¡Tomemos de nuevo las calles, preparar la huelga general! 

Este 11 de septiembre centenares de miles de personas volveremos a tomar las calles en defensa de la república por la que votamos masivamente el 1 de octubre de 2017. Esta diada llega en un momento clave. Durante las próximas semanas el Tribunal Supremo hará pública la sentencia del juicio-farsa contra el procés. Una sentencia que está decidida desde mucho antes que empezase el juicio y cuyo objetivo es dar un escarmiento al pueblo de Catalunya que sirva de advertencia a todo el que ose desafiar al régimen del 78, su rey impuesto a dedo y su aparato estatal y sistema judicial heredados directamente del franquismo.  

La sentencia del juicio-farsa del 1-O y el carácter antidemocrático del régimen del 78

Tanto el desarrollo de este juicio-farsa como las decisiones de los tribunales, pisoteando los votos  de millones de personas e impidiendo a los presos políticos catalanes elegidos diputados en las elecciones generales y europeas ocupar sus escaños, han mostrado el ADN franquista de la burguesía española, una vez más.

Si alguien tiene alguna duda solo hay que escuchar las histéricas declaraciones de Pablo Casado, Albert Rivera o Inés Arrimadas exigiendo una sentencia “ejemplar” al Supremo, sus amenazas de aplicar nuevamente el 155 y por tiempo indefinido si llegasen a la Moncloa, los ataques a los derechos democráticos y sociales que está aplicando el bloque reaccionario formado por PP, Ciudadanos y Vox allí donde gobierna o la posición que han mantenido ante la dramática situación en el Open Arms, apoyando entusiastamente las posiciones racistas y xenófobas de Salvini.

Si la derecha españolista refleja fielmente el carácter antidemocrático de la clase dominante y su régimen político, la vergonzosa actuación del Gobierno del PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, demuestra que la única manera de conseguir la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y hacer realidad la república catalana es con la lucha masiva y continuada en las calles.

Pedro Sánchez se pliega a la burguesía y la derecha españolista

Las elecciones generales, municipales y europeas significaron una derrota histórica para Vox, PP y Cs. No solo en Catalunya –donde ni siquiera alcanzaron un 15% de los votos en conjunto– sino en todo el Estado español. Millones de jóvenes y trabajadores se movilizaron masivamente en las urnas, como antes lo habían hecho en las calles, para impedir un “trifachito” en la Moncloa y exigir un gobierno de izquierdas que acabara con los recortes sociales y las privatizaciones; que garantizara empleo, pensiones, sanidad y educación dignas; que combatiera la opresión, discriminación y violencia de género, así como el racismo y la represión contra los inmigrantes; que recuperara y defendiera los derechos democráticos pisoteados por los gobiernos del PP, incluido el derecho de autodeterminación.

Sin embargo, transcurridos más de cuatro meses desde las elecciones generales del 28 de abril, Pedro Sánchez y el resto de dirigentes del PSOE han dejado suficientemente claro que su política pasa por anteponer las directrices del Ibex 35 y el conjunto de la clase dominante a la voluntad de los millones de jóvenes y trabajadores que les votaron: negativa a asumir las reivindicaciones del movimiento feminista o de los pensionistas, mantenimiento de los recortes, la LOMCE, la reforma laboral o la Ley Mordaza… Su vergonzoso papel en la crisis del Open Arms es un ejemplo más de ello. Aunque donde los dirigentes del PSOE se han mostrado más serviles y pusilánimes ante la clase dominante y la derecha –como ya ocurrió cuando apoyaron el 155– es en el terreno de los derechos democrático-nacionales.

Sánchez no solo se ha negado a liberar a los presos políticos y permitir el retorno de los exiliados, se ha opuesto radicalmente al derecho de autodeterminación. Es más, exigió a Pablo Iglesias que renunciara de manera expresa a defender el derecho de autodeterminación y cualquier otra reivindicación que cuestione el régimen del 78. Los dirigentes de Unidas Podemos –que durante la crisis revolucionaria de Catalunya abierta en otoño de 2017 renunciaron a luchar seriamente por la república o la autodeterminación– empeñados en conseguir sillones ministeriales han aceptado esta imposición de manera bochornosa, subordinándose al aparato del Estado y reflejando una vez más su bancarrota ideológica. “Estamos dispuestos a asumir la estrategia del PSOE en asuntos de Estado tan sensibles como Catalunya o la política exterior”, señalaban a El País, el pasado 8 de julio. Sin embargo, no ha sido suficiente para el PSOE, que se lo ha pagado negándoles su entrada en el Ejecutivo.

¡Basta de promesas vacías y renuncias! Hay que organizar la lucha masiva en las calles

Los dirigentes de ERC y JxCat también parecían convencidos de que, tras el resultado electoral, sería posible un acuerdo con Sánchez y el PSOE. A cambio de frenar la movilización en la calle y mandar la reivindicación de la república al baúl de los recuerdos, esperaban que un gobierno socialista se mostrase dispuesto a rebajar las penas. Pero la crisis del régimen del 78 es tan profunda que hasta el momento no se ha formado ese gobierno.

