Sólo una política auténticamente de izquierdas puede frenar a la derecha

za_derrotaEl 22 de mayo el PSOE perdió un millón y medio de votos y su apoyo descendió al 27,8%, el peor resultado de su historia en unas elecciones municipales. Ha perdido la alcaldía de Barcelona y Sevilla, la comunidad de Castilla La Mancha, Aragón y Asturias, además de haber sido derrotado por el PP en todas las capitales de provincia andaluzas. Este resultado revela, ante todo y en primer lugar, la bancarrota política de la socialdemocracia. Muchos dirigentes del PSOE han atribuido su debacle “a la crisis”, pero hay que ser más concretos para llegar a la verdad: la culpa no ha sido de la crisis, sin más, sino de la política del gobierno de Zapatero ante ella, que ha consistido en seguir a pies juntillas los dictados de la banca y de las grandes empresas.

Un análisis superficial de estas elecciones, que han supuesto una clara victoria para el PP, subiendo 557.956 votos respecto a las municipales de 2007, podría llevar a pensar que se ha producido una “derechización” de la sociedad. Pero hay que ser más concretos para llegar a la verdad. A lo que estamos asistiendo en los últimos años es a una tremenda polarización política a derecha y a izquierda, aunque con una particularidad: mientras que el polo de la derecha está perfectamente representado por el PP, como cauce de movilización y expresión electoral de su base social, la izquierda, cuya base de apoyo social natural es mucho más amplia que la de la derecha, no tiene una dirección a la altura de las circunstancias y consecuente con estas aspiraciones.

planamayorpsoeUna de las expresiones de esta situación es el elevado grado de abstención (en total la abstención ha sido de 11.710.762 de personas, 33,77% del censo) que, aunque es verdad que ha disminuido ligeramente respecto a las elecciones de 2007, sigue siendo muy alta en los barrios obreros. Esta abstención revela un distanciamiento muy grande entre la política oficial y el sentir de la mayoría de la población y tiene un componente de protesta y rechazo hacia el sistema. También ha sido sintomático el incremento del voto en blanco, que ha alcanzado 584.012 votos, con el porcentaje más alto sobre el censo de todas las elecciones que se han celebrado desde la caída de la dictadura, y el voto nulo, 360.179. Entre el voto en blanco y el voto nulo se llega a casi un millón votos, lo que equivaldría a la cuarta fuerza política.

Izquierda Unida ha incrementado su apoyo en 207.089 votos, llegando a un total de 1.424.119. Este incremento no marca ni mucho menos, el límite de apoyo que una opción política a la izquierda del PSOE puede tener. El divorcio entre la dirección del PSOE y su base social, unido al ambiente de crítica y la voluntad de movilización de un amplio sector de la juventud y de los trabajadores, brinda enormes posibilidades de desarrollo para Izquierda Unida. Sin embargo, para aprovecharlas completamente tendría que hacer también bastantes cambios en su programa político y en la relación que mantiene con el movimiento obrero y de la juventud. La experiencia del tripartit en Catalunya o de coaliciones con la derecha, como ocurrió en Euskadi durante años, hace que muchos trabajadores y jóvenes vean a IU como parte de la misma política oficial burguesa que tanto se ha distanciado del sentir de la mayoría de los trabajadores y de la juventud. Para que IU pueda crecer en influencia, militancia y apoyo electoral tiene que apoyarse en el movimiento real de la juventud, y sobre todo, de los trabajadores y ello implica, inevitablemente, chocar con la política de paz social impuesta por la dirección de CCOO y UGT. Una batalla sistemática y organizada dentro de los sindicatos en defensa de la huelga general, ligada a un programa verdaderamente alternativo al capitalismo y su crisis basado en la nacionalización de la banca y de las empresas estratégicas, defendiendo un plan de inversión pública consecuente con las necesidades sociales y por la retirada de todos los ataques contra los derechos conquistados por la clase obrera, permitiría que IU avanzase no sólo en el terreno electoral sino como una alternativa de lucha para millones de jóvenes y trabajadores. La experiencia de la arrolladora victoria por mayoría absoluta de IU de Villaverde del Río es un ejemplo claro de que un programa claramente marxista y un vínculo total con el movimiento obrero y vecinal es la clave para que la izquierda avance en todos los terrenos, incluido el electoral.

(ver http://www.elmilitante.net/index.php?option=com_content&view=article&id=7178:una-victoria-de-los-trabajadores-mayoria-absoluta-de-iu-en-villaverde-del-rio-sevilla&catid=1060&Itemid=100004).

