¡Por la confluencia de Elkarrekin Podemos y EH-Bildu! ¡En defensa del derecho de autodeterminación y el socialismo!

Las elecciones autonómicas vascas del próximo 25 de septiembre se celebran en una situación política muy complicada para la burguesía. El ascenso de Unidos Podemos en Euskadi preocupa, y mucho, al PNV. Por otra parte, la inhabilitación de Arnaldo Otegi como candidato a lehendakari por EH-Bildu es un intento de debilitar igualmente a la izquierda. PP, PNV y PSE-PSOE temen que Elkarrekin Podemos y EH-Bildu unan sus fuerzas y materialicen un giro a la izquierda que no se ha dado desde la Transición.

La inhabilitación de Otegi es un ataque a los derechos democráticos fundamentales

Arnaldo Otegi fue injustamente encarcelado precisamente cuando estaba impulsando el proceso que condujo al abandono de las armas por parte de ETA. Ha cumplido íntegra su condena, pero parece que no es suficiente. Ahora, añadiendo una pena accesoria nada más salir en libertad, se le inhabilita para presentarse como candidato a lehendakari. Esta saña por parte del PP y del aparato del Estado demuestra la doble vara de medir de la derecha: premios para los corruptos, como en el caso delW exministro Soria, y ataques sin tregua contra los adversarios. Es algo más que una represalia, también indica el miedo de la burguesía española al escenario que se abre en la CAV y que puede suponer una profundización del giro a la izquierda que anunciaron las elecciones municipales y generales.

En esta pasada legislatura el PNV, con una posición minoritaria en la cámara vasca (27 de 75 diputados), ha podido gobernar cómodamente. Todas las fuerzas de la oposición han querido pactar con ellos aunque por motivos diferentes y a veces contradictorios. Ha pactado la Ley Municipal con EH-Bildu, un grave error de la dirección abertzale criticada incluso por LAB; la privatización de Euskaltel y de Kutxabank con el PP y el PSE; y con éste último también los presupuestos vascos y el bloqueo a posibles iniciativas de EH-Bildu. Esta situación ha permitido al PNV hacerse con el mayor poder institucional del que jamás ha disfrutado estando al frente del gobierno vasco: el control de las tres diputaciones provinciales y de los ayuntamientos de las tres capitales vascas. Posiciones en su mayoría que el PNV no conquistó en las urnas.

El PNV ha hecho todo tipo de guiños a la burguesía española garantizando igualmente estabilidad institucional y negándose a abrir un frente similar al catalán. Pero en respuesta, el PP ha llevado a los tribunales todas aquellas medidas del PNV con las que pretendía hacer algunas concesiones a la dirección de la izquierda abertzale, y se ha negado a transferir las materias pendientes del Estatuto de Gernika, como la política penitenciaria, haciendo oídos sordos al acercamiento de los presos vascos a las cárceles de Euskal Herria.

Estos ataques del nacionalismo españolista a derechos democráticos básicos han permitido al PNV darse un barniz de “progresismo”, cuando en la práctica ha estado aplicando una política genuinamente liberal en lo económico y represiva en lo político. Recordemos la brutalidad con que fueron desalojados de la Virgen Blanca por la Ertzaintza los jóvenes que formaron el muro de Gasteizko Harresia contra las detenciones el 17 de mayo del año pasado.

¿Acuerdos con el PNV? El balance es claro

La dirección de la izquierda abertzale se presenta a estas elecciones ofreciendo un pacto social entre EH-Bildu, PNV, Elkarrekin Podemos y la mayoría sindical (ELA y LAB) para, supuestamente, “levantar un muro” frente a los recortes sociales, avanzar en el derecho a decidir y en la resolución de las consecuencias del conflicto. Por su parte, desde Elkarrekin Podemos con su eslogan “por Euskadi” tampoco se ha cerrado dicha vía. Pero la experiencia durante casi cuatro décadas demuestra que el PNV no es el amigo a convencer, sino el enemigo de clase a batir si la izquierda quiere traer el cambio.

