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El próximo domingo 14 de febrero se celebrarán elecciones al Parlament de Catalunya en medio de la tercera ola de la pandemia, y después de que el TSJC y el PSC-PSOE impusieran esta fecha antidemocráticamente rechazando las recomendaciones de los expertos sanitarios ante los riesgos evidentes para la salud pública.

El efecto Illa y la represión

La burguesía española y una parte significativa del aparato del Estado apuestan en estas elecciones por el PSC y el llamado “efecto Illa”. Tratan por todos los medios de hacerse con una porción significativa del naufragio de Cs, y colocarse en mejores condiciones para enfrentar y desarticular el movimiento de masas por la república catalana.

Debemos recordar que en estos años el PP y el PSOE, respaldados por los tribunales franquistas, han intentado todos los caminos para aplastar los derechos democráticos del pueblo catalán. El 1 de octubre de 2017 lo intentaron con una brutal represión, movilizando a miles de policías y guardias civiles para impedir violentamente el legítimo derecho a decidir. Ante la respuesta masiva y ejemplar de la población, y la huelga general del 3 de octubre, pasaron a la aplicación del artículo 155 de la constitución y la suspensión en la práctica de la autonomía catalana. Más tarde vendría el encarcelamiento de los dirigentes independentistas, y unas elecciones convocadas en diciembre de ese año en condiciones de excepcionalidad antidemocrática.

Pero las maniobras de la derecha españolista y del aparato del PSOE fracasaron en su intento de dar carpetazo al mayor movimiento de liberación nacional y social que ha vivido Catalunya en décadas, y que abrió una crisis política sin precedentes en el régimen del 78.

Illa habla ahora de “pasar página”, pero descarta el derecho de autodeterminación mientras se pliega ante unos tribunales y una legalidad que mantiene en la cárcel o exiliados a dirigentes y militantes independentistas. El objetivo del PSOE-PSC es combinar el palo y la zanahoria, para dar bríos a una mascarada de “diálogo” que mantenga el rumbo de las políticas pro capitalistas, los recortes sociales y los ataques a la libertad de expresión.

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Illa habla ahora de “pasar página”, pero descarta el derecho de autodeterminación mientras se pliega ante unos tribunales y una legalidad que mantiene en la cárcel o exiliados a dirigentes y militantes independentistas.

El hecho de que Illa haya sido también el responsable de una gestión sanitaria infame, que alcanza la cifra inaceptable de 100.000 muertos mientras las multinacionales de la sanidad privada y las grandes farmacéuticas se llenan los bolsillos, dice mucho de los intereses de clase que defiende.

Los dirigentes de los Comuns y ERC

De poco sirve que los dirigentes de los Comuns y Unidas Podemos agiten en campaña la bandera del republicanismo para intentar diferenciarse del PSC-PSOE, cuando su práctica cotidiana entra en abierta contradicción con el discurso.

En Catalunya hay un movimiento de masas por la república que UP y los Comuns no han apoyado, pero que ha llenado las calles con millones de manifestantes ¿Por qué Pablo Iglesias y Garzón, en lugar de intervenir en este movimiento para reforzar su carácter de clase, socialista e internacionalista, lo que es ABC para cualquiera que se consideré de izquierdas o marxista, lo han tildado de maniobra de las élites o de “provocación al fascismo”? ¿Acaso no es la obligación de la izquierda consecuente cuando estallan movimientos de liberación nacional de esta envergadura, con aspiraciones democráticas progresivas, participar en ellos para desenmascarar a la derecha y la burguesía nacionalista que busca liderarlos para su propio beneficio?

Lamentablemente Iglesias y los dirigentes de Podemos, que despertaron una expectativa extraordinaria entre la juventud y la clase obrera catalana, han renunciado a posicionarse en esta lucha y extenderla a todos los territorios para golpear al régimen del 78, optando en cambio por la mayor de las utopías: convencer a este Estado, heredado directamente del franquismo, de que acepte un referéndum pactado.

La otra cara de esta política es su papel en el gobierno central: como ya señalamos que ocurriría, no han logrado arrastrar al PSOE a la izquierda sino que UP se asimile cada día más al sistema. Renunciando a la movilización para defender y conquistar derechos sociales reales, son utilizados como coartada “progresista” para una política económica que no deja de recibir los aplausos de la CEOE, la UE y de los grandes poderes financieros.

Por su parte, el proyecto que representa la dirección de ERC implica continuar con la agenda de recortes y austeridad que de la mano de JxC han venido desarrollando en el Govern de la Generalitat. Su opción es trazar puentes con el Estado y desmovilizar al movimiento independentista argumentando la debilidad en la correlación de fuerzas para lograr la república, y presentar la “mesa de diálogo” como la única opción. ¡Cómo si los poderes fácticos estuvieran abiertos a tratar una solución al derecho a decidir que no pase por su negación!

