Como ya denunciamos en su momento[1], la reacción de la Asturiana de Zinc desde el primer día fue negar cualquier tipo de responsabilidad con los hechos, culpando a los propios trabajadores de la intoxicación. A los directivos de la multinacional se sumaron a coro las voces de los responsables de Fremap, la mutua a la que pertenecían los trabajadores de IMSA afectados. La realidad es que, tal y como recoge el informe de la inspección, Asturiana de Zinc incumplió 17 normas de seguridad pese a que era totalmente consciente de los riesgos a los que exponía a los trabajadores, que en ningún momento fueron informados de la situación real.

Rodrigo Natal es un joven trabajador que durante aquellos días trabajó en el intercambiador donde se produjo la intoxicación: “Durante 15 días trabajamos en confinamiento. Yo tenía una mascarilla aparentemente muy buena,  y no me la quitaba hasta que no llegaba al almacén porque estaba viendo lo que había allí, que era muy chungo. Pero luego supimos que hubiéramos necesitado un equipo autónomo, con bombona de oxígeno y también claro mucho menos tiempo seguido de exposición”

Cuando nos cuenta como vivió aquella experiencia, insiste en lo sorprendidos que estaban todos por la dureza del trabajo en esa ocasión y como el mismo pensaba “A ver si se acaba esto, porque me voy a morir!” y continúa: “claro, yo ya estaba los últimos días muy mal, y estuve hasta el último día, acabé el domingo, 14 días currando sin descanso a 12 horas, sin parar ni un minuto”

A los pocos días, los síntomas eran alarmantes: “Estaba muy cansado, una gingivitis brutal… las encías azules, con sabor metálico. Te despertabas por las noches… pero decía venga, un día más” Y es que, al igual que el resto de sus compañeros siguió entrando cada día al intercambiador porque, como él mismo dice “… a ver, te contratan sólo para esos 14 días y necesitas la pasta, vaya… pero el último día según salí me fui a casa a mirar lo del mercurio por Internet, porque ya habían ingresado a dos compañeros”

“El lunes me llaman de la mutua para hacer los análisis, y aunque les conté lo que me pasaba me mandaron para casa, hasta “tener los resultados de los análisis” pero yo pensaba ¿y si me muero esta noche? Así que fui a urgencias y allí ya me dejaron ingresado ocho días. En el hospital no sabían muy bien que tenía, me pusieron suero para limpiar los riñones y nada más. Ni me dieron los quelantes[2] siquiera, pese a que hay un protocolo en ese hospital para casos de intoxicación por mercurio, porque hace años ya tuvieron un caso muy grave”

En el caso de los intoxicados de IMSA, también en el hospital se actuó con una negligencia asombrosa, pues el mercurio es un metal que se acumula en determinados órganos y cuyo efecto puede manifestarse a lo largo de toda la vida. Por eso es tan importante intentar desde el primer momento “limpiar” todo lo que se pueda los órganos afectados. De hecho, ha tenido que pasar más de un año para que se les reconozca de manera inequívoca la intoxicación por mercurio.

Mientras tanto, los trabajadores afectados veían impotentes como la mutua les daba el alta, sin atender a ningún tipo de razonamiento. “La mutua da asco, es ruin, mezquina y todo lo que le puedas llamar es poco. Porque vas allí y te dicen que no tienes nada y que marches para casa porque cuanto antes te den el alta menos te pagan y para ellos mejor. Pero con el mercurio igual ahora está bien y al mes te vuelve a subir. A otro compañero, Rober fue justo lo que le pasó. Le dieron el alta y al mes siguiente los análisis le detectaron 140 mcg/l en sangre, cuando el máximo es 10 mcg/l. Fue a pedir la baja y no se la dieron, ¡le dijeron que solo la daban en casos de extrema gravedad!… y todavía nos dijeron que si habíamos estado manipulando fluorescentes, o comiendo pez espada… o sea, riéndose de ti. Así que nos dan el alta y al paro. Y encima las empresas no te cogen porque saben que están con lo del mercurio y que necesitas revisiones, análisis…”

Ante esta situación de indefensión deciden organizarse, creando una asociación de intoxicados por mercurio, y cuatro de ellos comienzan una huelga de hambre a las puertas de Asturiana de Zinc, para reclamar a la empresa que reconozca su responsabilidad, admita lo ocurrido como un accidente laboral y se haga cargo de las pertinentes indemnizaciones.

