La movilización obliga a la empresa a paralizar el ERE a 869 trabajadores

La empresa comunicó a los trabajadores el pasado 26 de noviembre su intención de presentar un ERE de suspensión en la planta situada en Beasain para 869 empleados, cada uno de los cuales se vería afectado entre 51 y 61 jornadas por esta medida, con un máximo de 350 personas al día. El objetivo de la empresa era repartir todavía más beneficios entre unos pocos a costa de atacar las condiciones laborales y los puestos de trabajo de la plantilla.

Los trabajadores a través de asambleas masivas rechazaron desde el principio esta medida y convocaron distintas movilizaciones, entre ellas diez jornadas de paros parciales de cuatro horas por turno en la factoría de Beasain, además de varias manifestaciones junto a los trabajadores de la planta de Irún. La respuesta de la dirección de CAF, demostrando que estaba dispuesta a llegar hasta el final, fue amenazar a los trabajadores con un cierre patronal y con meter a la Ertzaintza en la fábrica.
Pero los trabajadores continuaron la lucha. El 16 de diciembre la dirección de la planta llamó por teléfono a los representantes de los trabajadores y les convocó a una reunión para las 7:00h. de la mañana del día 17. En el encuentro, el director general de la empresa les leyó un comunicado en el que informaba de que la dirección dejaba sin efecto la tramitación del expediente de suspensión. La información transmitida por la dirección fue recibida con aplausos, gritos y abrazos por los 1.500 empleados congregados en el exterior, que esperaban con suma expectación noticias de la reunión. Su presencia allí se debía a que habían convocado una asamblea para concretar las protestas de esa semana. Los trabajadores habían conseguido un gran triunfo.

Ni un solo retroceso en las condiciones laborales y salariales

Es verdad que las luchas no son fáciles, que las empresas van en serio y que los trabajadores se juegan mucho. Pero este ejemplo demuestra que las empresas no son omnipotentes, que los trabajadores tenemos fuerza, y que si la utilizamos bien se puede multiplicar. Los trabajadores de CAF han demostrando una tremenda capacidad de lucha, y una gran contundencia en la movilización. Este es el camino que hace posible parar los ataques. Pero también hay que tener claro que la empresa no cejará en su intento de empeorar las condiciones laborales. Por eso es necesario mantener la guardia.
Lo que más temen los capitalistas es, por un lado una lucha unitaria y, por otro, la máxima organización de la clase trabajadora. Por tanto, un paso importante sería trabajar por unificar y coordinar las luchas y conflictos de las diferentes fábricas del Goierri, creando una coordinadora de empresas en lucha para hacer frente con más fuerza a los mismos ataques que estamos sufriendo los trabajadores en todas las empresas. Junto a esto, es fundamental implicar a la población de nuestros pueblos, barrios, polígonos, universidades y centros de estudio de todo Guipúzcoa y Euskal Herria.
También, y tal como se ha hecho correctamente con los trabajadores de Irún, es necesario buscar la coordinación y la unificación con el resto de los centros de producción de Lleida, Zaragoza, Elvira, Linares, Castejón y Suresnes, con los centros de mantenimiento de Bilbao, Barcelona, Vigo, Sevilla y Lisboa, y con las plantas de producción/montaje y mantenimiento que están al otro lado del Atlántico: Sacramento (EEUU), México DF, Sao Paulo y Buenos Aires.
La dirección de CAF seguirá moviendo ficha. Esta vez, ante la lucha ejemplar de los trabajadores, han tenido que retroceder en sus planes. Pero no hay que confiar en la “voluntad negociadora” con la que se está “presentando” ahora la empresa. Sólo es para ganar tiempo, para seguir maniobrando y confundir a la plantilla. Es necesario que los dirigentes sindicales no negocien ningún retroceso porque eso solo serviría para abrir el camino a más ataques, y que se basen en la fuerza y decisión que han demostrado los trabajadores, que han sido los verdaderos artífices de esta importante victoria, empujando al comité en todo momento a dar una respuesta contundente a la agresión empresarial.
Por último, si la empresa continúa en su ofensiva, los trabajadores tenemos una alternativa para garantizar los empleos y la viabilidad de la producción: la nacionalización de la empresa bajo el control de los trabajadores. Con una CAF pública controlada por los trabajadores se podrían garantizar las condiciones laborales y los puestos de trabajo, y los beneficios de la empresa no serían para unos pocos, sino para satisfacer necesidades sociales como las infraestructuras, el transporte, la sanidad y la educación pública.

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