ruben“Si conseguimos que el movimiento 15-M se fusione con el movimiento obrero a través de la exigencia de una huelga general, impuesta desde la base a las direcciones sindicales, esta explosión social iría imparablemente hacia delante”

 

 

 El Militante.— En Málaga la reivindicación de la huelga general ha sido asumida y defendida por el movimiento 15-M, ¿cuál ha sido la clave?

Rubén Fernández.— El 15 de mayo el movimiento irrumpió con fuerza en Málaga y, ante la sorpresa de muchos, miles de jóvenes, trabajadores, parados, estudiantes y jubilados tomamos las calles. Desde ese día los compañeros de El Militante hemos participado activamente en todas las convocatorias y asambleas diarias convocadas. El miércoles 18, en una improvisada asamblea en la que alrededor de 400 personas discutíamos en plena plaza de la Constitución cómo dar continuidad a la movilización, tomaron la palabra distintas personas. Los participantes demostraban recelo de identificarse políticamente, por temor a ser instrumentalizados. “Aquí hay gente de todo tipo, de izquierdas y de derechas, pero todos indignados”, dijo un joven. “Bueno, bueno, de derechas habrá pocos”, fue la respuesta de algunos grupos que escuchaban atentamente. Evidentemente, de derechas pocos. Muchas de las palabras arremetían directamente contra los beneficios empresariales, los bancos, los mercados y los ataques del gobierno a los trabajadores. Estas eran las intervenciones más aplaudidas. No hay duda de que, al igual que en todo el Estado, es un movimiento nítidamente de izquierdas. Eso no quiere decir que no tengamos una fuerte crítica, incluso indignación, a las políticas de los partidos oficiales y a la actitud desmovilizadora de los dirigentes sindicales.
Pero no es menos verdad que, para que este movimiento que hemos construido en Málaga tuviera tanto impacto ha sido crucial la participación de muchos trabajadores afiliados a CCOO, UGT o CGT, que están poniendo lo mejor de ellos mismos en la lucha e incluso han introducido algunas de las consignas más combativas en debates y asambleas. De hecho, me acuerdo que en una de las primeras asambleas un trabajador de la hostelería intervino para decir: “Perdonad, pero si no lo digo reviento… Soy afiliado a CCOO y sí me gustaría que representantes de mi sindicato estuvieran aquí”. Hubo un pequeño silencio, pero el compañero continuó: “¡Sí! ¡Que den la cara!... Después del 29-S no tenían que haber firmado el pacto de pensiones. Tenemos que exigirles que vengan, que participen y que se apoyen en esta movilización para convocar otra huelga general. Lo que no podemos permitir es que desmovilicen y se vayan de rositas”. La gente rompió en un gran aplauso, posiblemente el más contundente de toda la tarde.
El 21 de mayo, en plena jornada de reflexión, una asamblea con 3.000 participantes decidió extender el movimiento a todos los barrios de Málaga y también a todos los centros de trabajo. Cuando un grupo decidido de compañeros defendimos con argumentos la consigna de la huelga general como un paso decisivo en la lucha esta se debatió y se aprobó por unanimidad en la asamblea y  fue acompañado de la creación de una comisión para llegar al movimiento obrero y unificar las luchas que hoy en día se están dando en distintas empresas con el movimiento 15-M.

EM.— ¿Cómo ha funcionado y en qué ha consistido la labor de esa comisión?

RF.— Al día siguiente, esta comisión ya contaba con más de 50 personas. Inmediatamente nos pusimos a trabajar yendo a zonas donde se concentran miles de trabajadores y parados, en primer lugar a barrios obreros como La Palmilla y La Luz, las colas del Inem o las cocheras de la EMT de Málaga. A pesar de la actitud de la dirección de los sindicatos de clase, que siguen instalados en el discurso de aceptar los graves ataques que los trabajadores estamos recibiendo, supuestamente porque no se puede hacer nada, esta movilización está revelando todo lo contrario. Son muchos los afiliados y delegados de CCOO y UGT que simpatizan y se están inspirando de esta explosión de lucha. En una magnifica reunión de la Comisión de Movimiento Obrero celebrada el día de las elecciones, los compañeros iban explicando qué comités de empresa, secciones sindicales y sindicalistas críticos con la política de su dirección conocía cada uno para intentar sumarles y extender la idea de la huelga general. La lista que salió es larga, ya que muchos de los participantes en la comisión son también afiliados y sindicalistas.
Se aprobó en la asamblea convocar una manifestación el viernes 27 mayo. Ese día, supuestamente la plaza tendría que haber sido desalojada porque los reyes venían a Málaga para los desfiles del día de las Fuerzas Armadas. Normalmente, la autoridad no habría permitido que una movilización se solapara con algo tan solemne, pero las cosas han cambiado. La gente se siente fuerte, sabíamos que si nos íbamos de la Plaza, no nos dejarían volver a entrar, como trataron también de hacer en Lleida y Barcelona, donde los compañeros dieron una lección de fuerza a quienes quieren parar este movimiento.

EM.— La manifestación del 27 juntó a más de 20.000 personas. ¿Cómo se organizó? ¿Qué ambiente vivió?

