1305381007189Unificar y extender la lucha: con una huelga general y un plan de lucha contundente.

CCOO y UGT han convocado en Catalunya para el próximo 23 de mayo una Jornada de Lucha –con huelga, paros, concentraciones y manifestaciones- para defender los convenios colectivos y evitar que el final de la ultraactividad suponga la destrucción de derechos laborales básicos. La convocatoria incluirá la huelga de más de 250.000 trabajadores de numerosos sectores y empresas, entre ellos del metal o el transporte de mercancías por carreteras.

Ofensiva de la patronal: respuesta obrera.

800.000 trabajadores, sólo en Catalunya, de 50 sectores y 300 empresas pueden quedarse sin convenio colectivo el próximo 7 de julio en aplicación de la reforma laboral impuesta por el PP –con el apoyo de CiU-.  Esta situación se da por la eliminación de la ultraactividad en los convenios. Si antes del 7 de julio patronal y sindicatos no llegan a un acuerdo para renovar los convenios caducados, todos los derechos adquiridos en los años pasados desaparecen de un plumazo y las condiciones laborales de los trabajadores se ven limitadas a los convenios vigentes de rango superior o, en muchos casos, a tan sólo el Estatuto de los Trabajadores. Estamos hablando de una terrible espada de Damocles sobre la cabeza de decenas de miles de trabajadores que puede suponer no sólo un dramático retroceso salarial, sino una pérdida considerable de derechos: en vacaciones, jornada laboral, salud laboral...

Las distintas patronales llevan desde el último año bloqueando las negociaciones, dejando, conscientemente, que pasara el tiempo a la espera de que llegara la fatídica fecha: Bien para así poder negociar desde cero las nuevas condiciones laborales o, incluso, que ante el miedo de perderlo todo los sindicatos aceptaran firmar nuevos convenios con los derechos laborales muy mermados. Lamentablemente, durante muchos meses las cúpulas sindicales confiaron en la “voluntad negociadora” de la patronal que a la hora de la verdad se ha demostrado absolutamente falsa.

Desde marzo, por toda Catalunya, los trabajadores de un listado cada vez más numeroso de empresas exigieron pasar de las palabras y las reuniones inútiles, a la movilización y la calle. No sólo por los convenios caducados, también por los EREs, los descuelgues patronales, despidos, etcétera. Así por ejemplo, el sector del transporte de mercancías por carretera de Barcelona – con el convenio caducado- convocó en marzo tres días de huelga general. A finales de marzo, sólo en la provincia de Barcelona, se podían contabilizar más de veinte empresas y sectores que se encontraban en lucha. Sin embargo, desde los sindicatos no se daba ningún cauce para unificar las luchas. Conflictos emblemáticos como los de Ercros en Flix o Power Control en Sant Vicenç de Calders, que contaban con un tremendo apoyo popular, terminaron con despidos precisamente porque fueron luchas que se quedaron aisladas en un contexto en que muchas otras empresas se encontraban en situaciones similares. Los trabajadores entendían claramente que el único camino era unificar las luchas, pero las cúpulas sindicales continuaban en otra línea: seguían apostando por la negociación y el pacto, no sólo empresa a empresa, sino al más alto nivel, buscando un pacto social con el gobierno de Mas y un “pacto por el empleo” con Rajoy.

Finalmente la actitud chulesca de las patronales del metal por un lado, y la presión de los trabajadores por otro, forzaron a CCOO u UGT a plantear una convocatoria de huelga del sector del metal para el 23 de mayo. Esa presión se pudo ver tanto en las asambleas del metal organizadas por los sindicatos a finales de abril, como en el primero de mayo celebrado en Barcelona, el más grande de los últimos años y con una significativa presencia de empresas y sectores en lucha. Con el anuncio de la huelga del metal, rápidamente los trabajadores de otros sectores y empresas (mercancías por carreteras, panadería y masas congeladas, empresas como Cements Molins) vieron en esta convocatoria una oportunidad para romper el aislamiento y la separación. Ante los anuncios de otros sectores de sumarse a la huelga, las cúpulas de CCOO y UGT adoptaron el 23 de mayo como una Jornada de Lucha en defensa de los convenios, dando libertad a cada empresa/federación para ir a la huelga, organizar concentraciones o paros o asambleas y organizando manifestaciones para ese día en las principales ciudades.

