¡Solo la movilización en las calles podrá pararla!
La vuelta de las vacaciones de Semana Santa ha sido el momento elegido por Pedro Sánchez para anunciar públicamente un enorme aumento del gasto militar, cumpliendo así los compromisos adquiridos por su Gobierno con la OTAN y cediendo abiertamente a las presiones del imperialismo norteamericano.
Unos pocos días antes se conoció que el Ministerio del Interior había decidido adjudicar un contrato de compra de más de 15 millones de balas a una empresa armamentística de Israel. Tras un rifirrafe entre los socios de gobierno, y a pesar de la oposición del ministro Grande-Marlaska que en un primer momento se negó a cancelar esta compra, finalmente Sánchez optó por realizar un gesto de cara a la galería y el contrato fue rescindido.
Con este gesto vacío, Sánchez aplacó las protestas surgidas entre algunos sectores de Sumar que incluso llegaron a amagar con la ruptura de la coalición de gobierno. Como ya ha sucedido en otras ocasiones, las protestas de Sumar se quedan en meras palabras y sus dirigentes se agarran a cualquier excusa para volver a hacer las paces con el PSOE y para subordinarse a su política militarista, que estos últimos días ha dado un gran paso adelante.

Más de 40.000 millones de gasto militar para este año… y seguirá creciendo
Lo más relevante del anuncio realizado por Sánchez el 22 de abril fue la decisión de incrementar de forma extraordinaria el gasto militar de este año en 10.471 millones más de lo inicialmente previsto, para alcanzar, según las cifras oficiales, un total de 33.123 millones de euros.
Para hacernos una idea de lo desmesurado de ese incremento debemos tener en cuenta que fue casi esa misma cantidad, 10.000 millones de euros, el recorte al gasto social aplicado por el Gobierno del PSOE en 2011 que abrió un periodo de deterioro sistemático y continuado de todos los servicios públicos, empezando por la sanidad y la educación, que fue continuado y profundizado por los Gobiernos del PP y mantenido sin cambios por los Gobiernos de coalición del PSOE primero con Unidas Podemos y ahora con Sumar.
Estos recortes provocaron una oleada de movilizaciones sociales como no se conocían desde los años de la Transición. A lo largo de los años, millones de personas salieron a las calles a defender los servicios públicos, que fueron conquistas históricas de la clase obrera, y a exigir la reversión de los recortes. Pero en lugar de atender este clamor social, Sánchez ha elegido sumarse incondicionalmente a la carrera armamentística que recorre el mundo.
A pesar de que la cifra oficial es desmesurada, el gasto real es mucho mayor. El Centre Delàs de Estudios por la Paz, una institución muy acreditada en este ámbito, ha estimado que el gasto militar real del Estado español es mucho mayor que las cifras oficiales difundidas por el Gobierno[i]. Aplicando los criterios establecidos por la OTAN y sumando las partidas de gasto militar camufladas en los presupuestos de ministerios como Industria o Transporte, el Centre Delàs concluye que el gasto militar real asciende a 40.457 millones de euros, lo que supone un 2,48% del PIB español.
Las promesas de Sánchez de que hasta 2029 no se subiría el gasto militar hasta el 2% del PIB han quedado en el olvido. Ese porcentaje ya ha sido superado y el Gobierno se prepara para cumplir los nuevos objetivos de gasto militar que la OTAN previsiblemente aprobará en su próxima cumbre en La Haya el mes de junio, la primera desde que Trump volvió a la Casa Blanca. Encabezando la ola belicista que recorre el mundo occidental, la socialdemocracia europea, con su líder Pedro Sánchez al frente[ii], se prepara para fijar un objetivo de gasto militar mínimo del 3% del PIB. Los magnates de la industria de la guerra, la banca y los fondos de inversión se están frotando las manos anticipando la orgía de beneficios que este incremento del gasto militar va a proporcionarles.

