Miles de manifestantes pedimos la libertad de Arnaldo Otegi y Rafa Diez

Más de 18.000 personas (según el periódico GARA) apoyaron en Donosti la manifestación convocada por la plataforma Arnaldo Askatu, Politika Askatu y la iniciativa ‘Free Otegi, Free Them All’ para exigir la libertad de Arnaldo Otegi (Secretario general de Sortu) y Rafa Díez (ex secretario general del sindicato LAB). En la movilización participaron representantes de EH Bildu, Podemos, PSE, ERC, CUP, BNG, LAB, ELA y CCOO y tuvo también el apoyo de 24 europarlamentarios. Arnaldo Otegi y Rafa Díez fueron detenidos en octubre de 2009 en la sede central de LAB junto a Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez (estos tres últimos quedaron libres la semana pasada y pudieron participar en la manifestación del sábado) dentro del caso Bateragune.

Tal y como se supo más tarde, estos cinco dirigentes de la izquierda abertzale estaban cerrando el texto base para un debate interno inédito por su calado y sus efectos: la defensa del abandono de la actividad armada de ETA. Pero, curiosamente, Arnaldo Otegi fue acusado entre otras cosas de “conseguir treguas encubiertas”.

El PP y el aparato del Estado siguen la vía de la represión

Los 55 folios del auto de prisión, firmados por el ex juez Baltasar Garzón y publicados apenas unos minutos después de que finalizaran las declaraciones de los detenidos, tenían como conclusión la misma de todos los macrosumarios que impulsó el mismo juez en los anteriores once años: todo se hacía por orden de ETA. Pero, incluso este mismo auto reconocía que los detenidos en aquel momento estaban planteando que “el proceso negociador necesita de un escenario de no-violencia y condiciones democráticas”. Otro de los textos citados y atribuidos a uno de los arrestados apuntaba que “el mantenimiento de la estrategia político-militar provoca mayor desvertebración y difumina el proyecto político”. Pero Baltasar Garzón seguía en sus trece exponiendo que “no se trata de iniciar una apuesta por las vías políticas institucionales y democráticas, abandonando la violencia terrorista, sino, sencillamente, de adaptar ésta a la evolución de esa peculiar `apuesta política', en la que los obstáculos no son superados mediante los votos, sino mediante las bombas”.

El juicio del caso Bateragune empezó en junio del 2011 y ya en el primer día de la vista Arnaldo Otegi planteó que tras el final del último proceso negociador, llegaron a la conclusión de que “lejos de solucionar los problemas, la utilización de la violencia o la amenaza de ella en conflictos políticos los enquista”. Por su parte, Arkaitz Rodríguez señaló que esa idea fue calando progresivamente “como una mancha de aceite”. Según Rafa Diez, todo ese movimiento empezó en otoño de 2008, y creció en invierno y primavera de 2009, a partir de un “contraste continuo” y habló de que hacía falta un debate interno en la izquierda abertzale.

Arnaldo Otegi fue muy claro ante el juez. Habló de cómo había una segunda ponencia alternativa (Mugarri) que apostaba por continuar con una estrategia político-militar y que, por tanto, era “radicalmente distinta a la nuestra”. Según él “ETA pensaba que era posible acumular fuerzas manteniendo la lucha armada y nosotros pensábamos que no”. Sobre la hipótesis de que ETA pudiera volver a atentar afirmó que “no sólo sería un suicidio político para nosotros, sino que estaríamos quemando un instrumento que se está comprobando que es vital, con magníficos resultados que mejorarán con el paso del tiempo”.