En el momento de escribir este artículo, a la huelga se han sumado: Metal, Transporte de Mercancías por Carretera (que hacen 48 días de huelga, 23 y 24 de mayo), Cements Molins (que han convocado huelga el 23 y 29 de mayo y el 5, 14 y 19 de junio), panadería, chocolates, masas congeladas y ocio educativo y sociocultural. También habrá paros y concentraciones en Alstom Wind, Endesa, el comercio textil, la enseñanza no reglada, los técnicos y administrativos de la Generalitat y en la sanidad pública. No están convocadas, sin embargo, las grandes empresas del metal con convenio propio como Nissan y Seat aunque el paro de las auxiliares afectará de lleno al trabajo en estas factorías.

Hay que impulsar la lucha: Por una huelga general de 48 horas en junio

El 23 de mayo es una convocatoria que nace fundamentalmente de la presión y el sentir de los trabajadores, no tanto de la voluntad de las cúpulas sindicales: Mientras que el 16 de mayo más de 3.000 delegados de CCOO y UGT impulsaban en un Mitin en Barcelona la Jornada de Lucha, el día previo, los secretarios generales de Catalunya de CCOO y UGT, Gallego y Álvarez, se hacían la foto con Artur Mas, buscando un pacto social imposible de alcanzar. El que se haya impulsado esta fecha de movilización, o el importantísimo éxito de la huelga de la educación pública en Catalunya el pasado 9 de mayo (con una manifestación de más de 200.000 trabajadores y estudiantes en Barcelona) son nuevas demostraciones de la voluntad de lucha de la clase obrera.

Pero el problema de los convenios no se va a solucionar con un solo día de huelga. Pensar que enseñar un poco los dientes va a convencer a las patronales de que recapaciten es un error. ¡Todo lo contrario! Si queremos preservar los derechos que tan duramente constó conquistar –porque nadie nos ha regalado nada- no nos queda otra que redoblar esfuerzos y luchar con más contundencia. El movimiento sindical tiene que recuperar tradiciones abandonadas desde hace tiempo como las cajas de resistencia, los comités de solidaridad… Además, el fin de la ultra-actividad no es un problema exclusivo de Catalunya. Por ejemplo sólo en el sector del metal, los convenios provinciales de Guipuzkoa, Guadalajara o Huelva también están caducados. Pero además, la lucha en defensa de los convenios se convierte rápidamente en una lucha política, porque sólo tumbando la reforma laboral del PP –lo que requiere inevitablemente tumbar al gobierno de Rajoy y sustituirlo por un gobierno de izquierdas contrario a los recortes- se podrá recuperar la negociación colectiva, una herramienta esencial para defender a los trabajadores.

El 23 de mayo no pude ser un punto y final, sino el inicio de un plan de lucha contundente y que incluya y unifique todas las luchas (la educación, la PAH, sanidad…). CCOO y UGT deberían de romper por completo con la derecha y con la patronal. ¡Sólo nos queda la lucha y la movilización! Para ello deberían de anunciar para junio una huelga general de todos los trabajadores que de continuidad al 14 de noviembre, pero en esta ocasión con un paro de 48 horas, y así dar un paso adelante en la movilización. Esta convocatoria debería ir acompañada de un plan de lucha, discutido y debatido democráticamente en las asambleas de trabajadores, fábrica a fábrica, empresa a empresa. Los trabajadores están dispuestos a luchar hasta el final. Tenemos fuerza para hacer retroceder a la patronal, pero para ello necesitamos intensificar la respuesta. Más que nunca, necesitamos recuperar los sindicatos como herramientas de lucha y combate, mediante un sindicalismo de clase, combativo y democrático.

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