“Uno de nuestros compañeros, Víctor, fue quien se movió. Cuando salió del hospital fue a los periódicos, y creó la asociación. Es increíble, si te pasa un accidente así, ¿para que están los seguros que tenemos? La médica de la mutua que nos está tratando es podóloga y la del hospital nos dice que todo lo que sabe sobre el mercurio lo busca por Internet. Así que lo primero que hicimos fue pedir un equipo multidisciplinar, que sepan de mercurio, para que nos traten, ¿no? ¡Y no nos lo dan!”

“Estuvimos reclamando una atención médica adecuada durante un año, y nada. Tuvimos que buscar nosotros a los toxicólogos y pagarlos de nuestro bolsillo para que por fin nos dijeran los que tenemos: Una clara intoxicación por mercurio, aguda  o subaguda con síntomas claros que pueden perduran en el tiempo, dependiendo de cada persona será más o menos grave. En mi caso los dolores de cabeza diarios, el insomnio, he pasado de dormir de puta madre a no pasar de cinco horas… se me duermen las manos y las piernas…”

“Pero nadie nos hacía caso, y teníamos que llamar la atención. Por eso la huelga de hambre. Estuvimos 14 días, cinco trabajadores: Alfredo, Victor, Kiko, Rober y yo. Fue una experiencia dura, sobre todo al principio, los primeros tres o cuatro días. Pero tuvimos el respaldo de mucha gente que venía a visitarte, a apoyarte. A raíz de la huelga de hambre también vinieron de los sindicatos, organizaciones, etc. Al final desconvocamos la huelga porque había buenas expectativas. En una reunión con Jaime Arias, el director de AZSA, se comprometió verbalmente a reconocer que había sido un accidente, que nos iban a pagar todas las pruebas que hiciéramos a partir de ahora, que hablarían con la mutua para que nos diera de nuevo la baja…pero ahora tengo que decir que nos tomó el pelo, aún no tenemos nada y niega todo lo que nos dijo”

La intoxicación no afectó solamente a los trabajadores de IMSA, incluso trabajadores de Asturiana se vieron afectados, aunque en estos casos la empresa oculta totalmente los hechos. Y no es la primera vez, sino una práctica habitual, como nos comenta Rodrigo: “En el caso de los trabajadores de AZSA, la empresa no les da de baja, ellos hacen los análisis y a los que daban positivo les metían en una habitación, para que no siguieran expuesto al foco y que fueran bajando los niveles de mercurio. Yo conozco de un caso que estuvo seis meses en una habitación! Otros cuatro, tres meses…”

Y en cuanto a la política de prevención de AZSA comenta: “Después lees en los periódicos: cero accidentes de trabajo. Claro, los trabajadores de AZSA tienen miedo porque si dicen algo los echan. A Alfredo y Fernando (otros dos trabajadores intoxicados) en cuanto se enteraron de que estaban con nosotros en la asociación les echaron de la contrata y eso que llevaban ya varios años en AZSA. Alfredo es uno de los que está peor. Comenzó con nosotros la huelga de hambre, pero a los cuatro días tuvieron que ingresarlo por un fallo renal, y en el hospital le dijeron que tenía también el hígado tocado”

De hecho actualmente este trabajador, a quien también tuvimos ocasión de conocer, se encuentra a tratamiento por una grave depresión derivada del accidente y de la actual situación de desempleo en la que ha quedado. Sin embargo, todos ellos están decididos a continuar la lucha para que esto no quede impune.

“Hay un informe totalmente favorable a nosotros de la inspección de trabajo, por el cual nos deberían pagar la parte correspondiente de las nóminas, pero lo han paralizado todo hasta que salga el juicio. Es un juicio por lo penal y pueden pasar años. Así que el siguiente paso es ir a Madrid a las oficinas de Glencore para presionar, y si tenemos que ir a las oficinas centrales en Suiza, pues también.

Hemos denunciado a todos los que tienen responsabilidades en este asunto, desde el Jefe de Prevención de AZSA hasta la médica del hospital que nos atendió y la de la Mutua, por negligencia. Porque pese a la gravedad de lo que nos ha pasado, la multa a AZSA fue de 500.000 €, una miseria para una multinacional”



[1] Ver EM nº 268, febrero 2013

[2] Quelante: es una sustancia que forma complejos con iones de metales pesados. Una de las aplicaciones de los quelantes es evitar la toxicidad de los metales pesados para los seres vivos.

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