¿Pasividad de la clase obrera?

manifestacion_vigoEs falso que exista pasividad y apoliticismo entre los trabajadores y los jóvenes, y más falso todavía que ésta sea la causa de la victoria del PP. La gran oleada de protesta social desencadenada por el movimiento 15-M y contra la actuación represiva del Estado, que quería prohibir las concentraciones durante la jornada de reflexión, ha tenido, por su composición y por sus reivindicaciones, un carácter claramente de izquierdas. Hace tan solo unos meses se produjo la huelga general del 29-S que, a pesar del chantaje patronal en las empresas, del histerismo y hostilidad de la gran mayoría de los medios, y de la propia indecisión de los convocantes, consiguió paralizar a todos los sectores y movilizó a millones de trabajadores en manifestaciones. Posteriormente los dirigentes de CCOO y UGT cortaron en seco la perspectiva de continuidad de la lucha y pasaron a avalar los ataques, firmando el pacto con el gobierno y la patronal de la contrarreforma de las pensiones. Pero este giro hacia la derecha de los dirigentes sindicales no fue producto de la “pasividad” de los trabajadores sino del miedo a que se produjera una rebelión social como ya ha ocurrido en Francia o Grecia. Es imposible tener una visión completa de lo que ha pasado en el terreno electoral sin tener en cuenta el papel tremendamente negativo que están jugando los dirigentes políticos y sindicales de las principales organizaciones de la izquierda. Con un gobierno del PSOE llevando a cabo una política salvaje de ataques a su propia base social y con unos dirigentes sindicales apostando decididamente por la desmovilización de la clase obrera, la derecha ha tenido el mejor caldo de cultivo para una victoria electoral.

La táctica del PP desde que empezó la crisis ha consistido en utilizar el malestar social “oponiéndose” demagógicamente a la política de recortes de Zapatero y aderezando su discurso con un fuerte mensaje racista y españolista. Frente a esta ofensiva, los dirigentes del PSOE, totalmente entregados a los dictados de la banca, no podían más que balbucear patéticamente; por un lado apelaban a que el PP actuara “a la altura de las circunstancias” haciéndose corresponsables de los ataques sociales y compartiendo el desgaste político, petición a la que la derecha no se ha prestado; por otro, trataron de movilizar su voto apelando al peligro que la vuelta de la derecha al gobierno tendría para las conquistas sociales, conquistas sociales que ellos mismos están destruyendo. Lógicamente, en estas circunstancias, el recurso al miedo a la derecha no ha tenido ninguna coherencia ni efecto. Los dirigentes del PSOE no sólo no se han diferenciado de la derecha en su política económica sino que han sido completamente incapaces de contestarles en el plano ideológico, cuando la reacción también en este punto está en plena ofensiva. Esto se ha visto de forma meridiana en la cuestión nacional, con los intentos de ilegalizar las candidaturas de la izquierda abertzale, donde el PSOE se ha colocado a rebufo del PP. Si Rubalcaba, en la práctica y en los momentos clave, comparte con Trillo que “todo es ETA”, legitimando la política represiva contra cualquier expresión política del nacionalismo de izquierdas en Euskadi, tampoco es extraño que algunos sectores políticamente más confusos que antes votaban el PSOE ahora hayan votado al PP o a UPyD, ya que siempre es mejor el original que la fotocopia.

En todo caso, lo más significativo en esta cuestión ha sido el apoyo electoral histórico que ha tenido Bildu, convirtiéndose en la primera fuerza en Euskadi en número de concejales y la segunda, prácticamente empatada con el PNV, en número de votos, por delante del PSE y del PP. Ahí sí hemos tenido una expresión electoral del profundo descontento social existente. La amplitud del voto a Bildu (313.000 votos en la CAV y Navarra) ha sido una respuesta a la bestial campaña de criminalización contra la izquierda abertzale de los últimos años, pero también expresa la voluntad de cambios profundos, no sólo en el sentido de la conquista de derechos democráticos sino también de cambios sociales. Es posible que Bildu haya atraído una parte de votantes socialistas descontentos con la deriva derechista del PSE, que en Euskadi tiene un pacto de gobierno con el PP. El programa de Bildu se tendrá que poner a prueba en los próximos meses aunque una cosa está clara desde el principio: la única manera de que la izquierda abertzale pueda llevar adelante una política consecuente de defensa de los derechos democráticos y sociales de la mayoría es rompiendo cualquier compromiso con la derecha nacionalista, como es el caso de EA, con la que mantiene una coalición electoral.

