Durante los últimos meses una oleada de huelgas y protestas se ha dejado sentir en toda Polonia, la principal causa es la subida de precios y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. En julio decenas de miles de trabajadores participaron en manifestaciones por todo el país y los estibadores iniciaron una serie de protestas y huelgas contra la privatización de los tres principales astilleros que emplea a  decenas de miles de trabajadores. Este sector es tradicionalmente junto a los mineros (que también han protagonizado luchas a lo largo de este año) uno de los sectores más combativos de la clase obrera polaca. Las huelgas también han afectado al sector privado con decenas de fábricas, como Michelin o Fagor, y también a otros sectores como la electricidad y el automóvil.
El gobierno ahora pretende aprobar una nueva Ley Laboral que entre otras cosas prohibiría prácticamente el derecho a huelga o eliminar el derecho a jubilación de muchos trabajadores. Este ataque ha servido para escalar aún más la oleada de protestas y, por ejemplo, el pasado 29 de agosto bajo una lluvia torrencial más de 50.000 personas se manifestaron en Varsovia para exigir la retirada de la ley, se trata de la manifestación obrera más grande desde los años noventa.

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