¡Elecciones anticipadas ya!
¡Fuera el PP del gobierno y CiU de la Generalitat!

El pasado 9 de noviembre 2.305.290 personas acudieron a votar en Catalunya, en la consulta prohibida por el Tribunal Constitucional (TC) y el Partido Popular, produciéndose un desafío masivo al autoritarismo neofranquista del PP y de los sectores más reaccionarios del aparato del Estado. Que una consulta de estas características alcance una cifra similar de participación a la que se produjo en la votación de la reforma del Estatut (2.570.478) o en las últimas elecciones europeas (2.532.629), concretamente 265.188 y 227.339 votos menos respectivamente, supone un nuevo mazazo contra el gobierno del PP. 

Subraya la importancia de la participación el hecho de que el propio gobierno de Mas, tras acatar la primera prohibición del TC, relegara la consulta del 9-N a un papel secundario en el proceso de consecución del derecho a decidir.

En cuanto a los resultados, el 80,67% de las personas que participaron votaron por el Sí-Sí, un 10,67% por el Sí-No, y un 4,54% por el No. Una parte importantísima de los que han optado por el Sí-Sí lo han hecho porque ésta era la opción más contundente para expresar su rechazo a la actitud reaccionaria y antidemocrática del PP. La derecha española, de forma demagógica, habla constantemente de una “mayoría silenciosa” favorable a sus posiciones, en referencia a los que no han participado en la consulta. Esta interpretación es tan falsa y retorcida que no resiste el menor análisis. Hay que recordar que el PP no llegó ni al 10% de apoyo en Catalunya en las pasadas elecciones europeas, y Ciutadans alcanzó el 6,8%. Muy poco para ser una “mayoría silenciosa”. La mayoría de la gente que no ha participado en la consulta no lo ha hecho en oposición al derecho a decidir sino porque tenían la sensación de que su participación podía ser capitalizada políticamente por CiU, el partido de los recortes y de la represión, igual que el PP. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que la mayoría de la gente que sí ha participado lo haya hecho como una forma de apoyo a CiU.

El sector ultra del PP y del aparato del Estado claman venganza

El esquema inicial de CiU era utilizar el éxito de la votación y de los resultados para continuar con su particular hoja de ruta, centrada en aprobar unos nuevos presupuestos antisociales y tratar de agotar los dos años de legislatura apoyándose en el PSC y abriendo negociaciones con el gobierno del PP. Sin embargo, el gobierno del PP se encuentra condicionado por el ala todavía más reaccionaria del partido y por el sector más ultra del apartado del Estado, que reclaman venganza por el desafío que supuso el 9-N.
De hecho, posteriormente a la consulta, hemos asistido a un auténtico enfrentamiento entre diversos sectores del aparato del Estado y del PP sobre cómo actuar al respecto. Primero con el PP de Catalunya y Alicia Sánchez Camacho anunciando por adelantado que la Fiscalía General del Estado preparaba una querella. Posteriormente, produciéndose un enfrentamiento entre Torres Dulce, fiscal general del Estado, y el PP con motivo de la presentación o no de una posible querella. Y finalmente con un enfrentamiento en el seno de la fiscalía entre los fiscales catalanes y Torres Dulce y la Junta de Fiscales a nivel estatal, que terminaron acordando interponer una querella contra Artur Mas y otros dos miembros del gobierno de CiU.
Ante la negativa del PP a hacer la más mínima concesión a la que CiU pueda agarrarse, Mas ya ha hecho público su plan para “conseguir la independencia en 18 meses”, situando como siguiente paso la convocatoria de elecciones plebiscitarias condicionadas a la presentación de una candidatura unitaria de los partidos proconsulta y de la “sociedad civil”.

Unidad sí, pero de la izquierda que lucha contra el PP y CiU

Esta unidad le interesa a CiU para disfrazar lo mejor posible su política reaccionaria y para tratar de minimizar al máximo el impacto que sin duda tendría en Catalunya una eventual victoria de Podemos en las elecciones generales de 2015. Una reciente encuesta de El Periódico de Catalunya situaba a Podemos como la fuerza más votada en Catalunya en unas elecciones generales, con el 23% de votos, por encima de CiU (17%) y de ERC (15%).
Es muy lamentable, y un profundo error, la actitud de dirigentes de la CUP como David Fernández dándose un abrazo con Artur Mas el 9-N, un gesto que lógicamente CiU explota para darse un barniz progresista, cuando esta formación no defiende realmente el derecho a la autodeterminación y sí está totalmente comprometida con la preservación del sistema capitalista y de su maquinaria estatal represiva.
La propuesta de Mas de dicha lista conjunta ha sido, por ahora, rechazada tanto por ICV-EUiA como por la CUP. ERC también la ha rechazado, pero como alternativa plantea la formación de un gobierno de unidad nacional. Claro que es necesaria la unidad, pero no con CiU, sino de toda la izquierda que lucha; no de los empresarios con los trabajadores catalanes, sino de los trabajadores y jóvenes catalanes con los trabajadores y jóvenes del resto del estado, que también luchan cada día contra el Gobierno neofranquista del PP, en las calles de Madrid, Sevilla, Valencia o, de nuevo, en Gamonal.
Lejos de restar fuerza al derecho a la autodeterminación, la vinculación del mismo a un programa claramente anticapitalista, a una alternativa socialista coherente, a una apelación explícita a la movilización de la clase obrera, le daría una fuerza y una consistencia todavía mayor, involucrando de forma todavía más activa a millones de trabajadores y jóvenes que, aunque indudablemente están a favor del derecho a la autodeterminación, no están de acuerdo con que este proceso esté siendo capitalizado por CiU, por el mismo partido en el que militan los empresarios y los jefes que los explotan cada día en sus empresas.

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