El 10 de marzo de 1972 fue un día especial en Ferrol y para toda la clase obrera. Los trabajadores de los astilleros Bazán (hoy Navantia) estaban movilizándose por su convenio. Demandaban un convenio de factoría porque el que tenían era interprovincial, para todas las factorías de la Bazán. Esta reivindicación no tenía nada que ver con un planteamiento ideológico nacionalista, ni mucho menos con la insolidaridad hacia los trabajadores de las otras factorías, sino que emanaba de la lucha contra la dictadura franquista y las circunstancias del movimiento obrero de clase. En Ferrol, las Comisiones Obreras ya habían conseguido hacerse con el control de la representación laboral (cosa que no había ocurrido en la gaditana de San Fernando ni en la de Cartagena), y la demanda de un convenio de factoría era una fórmula para eludir el control del Sindicato Vertical franquista sobre las negociaciones del convenio interprovincial, para así poner el proceso de negociación en manos de los trabajadores. La mejor prueba de que ésta fue la razón de la reivindicación del convenio provincial es que esa demanda de un convenio de factoría fue totalmente abandonada nada más desaparecer la dictadura.

El día 9, seis obreros son despedidos, y el resto de la plantilla decide no trabajar. Al mediodía, la policía entra en el astillero y se producen disturbios. El 10, cuando los obreros acuden al trabajo se encuentran la factoría cerrada, celebran una asamblea y deciden salir en manifestación hacia As Pías.

Al llegar allí, el encuentro. La policía franquista los intercepta y exige que se disuelvan. Los trabajadores se niegan y la policía empieza a cargar y a disparar con fuego real. Los obreros se defienden con piedras. En la desigual contienda caen muertos los trabajadores Amador Rey y Daniel Niebla. Los heridos no se atrevían a ir al hospital, para evitar ser detenidos.

Al ver que muchos trabajadores seguían atacándoles, la policía se retiró al cuartel, donde se tuvieron que defender de sucesivos intentos de asalto. Los comercios cerraron y durante varias horas Ferrol quedó en manos de los huelguistas. El gobierno cortó las comunicaciones, incluidas las telefónicas, hasta que, débil pero aún con fuerzas para seguir asesinando, pudo concentrar los efectivos suficientes para ocupar la ciudad. Los obreros volverían al trabajo el 20 de marzo. La conmoción fue tal que alcanzó Vigo, donde los trabajadores de los astilleros se solidarizaron con sus compañeros ferrolanos.

Las consecuencias de todo esto fueron las siguientes: 2 trabajadores muertos, 16 heridos de bala y decenas por otras lesiones, 160 despedidos, 101 detenidos, 60 encarcelados y 54 multados con entre 50.000 y 250.000 pesetas, un dineral para la época. Los sucesos del 10 de marzo dieron lugar a un sumario del tristemente famoso TOP (Tribunal de Orden Público, el órgano judicial de la dictadura especializado en la represión contra la izquierda), conocido como el juicio de los 23 por el número de personas encausadas.

Toda la responsabilidad de esta lucha recayó sobre el Partido Comunista, que muy pocos años después de la finalización de la guerra civil ya había conseguido reorganizar una célula en la Bazán de Ferrol, cuyo trabajo paciente, clandestino y disciplinado les había permitido formar, primero, y convertir en hegemónicas, después, las Comisiones Obreras en la factoría. De hecho, el Seced (Servicio Central de Documentación, creado por Carrero Blanco en enero de 1972, después transformado en Cesid y precedente del actual CNI), dirigido por aquel entonces por el coronel José Ignacio San Martín, quien lo cuenta en su libro Servicio especial, elaboró un informe en que ya daba por “irremediablemente perdidos para el régimen los cinturones obreros de Madrid y Barcelona, las provincias vascongadas, las cuencas mineras asturianas con Gijón, el campo cordobés y la ría de Ferrol”, además de recomendar darles un escarmiento a los trabajadores de la Seat de Barcelona, la Bazán de Ferrol, los jornaleros cordobeses y los mineros asturianos, para ejemplarizar. Los sucesos del 10 de Marzo fueron la chispa que provocó que un conflicto en principio laboral se transformase en un conflicto abiertamente político, en un enfrentamiento a cara de perro con la dictadura franquista.

Lecciones para el presente

Hoy no vivimos en una dictadura política formal, pero qué duda cabe que los acontecimientos de los últimos años están demostrando que la democracia burguesa es la máscara de una férrea dictadura económica del capital, por más que la disimulen (aunque cada vez menos) con mecanismos aparentemente democráticos. La reciente reforma laboral del PP es un intento de implantar esa dictadura también en el terreno laboral, para que el único derecho que nos quede a los trabajadores dentro de las empresas sea el derecho a callar.

Pero esta reforma laboral también pone de manifiesto la total bancarrota del modelo de sindicato impulsado por los dirigentes de CCOO en las dos últimas décadas y la necesidad de desembarazarnos cuanto antes de ese sindicalismo pactista. En cierto sentido, el movimiento obrero necesita un nuevo comienzo. Y para ello lo mejor es volver la vista atrás, para aprender cómo se conquistaron, en luchas como el 10 de Marzo de 1972, los derechos que hoy están amenazados y también para aprender todo lo que hubo detrás de esas luchas: años y años de trabajo paciente y sin resultados aparentes, de entrega y sacrificio militantes, de tesón, de superación de obstáculos, de levantarse después de cada golpe y seguir andando, seguir luchando, sin rendirse jamás, como decía Marcelino Camacho.

Y también para aprender que la clave de que aquellos hombres y mujeres resistieran todo lo que para ellos supuso su compromiso con la causa obrera fue la perspectiva política de que su lucha tenía un sentido más allá de sus resultados inmediatos y de las consecuencias personales: contribuir a acabar con la dictadura franquista y, sobre todo, contribuir a una lucha mucho más importante, la lucha para poner fin a este sistema de explotación, la lucha por el socialismo. La mejor manera de rendir homenaje a Amador y Daniel y a todos los protagonistas del 10 de Marzo de 1972 es luchando hoy por nuestros derechos amenazados como ellos lucharon para conquistarlos.

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