Es demencial pero es la realidad, la amarga y terrible realidad. El viernes 24 de junio, 37 inmigrantes subsaharianos murieron en Nador, en la frontera marroquí con Melilla, víctimas de una carga salvaje de la policía del dictador de Marruecos. 37 muertos, aunque la cifra puede aumentar, y más de 150 heridos, que eran parte de los miles que trataban de cruzar la frontera en busca de una vida mejor huyendo del hambre, la guerra y la violencia. Pero a diferencia de lo que vemos en el caso de Ucrania, lo que se encontraron fue con una actuación represiva tan bestial, que el saldo ha sido 37 muertos, 37 inocentes víctimas de las leyes racistas de la UE y de un sistema criminal. Un hecho tan atroz ha sido condenado por todas las asociaciones de derechos humanos, pero en cambio ha concitado el elogio de Pedro Sánchez que ha felicitado a la policía marroquí por su actuación.

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar este Gobierno?  En pocos días celebrarán en Madrid la cumbre de la OTAN y estos 37 cadáveres no serán objeto de ninguna discusión y mucho menos de una disculpa oficial. Las imágenes de estos 37 inocentes muertos y de cientos más apilados unos encima de otros ante la mirada desafiante de la policía marroquí y española, nos recuerda que es en Occidente donde estos crímenes de Estado se cometen con total impunidad y se justifican y se lavan ante la opinión pública.

En rueda de prensa, dirigiéndose solemnemente a la sociedad española, tanto Pedro Sánchez como su Ministro de Exteriores, José Manuel Albares, han elogiado la brutal actuación de Marruecos celebrando que se hayan "empeñado a fondo”, además de justificar la represión de la Guardia Civil y el empleo de gases lacrimógenos como el medio más eficaz de “defender la soberanía” de este “asalto”.

Un discurso nauseabundo que igualmente podría haber sido pronunciado por Santiago Abascal. Esta sintonía con la derecha y la extrema derecha, y con las palabras de su compañero de partido Josep Borrell, que no dudo en calificar a los inmigrantes de Siria, Afganistán o del norte de África como invasores, demuestra sin ninguna simulación porque la socialdemocracia es la lacaya más fiel del imperialismo, del militarismo, y abre las puertas de par en par al racismo y la xenofobia.

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En rueda de prensa, dirigiéndose solemnemente a la sociedad española, tanto Pedro Sánchez como su Ministro de Exteriores, José Manuel Albares, han elogiado la brutal actuación de Marruecos celebrando que se hayan "empeñado a fondo”.

Son justamente este tipo de políticas reaccionarias las que alientan el crecimiento de la extrema derecha. Al fin y al cabo, si se trata de defender a España de una invasión, quien mejor para hacerlo que el PP y Vox.

Una izquierda plegada al imperialismo

No podemos olvidar que esta brutal acción contra miles de inmigrantes desesperados y golpeados por la miseria, viene precedida por el vergonzoso giro de Pedro Sánchez respecto al pueblo saharaui.

Ha sido un Gobierno del PSOE, con ministros de UP, el que ha traicionado la lucha por la independencia nacional del pueblo saharaui reconociendo a la dictadura Marroquí el derecho para apropiarse de sus tierras, de sus recursos, y seguir ocupando sus territorios, tal y como hace el régimen sionista de Israel con los palestinos.

¿Y todo a cambio de qué? De que los policías de Mohamed VI contengan a miles de inmigrantes en sus fronteras a costa de lo que sea y cualquiera que sean las consecuencias.

El grado de cinismo e hipocresía de la Unión Europea y sus gobiernos, y del Ejecutivo de Pedro Sánchez, no tiene límites. Los mismos que denuncia día sí y día también el peligro de que se produzcan hambrunas señalando falsamente a Putin como el único responsable, cierran las fronteras, golpean y asesinan a aquellos que tratan de buscarse una vida mejor y que huyen de ese hambre. Un hambre provocada directamente en las bolsas de París o Chicago por los monopolios capitalistas occidentales que no dudan en especular con las cosechas si eso les permite aumentar más sus obscenos beneficios.

Pero lo peor es que estas políticas racistas y reaccionarias son llevadas a cabo por un Gobierno donde se sientan ministros y ministras con carné de Podemos, del PCE y de IU. ¿Cómo es posible que tras el drama vivido en la frontera, tras las declaraciones de Pedro Sánchez y Albares,  dichos ministros y ministras mantengan un silencio tan cómplice?

Si alguien todavía piensa que apuntalando estas políticas se cierra el paso a la derecha, va a llevarse la sorpresa de su vida. La discrepancia retórica no vale de nada. El apoyo en los hechos de UP a esta acción gubernamental está generando escepticismo, desmoralización y una rabia creciente entre miles de activistas. Y es lógico. Actuar como escudero de un partido plegado a EEUU y sus intereses imperialistas, que no deja de aplicar la agenda de la CEOE y el IBEX 35, es un error que se pagará muy caro.

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La presencia de UP en el Consejo de Ministros consintiendo este tipo de actuaciones no deja de dar alas a la derecha, alimentando su crecimiento, tal y como hemos visto en Andalucía.

La presencia de UP en el Consejo de Ministros consintiendo este tipo de actuaciones no deja de dar alas a la derecha, alimentando su crecimiento, tal y como hemos visto en Andalucía. No basta con criticar verbalmente el giro respecto a Marruecos y la lucha del pueblo saharaui, o a la OTAN, para seguidamente apoyar el envío de armas a Ucrania, o ahora esta brutal represión en la valla de Melilla. Lo que necesitamos es que los discursos y las palabras se correspondan con los hechos. UP no puede seguir en un Gobierno que actúa siguiendo los dictados de la patronal y de un aparato del Estado completamente reaccionario, más que a costa de su propia destrucción.

Las imágenes y los muertos de Melilla ponen en evidencia la barbarie que implica el capitalismo, y que va a agravarse en el próximo periodo. La supuesta política realista de gestionar el sistema supone en última instancia ceder ante la reacción. Por eso necesitamos construir una izquierda combativa que enfrente esta barbarie en los hechos y con un programa socialista e internacionalista. Esa es la única forma de hacer justicia por este crimen de Estado, que muy probablemente quedará impune gracias al Gobierno español.

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