Frente a las fórmulas que solo buscan escurrir el bulto debemos ser claros. Sí hay fuerza para lograr la República catalana ahora. El referéndum del 1-O de 2017 pasará a la historia porque más de 2 millones de personas votamos a favor de ella, cifra que supera otras consultas dadas por válidas como la realizada por el Estatut o la Constitución Europea.

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Por su parte, el proyecto que representa la dirección de ERC implica continuar con la agenda de recortes y austeridad que de la mano de JxC han venido desarrollando en el Govern de la Generalitat.

Posteriormente, el movimiento de masas ha protagonizado las huelgas generales y las movilizaciones más grandes de la historia reciente de Catalunya, mostrando que una inmensa mayoría quiere la república para acabar con los recortes y la austeridad. No seremos nosotros los que minusvaloremos los efectos de la andanada represiva, pero lo que no es de recibo es que los dirigentes de ERC y JxCat oculten sus responsabilidades y su gestión nefasta de la pandemia. No podemos jugar al gato y al ratón. Los hechos son los hechos.

Especialmente impactante es que los dirigentes de ERC, cuya formación recibe el voto de miles de trabajadores y jóvenes de izquierdas, hayan mantenido las políticas de ataques a lo público de la derecha catalanista y de CiU, y gobierne en unidad con ésta. Sin ir más lejos, ERC está al frente de la Conselleria de Salut, pero la sanidad pública sigue colapsada y con unos profesionales exhaustos y sin recursos.

¡Votar CUP y continuar la lucha por la república socialista, contra los recortes y la represión!

Decenas de miles de jóvenes y trabajadores votarán CUP en estas elecciones, expresando la determinación que existe entre los sectores más combativos de continuar la lucha por la república y contra las políticas capitalistas. Desde Izquierda Revolucionaria/Esquerra Revolucionària hacemos nuestra esta determinación, y llamamos a votar por la candidatura de la CUP-UNCPG. Un voto que debe servir para fortalecer el movimiento de liberación nacional y social con una política de independencia de clase, socialista e internacionalista.

Como hemos reiterado en otras ocasiones, desde Izquierda Revolucionaria/Esquerra Revolucionària nos oponemos a la entrada de la CUP en un gobierno de unidad nacional con Junts y ERC. La idea de que para conquistar la autodeterminación y la república socialista es imprescindible una alianza con las fuerzas burguesas catalanistas es un completo error y conduce al desastre. Estas fuerzas quieren poner punto y final a la crisis revolucionaria desatada hace tres años. Las alianzas programáticas y de Gobierno con ERC y Junts, solo servirán para mellar el filo anticapitalista de la CUP y asimilarla al orden establecido, lo mismo que ha ocurrido con los dirigentes de UP. La CUP debe situarse en la oposición de izquierda más intransigente, pero no con afán de ser una minoría autocomplaciente, sino para conquistar el apoyo de la mayoría de la clase obrera y la juventud a un programa genuinamente socialista.

Estamos de acuerdo con los compañeros y compañeras en que hay que “acumular fuerzas”, pero sólo si es en las fábricas, en los centros de trabajo y de estudio, en los barrios, en los sindicatos de clase y los movimientos sociales, y si se hace defendiendo un programa que combata a la reacción y el fascismo, y que confronte con las políticas capitalistas de la derecha y la socialdemocracia catalanista. Es necesario romper con la idea de la unidad nacional por encima de los intereses de clase antagónicos. Nunca podremos lograr una verdadera “ruptura” con el régimen del 78 de la mano de aquellos que lo apuntalan con sus políticas.

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Queremos una república para el pueblo y no manejada por la oligarquía de siempre. Una república socialista que nacionalice la banca, los grandes monopolios, la sanidad privada y las farmacéuticas. Esta es la alternativa que defendemos desde Izquierda Revolucionaria/Esquerra Revolucionària.

La crisis del espacio postconvergente demuestra que los trabajadores y jóvenes podemos conquistar la dirección del movimiento de liberación nacional. Y debemos hacerlo con un planteamiento programático claro: queremos una república para el pueblo y no manejada por la oligarquía de siempre. Una república socialista que nacionalice la banca, los grandes monopolios, la sanidad privada y las farmacéuticas. De esta manera movilizaremos los recursos que hoy están en manos de un puñado de oligarcas y podremos luchar contra el paro y por el empleo digno, por una educación y sanidad públicas de calidad, para evitar la muerte de decenas de miles de personas y ofrecer un techo poniendo fin a los desahucios. Esa república recibiría el apoyo mayoritario y entusiasta del conjunto de la población no solo en Catalunya, también de los trabajadores y jóvenes del resto del Estado y de Europa. Esta es la alternativa que defendemos desde Izquierda Revolucionaria/Esquerra Revolucionària.

¡Ni un paso atrás en la lucha por la República catalana socialista!
¡Vota por la CUP el próximo 14-F!
¡Únete a Izquierda Revolucionaria!

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