuso ante estas demandas? Ignorar, humillar y exprimir constantemente al conjunto de trabajadores de la sanidad pública.

Por ello, recuperando las mejores tradiciones de la Marea Blanca, el gran movimiento que inundó las calles de la capital en 2012 y consiguió la paralización de la privatización de varios hospitales públicos, centenares de personas salimos a apoyar la lucha de los sanitarios y trabajadores de la Pública.

Pero no de manera abstracta, sino señalando a los responsables, con nombres y apellidos, de esta catástrofe, y también lanzando un mensaje claro: hay que plantar cara a la extrema derecha. En ese sentido, sabemos bien, como se ha demostrado en estos años, que la única manera de parar el auge de Vox y sus acólitos es mediante la organización y la lucha en las calles. Frente a las caravanas y caceroladas fascistas,  la respuesta es la movilización contundente contra todo tipo de ataque a nuestras condiciones de vida y a los derechos de los trabajadores.

Desde el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria apoyamos las concentraciones de los trabajadores y las trabajadoras de la Sanidad Pública, así como hacemos un llamamiento a la participación en éstas las movilizaciones. La estrategia de paz social y unidad nacional no apaciguará a aquellos que quieren seguir recortando en sanidad y educación pública ni tampoco a los fascistas. La juventud y la clase trabajadora están demostrando en la práctica cómo se lucha por la sanidad pública y se le planta cara a la extrema derecha.

¡Nuestra salud está por encima de los beneficios de los capitalistas!

¡En defensa de la sanidad pública!

¡Ayuso dimisión!

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