La realidad es tozuda: pactar con el PNV, es decir, con la derecha vasca, sólo servirá para perpetuar las políticas de austeridad, recortes sociales, y negación de nuestros derechos democráticos, y que se han endurecido en los últimos años. Los datos hablan por sí mismos. En la CAV el repunte del desempleo va acompañado de una reducción del subsidio (el 59% de los parados no cobra ninguna prestación). La pobreza ha aumentado de forma severa: son ya 248.000 personas en riesgo de exclusión social (un 41% más que en 2008) y, a pesar de ello, el PNV ha recortado la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) un 7% este año y las ayudas a la conciliación familiar otro 7%. En los presupuestos para 2016 se han recortado 92,7 millones de euros en la sanidad pública respecto a 2009; en educación, 221,7 millones en el mismo periodo; en vivienda el recorte ha sido de 126,1 millones. Mientras que los salarios de la clase trabajadora han retrocedido más de 20 años, el presidente de Kutxabank cobra 2.000 euros al día.

El PNV ha aplicado la contrarreforma franquista de la educación (LOMCE), ha favorecido descaradamente a la enseñanza privada-concertada, ha despedido a cientos de docentes, por no hablar del entusiasmo con que ha llevado a cabo la reforma laboral, la extensión de la precarización del empleo al sector público, y las decenas de EREs que ha respaldado y que han destruido miles de puestos de trabajo. El PNV con el apoyo del PSE, del Partido Popular y de la patronal vasca, Confebask, han desmantelado el estado del bienestar, recortando gastos y servicios públicos, privatizando empresas públicas como Euskaltel, liberalizando y perdiendo el control de sectores estratégicos como Kutxabank y dedicando a Investigación y Desarrollo un 5% menos al de la media de la UE.

El pretendido diálogo social con el PNV no puede acabar en nada más que en la subordinación de la izquierda ante la derecha vasca, precisamente en un momento en que es posible desalojar al PNV del gobierno de Vitoria. ¿Por qué razón tras el 25S el PNV va a luchar en la misma trinchera que EH-Bildu, Elkarrekin Podemos y la mayoría sindical contra los recortes sociales? Por el contrario, si se produjese un Frente de Izquierdas en la CAV tras el 25-S, el PNV no dudaría en pactar con el PP en Vitoria y en Madrid, como ha hecho en el pasado, para defender sus intereses de clase.

Derrotar al PNV, traer el cambio real que necesitamos

La izquierda abertzale ha llevado a cabo en el último semestre un intenso calendario de movilizaciones sociales. Contra el maltrato de las mujeres, contra la represión a la juventud, la precariedad laboral, los derechos de los presos y la vuelta de los refugiados, la cuestión ecológica… Movilizarse en la calle es la única manera de agrupar las fuerzas necesarias para provocar los profundos cambios sociales que la clase trabajadora y la juventud necesitamos.

Los trabajadores, sindicalistas y jóvenes de Ezker Iraultzailea-Izquierda Revolucionaria en Euskal Herria, consideramos que el voto a Elkarrekin Podemos igual que el voto a EH-Bildu debe servir para organizar un genuino Frente de Izquierdas, barriendo al PNV y al PP en las urnas y en las calles. Este Frente de Izquierdas debería adoptar medidas socialistas enérgicas, combatiendo el paro, la pobreza y la marginalidad creciente aumentando el gasto social, defendiendo la sanidad y la educación públicas. Un Frente de Izquierdas entre Elkarrekin Podemos y EH-Bildu, que una a este programa la defensa consecuente del derecho de autodeterminación, sacando todas las lecciones de lo que ha supuesto en Catalunya subordinar esta aspiración a los intereses de la burguesía nacionalista de Convergència. En la CAV, como en el Estado español, como en Europa y en el resto del mundo, es la hora de levantar la bandera del internacionalismo, de la unidad de la clase obrera y la juventud por encima de las fronteras nacionales luchando por la transformación socialista de la sociedad.

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