Pero, incluso, un acuerdo tan limitado se ve dificultado tanto por las presiones de los sectores más reaccionarios del Estado como por el malestar que existe entre las bases independentistas ante la renuncia de sus dirigentes a la república y a organizar una lucha masiva y continuada.

Este malestar ya se expresó en la pitada a Torra y al conseller de Interior Buch en el aniversario del del 1-O de 2018, en las manifestaciones contra la represión de los Mossos a movilizaciones independentistas y antifascistas de los CDR o en las huelgas contra los recortes y políticas privatizadoras del Govern. Con motivo de esta diada, ese descontento ha vuelto a salir a la superficie. Reflejando la presión de sus bases, los dirigentes de Òmnium y sobre todo de ANC se han mostrado enormemente críticos con las direcciones de PDeCAT, JxCat y ERC.

Mientras millones de jóvenes y trabajadores así como amplios sectores de las capas medias hemos demostrado nuestra disposición a ir hasta el final, los dirigentes de ERC y JxCat se dedican a echar jarros de agua fría afirmando que no es posible derrotar la represión del Estado, que “no hay fuerza suficiente para hacer efectiva la república” y posponiendo su realización a un futuro indeterminado. En la práctica intentan enterrarla, meter a la gente en casa y recuperar la cómoda vía del autonomismo y la “negociación” con la burguesía española.

Frente la sentencia del Supremo: preparar un nuevo 3 de Octubre

Estas afirmaciones no son ciertas. Las burguesías española y catalana lo saben y tienen pánico a un nuevo estallido en las calles. Las divisiones dentro del españolismo –la reciente crisis en Sociedad Civil Catalana, con su nuevo presidente planteando suavizar la represión y choques abiertos con Cs, o la propia ruptura de Valls con Rivera tras la debacle electoral– reflejan su enorme debilidad y el pánico a que una sentencia condenatoria desate la movilización de las masas e incremente aún más el apoyo a la independencia.

No hay que perder más tiempo. La única alternativa que puede derrotar la represión del régimen del 78, conquistar la libertad de los presos políticos y hacer efectiva la república es la movilización masiva y continuada en las calles. Ninguna agresión puede quedar sin respuesta: hay que preparar y organizar ya una huelga general que paralice Catalunya e inunde las calles como el 3-O de 2017, para responder inmediatamente a la sentencia del Tribunal Supremo. Esa huelga no puede quedar aislada, debe ir acompañada de un plan ascendente de nuevas movilizaciones y huelgas hasta conseguir el objetivo.

En las elecciones europeas el apoyo a los partidos independentistas alcanzó el porcentaje más alto de la historia. Todos los sondeos siguen mostrando entre un 70 y un 80% de apoyo al derecho de autodeterminación en Catalunya. En el Estado español, pese a la campaña de histeria españolista orquestada por la derecha, el silencio cómplice —cuando no la colaboración— de los dirigentes del PSOE y que los dirigentes de IU y Podemos siguen mirando a otro lado, el número de personas que rechaza la represión contra el pueblo catalán y respalda una solución democrática supera claramente a quienes apoyan un nuevo 155.

Recientemente, un medio nada sospechoso de izquierdista, El Confidencial realizaba una encuesta sobre la monarquía entre la población española. Los resultados son demoledores para el régimen del 78: a pesar del monopolio propagandístico de los medios de comunicación solo un 50,8% de los encuestados apoyaba la monarquía mientras que un 46,1% se declaraba republicano. Entre los menores de 25 años este porcentaje ascendía al 74%. En Catalunya, los defensores de la monarquía representan apenas el 21%, frente a un 75% que quiere una república, al igual que un 70% de los vascos.

Estos datos reflejan el creciente cuestionamiento al régimen del 78, incluso entre los millones de jóvenes y trabajadores que han votado PSOE (o PSC en Catalunya) y, por supuesto, entre quienes votaron por Unidas Podemos. Muchos de ellos han permanecido hasta el momento al margen de la lucha por la república catalana porque, aunque rechazan a PP, Cs y Vox, desconfían del procés debido al papel que desempeña la derecha catalanista y los recortes y ataques aplicados desde el Govern por CiU y por los gobiernos de coalición del PDeCAT y JxCat con ERC.

Sin embargo, hay que tener claro que estas capas pueden incorporarse a la lucha. Una república socialista de los trabajadores y el pueblo que, junto a la liberación nacional, ofrezca solución a las necesidades y reivindicaciones de la mayoría de la población uniría al conjunto de la clase obrera catalana, ganando una mayoría social aún más amplia de la actual. Este también es el mejor modo de conquistar la simpatía de los jóvenes y trabajadores del resto del estado y de Europa, frenar la represión y conseguir la victoria.

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