Por una política internacionalista y de clase

La disputa por el territorio en reclamación del Esequibo ha sido utilizada a lo largo de la historia por las potencias imperialistas para sus propios intereses y por diferentes Gobiernos capitalistas en Guyana y Venezuela para desviar la atención de los problemas internos y enfrentar a los pueblos.

La decisión del Gobierno de Nicolás Maduro de promover un referéndum consultivo para el próximo 3 de diciembre declarando este territorio parte inalienable de Venezuela, representa una nueva ruptura con las políticas internacionalistas y antimperialistas de Chávez y  tiene un contenido totalmente reaccionario, que solo favorece a la burguesía chovinista de ambos países.

Bajo la dirección de Hugo Chávez la revolución bolivariana apostó por la integración latinoamericana y la colaboración y solidaridad entre los pueblos. Respecto al conflicto histórico por la Guyana Esequiba, Chávez defendió una utilización soberana y respetuosa con el medioambiente de los ricos recursos naturales del territorio en reclamación mediante un acuerdo solidario de colaboración entre ambos Gobiernos, frente a los intereses de las potencias imperialistas y el chovinismo patriotero de los sectores más reaccionarios del ejército y la derecha de ambos países.

Promover un referéndum declarando este territorio parte inalienable de Venezuela, representa una nueva ruptura con las políticas internacionalistas y antimperialistas de Chávez. 

El Esequibo, nuevo peón en el tablero de la pugna interimperialista

El descubrimiento de importantes reservas de petróleo superliviano en la Guyana Esequiba y su explotación ha crecido exponencialmente desde 2015, generando beneficios multimillonarios [1]. En un contexto marcado por la pugna entre el imperialismo estadounidense y los imperialistas chinos y sus aliados rusos por la hegemonía continental y mundial, esto ha relanzado una disputa que parecía contenida durante décadas. Las nefastas políticas capitalistas y proimperialistas tanto del Gobierno de Guyana como del de Nicolás Maduro no han hecho más que exacerbar el enfrentamiento.

Tras fracasar su ofensiva golpista a través de su títere Guaidó, EEUU apostó por hacerse con la explotación en exclusiva de las riquezas de Guyana, que además  de petróleo posee minerales como oro, diamantes y coltán (que ya fueron objeto de disputa interimperialista en otros momentos) y utilizar a su Gobierno como cabeza de playa para nuevas ofensivas por retomar el control de Venezuela.

La general en jefe del Comando Sur, Laura Richardson, se ha referido en numerosas ocasiones a las riquezas de Guyana (y Venezuela) como un objetivo estratégico al que “nunca renunciaremos”. El Gobierno de Guyana aceptó el “abrazo del oso” de Washington para fortalecer su posición en la disputa histórica con Venezuela por el Esequibo, permitiendo la entrada de compañías petroleras extranjeras y firmando jugosos acuerdos  que están beneficiando a los más ricos  mientras la desigualdad y la pobreza siguen golpeando a la mayoría de la población.

El Gobierno venezolano de Nicolás Maduro, que renunció hace mucho tiempo a cualquier perspectiva socialista y antiimperialista consecuente, ha apostado por gestionar la crisis del capitalismo venezolano de la mano de los militares y los imperialistas chinos  y rusos. Por eso establece acuerdos con sectores de la propia burguesía venezolana y los grandes monopolios multinacionales imperialistas. Como parte de esta política de liquidar la revolución bolivariana y hacer concesiones a la burguesía y los militares, sustituyó la orientación internacionalista de Chávez por un discurso chovinista y agresivo que pone el énfasis en el enfrentamiento con Guyana, intentando desviar la atención de los problemas internos y el creciente malestar social con sus políticas.

La decadencia del poder de Washington frente al imperialismo emergente chino se ha reflejado en que sus planes para controlar Guyana en exclusividad están haciendo aguas.  Las compañías petroleras chinas ya tienen una participación del 20% en la explotación petrolera, junto a la transnacional norteamericana Exxon Móvil. Recientemente los Gobiernos de China y Guyana firmaban un acuerdo que supone inversiones de envergadura de Beijing en el desarrollo y seguridad global de Guyana[2] .

Esto significa que el “gran juego imperialista” continúa, con maniobras constantes por parte de ambos bloques imperialistas para imponerse y defender los intereses de sus respectivas multinacionales a costa de los recursos naturales y las condiciones de vida de ambos pueblos. Y ambos Gobiernos asumen gustosamente su papel de peones del tablero imperialista.

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Recientemente los Gobiernos de China y Guyana firmaban un acuerdo que supone inversiones de envergadura de Beijing en el desarrollo y seguridad global de Guyana. 

Un referéndum que alimenta el chovinismo reaccionario

La convocatoria del referéndum del 3D, acompañado de una bochornosa campaña patriotera poniendo el acento en la unidad nacional de todos los venezolanos contra Guyana, señala hasta que punto el Gobierno y los dirigentes del PSUV han hecho suyo el discurso chovinista de la burguesía y la derecha nacionalista[3]. Una fascista como María Corina Machado, reciente vencedora de las primarias de la oposición de derechas financiada por EEUU, exigió en 2011 una ley que aumentase la presencia militar de Venezuela en el territorio en reclamación y criticó a Chávez por rechazar estas propuestas chovinistas y no hacer de este punto un aspecto central de su política exterior. Hoy Machado y otros dirigentes de la oposicion de derecha y ultraderecha venezolana compiten con el PSUV  y el Gobierno en el discurso reaccionario que han adoptado[4].

Para la clase trabajadora de ambos países y del resto del continente es imperativo comprender la verdadera naturaleza de este conflicto. El discurso chovinista de ambos Gobiernos es una manifestación de su subordinación a los monopolios y las potencias imperialistas en sus ansias de controlar los recursos estratégicos, explotar a los trabajadores y oprimir a los pueblos del continente.

La clase obrera y sectores populares de ambos  países debemos organizarnos de manera independiente, superando las divisiones nacionales y étnicas que son utilizadas para dividirnos. La alternativa no es el chovinismo burgués, sino luchar por una genuina revolución socialista en ambos países y a nivel internacional que expropie a los capitalistas y las multinacionales, resuelva nuestros problemas y garantice un desarrollo soberano y respetuoso con el medio ambiente poniendo fin a las guerras, conflictos y miseria que impone este sistema. Estas son las ideas por las que luchamos desde Izquierda Revolucionaria en Venezuela.

 

Notas:

[1] Las reservas de petróleo de Guyana

[2] https://latinoamerica21.com/es/china-expade-su-presencia-en-guyana/

[3]Referéndum sobre el Esequibo: 5 preguntas para un pueblo libre, participativo y protagónico

[4] María Corina Machado plantea defender el Esequibo en la Corte Internacional de Justicia         

María Corina Machado y la disputa sobre el Esequibo: «La soberanía se ejerce, no se consulta»

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