Todo esto demuestra que el objetivo que tenían en realidad el aparato estatal y la derecha, con el apoyo del entonces Ministro de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, no era más que dificultar la nueva iniciativa política que estaban llevando a cabo importantes dirigentes de la izquierda abertzale. Si nos basamos en los hechos, parece que la derecha y el aparato del Estado no ven con agrado que ETA abandone la actividad armada, una estrategia que lejos de debilitar a la reacción le ha dado muchos beneficios políticos. Es más, todas las medidas represivas aplicadas desde el anuncio del abandono de las armas, todas las provocaciones y la negativa a terminar con la política de dispersión de los presos, parece diseñada con el fin de atizar una ruptura dentro de la izquierda abertzale.

Hasta el mismísimo Baltasar Garzón, que envió a Arnaldo Otegi en 2009 a prisión incondicional por un delito de “integración en organización terrorista”, afirmó hace pocas semanas en Antena3 que no tiene sentido que Arnaldo Otegi siga en prisión. Según él “la condena que tiene debe de ser reconducida y tiene la posibilidad de hacer mucho más por la paz y por el desarrollo de la situación en el País Vasco fuera que dentro”.

La libertad de Arnaldo Otegi y la lucha por el socialismo

El secretario general de Sortu saldrá de la cárcel en abril del próximo año, mientras Rafa Diez, seguramente, lo haga más tarde, porque al parecer no le van a perdonar el tiempo que estuvo fuera de la cárcel gracias a un permiso para cuidar a su madre enferma.

Arnaldo Otegi se ha convertido en el referente más importante de la izquierda abertzale y de las bases de Sortu. Es un dirigente carismático que ha estado ya en más de una ocasión sufriendo la cárcel por su labor política. Es innegable que su salida de prisión creará mucha expectación y entusiasmo en una gran parte de la sociedad vasca.

Otegi tuvo el coraje de afrontar y llegar a la conclusión de que la vía armada de ETA era errónea, una cuestión política muy delicada para la izquierda abertzale. Pero ahora que este obstáculo ha sido despejado, es necesario continuar sacando conclusiones de la experiencia. En nuestra opinión, hoy es completamente valido afrontar la lucha por el derecho de autodeterminación defendiendo la causa del socialismo. Sólo con un combate frontal contra el régimen capitalista, agrupando las fuerzas de la clase trabajadora y de todos los oprimidos para acabar con este sistema, se puede encarar seriamente la lucha contra la opresión nacional.

Ni el conflicto vasco ni el catalán, ni el escocés, se va a resolver en una “mesa de negociación” ni en el marco del sistema. Aunque la dirección de la izquierda abertzale esté poniendo como ejemplo el “proceso de paz” de Colombia, las “negociaciones” entre EEUU y Cuba o el referéndum de Escocia, la realidad es que la opresión nacional, y de clase, no encontrarán una solución duradera mientras las causas que la provocan sigan existiendo. Ni el gobierno colombiano de Santos, ni el gobierno de Obama, ni el gobierno de David Cameron buscan “resolver conflictos”. Defendiendo los intereses de la clase dominante, en el fondo sólo pretenden arrodillar al pueblo colombiano, al pueblo cubano y al pueblo escocés respectivamente. Y el gobierno del PP, con el apoyo del PNV, busca exactamente lo mismo. Incluso los posibles ofrecimientos “de paz” que puedan llegar en el futuro buscarán el mismo fin: engañar y derrotar a los trabajadores y oprimidos de Euskal Herria en su lucha por la liberación nacional y social.

Arnaldo Otegi, que en más de una ocasión se ha presentado como marxista, tiene la oportunidad, y la responsabilidad, de empujar a la izquierda abertzale por el camino de la lucha de masas y la defensa de un programa revolucionario. Una alternativa que defienda los derechos democráticos, incluido el derecho de autodeterminación, vinculándolos a la unidad de la clase trabajadora y de los oprimidos por encima de las diferencias nacionales, con el fin de acabar con el poder de los grandes capitalistas, sus monopolios y sus instituciones. Este programa de ruptura, de la lucha por el socialismo, si puede poner en movimiento las fuerzas sociales necesarias para acabar con la opresión nacional de Euskal Herria y de todos los pueblos de Europa.

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