Agudización de la lucha de clases

Es evidente que Zapatero no ha sacado las conclusiones necesarias de este batacazo y de las implicaciones que tiene de cara a las elecciones generales de 2012. La brecha entre el PP y el PSOE es de más de dos millones de votos y 7 puntos de ventaja a favor del primero, pero la misma noche electoral se reafirmó en continuar con su política de recortes sociales y ataques a los derechos históricos conquistados por la clase obrera, afirmando que agotará la legislatura con este objetivo. Realmente, a Zapatero le tiene sin cuidado las consecuencias electorales desastrosas que para el PSOE tendrá continuar esta política; él está absolutamente comprometido con los intereses del gran capital y ha aceptado la tarea de apurar al máximo el trabajo sucio contra los trabajadores antes de la llegada del PP. No es ninguna casualidad que el Financial Times en su edición del 23 de mayo apoyase a Zapatero y le conminará a continuar las reformas. Este gobierno, que ha sufrido una tremenda desautorización por parte de los trabajadores y la juventud, es sostenido por el apoyo abierto del capital financiero.

La crisis que se abre en el PSOE puede ser muy profunda. La contradicción entre su política y su base de apoyo social ha llegado al extremo. No hay que olvidar que el vuelco electoral que se produjo en 2004, cuando el PSOE ganó las elecciones generales, fue producto directo de las movilizaciones de la clase obrera y de la juventud contra el gobierno del PP de Aznar, movilizaciones que revelaban una aspiración de las masas a que el PSOE llevase a cabo cambios mucho más profundos. El PSOE ganó a pesar de la tibieza de su programa y a pesar de la amarga escuela que supuso la política anti obrera de los gobiernos del PSOE en los años 80. Fue muy significativo el grito unánime de “no nos falles” en la calle Ferraz, la noche del 14 de marzo de 2004. Aquella advertencia no era producto de un calentón coyuntural, reflejaba una larga acumulación de experiencias por parte de millones de personas que sintieron como una y otra vez los cambios hacia la izquierda en el terreno electoral no tenían luego una correspondencia con cambios sociales y políticos profundos.

En las próximas semanas los ataques contra la clase obrera van a continuar. Uno de los más graves, la reforma de la negociación colectiva, posiblemente sea firmado por los dirigentes de CCOO y UGT en los próximos días, aumentando todavía más el abismo que ya les separa de los trabajadores y de sus propias bases. Desde el punto de vista de los intereses de los capitalistas el ajuste no ha hecho más que empezar. La crisis no ha tocado fondo y las contradicciones acumuladas durante los últimos años, sobre todo en forma de grandes deudas financieras de las administraciones y bancos, no se han resuelto en absoluto, se han ido aplazando y agravando. La burguesía quiere cargar los desequilibrios de la crisis en la cuenta de la clase obrera. Como muchos “expertos” apuntan, apenas se ha avanzado en las “reformas estructurales”. Espoleados por la presión de los “mercados” se va a producir una nueva ronda de recortes presupuestarios en las diferentes comunidades autónomas, afectando tanto a la sanidad como a la educación. El sistema financiero español sigue siendo una bomba de relojería y el plan de los banqueros es que el Estado se haga cargo de los agujeros dejados por el estallido de la burbuja inmobiliaria, que todavía no ha tocado fondo. Se está produciendo un verdadero saqueo de la riqueza social y de los salarios para beneficiar a una ínfima minoría.

madrid_17M2Las condiciones para un estallido social van a continuar acumulándose. Lógicamente, no se trata de subestimar los efectos negativos de las victorias de la derecha; pero también es importante comprender sus causas y señalar que éstas no significan el fin de la lucha de clases: al contrario, la va a agudizar todavía más. La antes mencionada movilización del 15-M, es sólo un anticipo. Lo que sucedió en Catalunya también es un anticipo de procesos más generales. La victoria electoral de CiU en noviembre no impidió el estallido de protestas y movilizaciones multitudinarias en abril y mayo contra los recortes en educación y sanidad, que van a continuar en mayo. El malestar social contra la crisis capitalista, contra los recortes sociales, contra las medidas de apoyo a los banqueros, contra la injusticia del Estado burgués y contra la arrogancia de la derecha van a aumentar. Una eventual y probable victoria del PP en las elecciones generales introducirá todavía más leña al fuego, empujando a más trabajadores y jóvenes a la conclusión de que es necesario buscar una alternativa a la crisis capitalista y a la ofensiva de la reacción tras comprobar como la política de claudicaciones de los dirigentes socialdemócratas es totalmente incapaz de hacerlas frente. La clase obrera no va a permanecer pasiva, por más que los dirigentes reformistas hayan secuestrado sus organizaciones. Eso sí, la tarea de librar a las organizaciones de la clase obrera de este secuestro es fundamental para que esta pueda desplegar todo su potencial de lucha y todo su poder sobre la sociedad. La tarea de construir una alternativa marxista y revolucionaria en nuestras organizaciones de clase y en el movimiento que lucha en las calles, se hace más necesaria que nunca.

¡Únete a la Corriente Marxista El Militante para luchar por estas ideas!

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