RF.— Cientos de personas han participado en la convocatoria, este fue el primer logro. Desde las distintas comisiones se organizaron repartos de propaganda. Desde la de movimiento obrero editamos una hoja y un cartel con la consigna “hacia la huelga general” y con ello fuimos a los polígonos de La Estrella, el Viso, Guadalorce y al Parque Tecnológico —recinto que alberga empresas con casi diez mil trabajadores— donde algunos comités de empresas no fotocopiaron gratuitamente las hojas para repartirla entre las plantillas. Fuimos también a centros comerciales, gasolineras, edificios públicos, al puerto, al aeropuerto, a las colas del Inem y a unas 40 empresas de Málaga a defender nuestras propuestas. Todas las noches, en la comisión, discutíamos los acontecimientos sucedidos –también a nivel estatal— para orientar la intervención y organizar los repartos del día siguiente.
Conseguimos  sacar 20.000 panfletos y 4.000 carteles, pero eso es sólo lo que hemos sacado nosotros directamente. Muchas copisterías nos fotocopiaban el cartel y la hoja gratis o nos hacían descuentos del 50%, pero además mucha gente anónima se llevaba un panfleto o un cartel y por su cuenta lo fotocopiaba para repartir en su centro de trabajo o en su barrio, síntoma del tremendo apoyo que tiene el movimiento en toda la ciudad. Todas las mañanas nos dividíamos en grupos de dos o tres compañeros para hacer llegar esta propaganda a trabajadores y comités de empresa con los que seguimos manteniendo el contacto.
La aceptación entre los afiliados a los sindicatos ha sido espectacular. Una anécdota: dos compañeros se metieron en El Corte Inglés, preguntaron a un encargado si podían repartir a los empleados: “Por supuesto que no”, dijo en voz alta y clara para que todos los presentes le escucharan. “Vete a la puerta de empleados ahora, que va a salir un turno entero”, dijo acto seguido en voz baja, casi inaudible. Al día siguiente el comité de empresa sacó un comunicado titulado: “tenemos que hacer un 15-M en el Corte Inglés”. Incluso ha habido situaciones chocantes, como cuando algunos compañeros decidieron entrar en la comisaría central de Málaga, hoja en mano, a repartir a los policías. La sorpresa fue mayúscula cuando un agente les pidió la hoja y el cartel y les dijo: “déjamela, yo las fotocopio y se la meto a todos en las taquillas de los vestuarios”. En más de una ocasión, al ir a hacer repartos en alguna zona, nos hemos encontrado que ya estaba empapelada, como decía alguno: “viajes en balde así, te alegran la mañana”.
Y el viernes, más de 20.000 personas salimos a la calle a gritar bien fuerte que no queremos este sistema. Cuando llegamos a El Corte Inglés de la avenida de Andalucía la manifestación ocupaba los tres carriles. Los manifestantes no nos podíamos creer lo que estábamos viendo, habíamos rodeado por completo el edificio y la cabecera saludaba enérgicamente a los manifestantes del otro lado. “Corte Inglés, te tenemos rodeado”, gritaban miles y miles de personas entusiasmadas por esta demostración de fuerza. “La culpa es de los capitalistas”, se gritaba señalando al edificio, símbolo de las grandes empresas. Al finalizar la manifestación, desde megafonía se empezó a leer el texto con las ocho reivindicaciones básicas del movimiento [detalladas en el cuadro de la página 6] y fue aplaudido a rabiar.
Lo que pasó el 27 es complicado de ocultar, fue la manifestación más numerosa en esta ciudad desde el movimiento contra la guerra de Iraq, posiblemente la manifestación más numerosa desde las dos últimas décadas. Sin embargo, apenas se ha difundido en las crónicas de los medios de comunicación burgueses, que conscientemente han omitido a Málaga. Estamos convencidos de que no sólo quieren ocultar su tamaño, sino sobre todo su carácter.

EM.— ¿Qué pasos estáis proponiendo para la continuidad de la lucha?

RF.— El movimiento 15-M ha demostrado con contundencia que existe un claro ambiente de lucha entre los trabajadores y los jóvenes. Es impresentable el silencio de la dirección de los sindicatos ante el movimiento que recorre todo el Estado y parte del mundo (Málaga, Madrid, Barcelona, París, Atenas…). ¡Basta ya de pacto social! No pueden seguir con la excusa de que la sociedad no se moviliza. Tenemos que conseguir que todos los afiliados y delegados sindicales que simpatizan con el movimiento 15-M tengan voz en los sindicatos y, juntos, luchemos con la firmeza suficiente para gritar a los gobiernos y los mercados nuestras exigencias legítimas y justas. Necesitamos democracia real ya en estas organizaciones.
Ahora nuestra misión es seguir adelante con la lucha. Se ha propuesto y aprobado desde la asamblea de Málaga promover una reunión estatal en Madrid de representantes de todas las asambleas del Estado para discutir la situación y coordinar el movimiento. Se está barajando una movilización estatal para el día 19 de junio a la misma hora en todas las ciudades. Ese es el camino.
Si en todas las ciudades extendiéramos la experiencia de Málaga y el movimiento 15-M se fusiona con el movimiento obrero a través de la exigencia de una huelga general impuesta desde la base a las direcciones sindicales para golpear con fuerza y exigir nuestras reivindicaciones a nivel estatal, esta explosión social iría imparablemente hacia adelante.

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