Israel es una pieza clave en el ascenso del militarismo
La agenda militarista de la clase dominante occidental no es un accidente, es, como hemos explicado recientemente[iii], una necesidad vital para que el capitalismo occidental intente mantener su dominio imperialista frente a la amenaza que les supone el ascenso económico y militar de China y para afrontar el incremento de conflictos bélicos que ya se está produciendo como consecuencia del conflicto interimperialista. Al mismo tiempo, la clase dominante de Occidente se refuerza frente a su principal enemigo interno: la clase, trabajadora, la juventud, el movimiento de las mujeres o de las personas migrantes, y todos los que ahora o en el futuro puedan salir a las calles para clamar contra el deterioro continuo de sus condiciones de vida y las matanzas que la burguesía occidental multiplica por todo el mundo, poniendo así en jaque la estabilidad del sistema capitalista.
No es casual que Netanyahu y el Gobierno israelí se hayan convertido en el estandarte de la derecha y la extrema derecha de todo el mundo, incluyendo a los que hasta hace pocos días no ocultaban su furibundo antisemitismo. El brutal genocidio de Gaza, ejecutado abiertamente ante los ojos del mundo entero, no hubiera sido posible si la política criminal de Israel no fuese un anticipo de la manera en que la burguesía occidental se prepara para hacer frente a futuros desafíos a sus intereses fundamentales.
Por eso, dentro de la política occidental de rearme, Israel y su industria de la muerte juegan un papel central y Pedro Sánchez así lo reconoce cuando, a pesar de todas sus promesas y solemnes compromisos, mantiene un cuantioso comercio de armas con la entidad sionista.
Desde que se inició la agresión sionista a Gaza, en octubre de 2023, el Gobierno español ha adjudicado 46 contratos a la industria militar israelí por un valor global de 1.044.558.955 euros[iv]. El Ejecutivo aduce, para justificar la violación de sus promesas de no colaborar con el genocidio sionista, que el material comprado a Israel es insustituible. Y en cierto modo tienen razón. Si lo que el Gobierno español pretende es dotarse de los medios más mortíferos para hacer frente a posibles conflictos internacionales o para aplastar las protestas en el interior de sus fronteras, ¿qué mejor proveedor que Israel para suministrar material de guerra que ha sido probado en acciones reales, quemando, desmembrando o mutilando los cuerpos de decenas de miles de civiles palestinos indefensos?
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte no disimula un ápice cuando felicita a Pedro Sánchez[v] por su plan de rearme, que contribuirá a “construir una OTAN más fuerte, más justa y más letal”. Hablar de justicia en referencia a la OTAN es una burla cruel, pero lo que sí es seguro es que la letalidad de sus intervenciones se incrementará gracias a los miles de millones de euros que el Gobierno del PSOE y Sumar dedicará a la adquisición de nuevas y más mortíferas armas.

Solo una enérgica movilización en las calles puede parar esta deriva militarista
Pedro Sánchez se ha apresurado a explicar que este incremento extraordinario del gasto militar se hará sin aumentar el déficit, sin reducir “un céntimo de euro el gasto social, ni tocar el bolsillo de los ciudadanos”. ¿Cómo será posible esta maravilla?
La única explicación coherente que ha intentado dar Pedro Sánchez a este prodigio financiero es que los fondos para armamento saldrán del programa Next Generation de la Unión Europea, pensado para paliar los daños causados por la pandemia de COVID-19 de 2020. Además de que dedicar estos fondos a la guerra, en lugar de a mejorar un sistema público de salud claramente deficiente, es un auténtico crimen, a Sánchez se le ha olvidado decir que casi la mitad de los 140.000 millones de euros del programa Next Generation adjudicados al Estado español son préstamos y que habrá que devolverlos.
Por si fuera poco, la vigencia de este programa acaba en poco más de un año y a partir de entonces la totalidad de este gasto militar incrementado recaerá sobre los Presupuestos Generales del Estado y hará inevitables nuevos y más sangrantes recortes en el gasto social. Como ya pudimos comprobar con las falsedades del ministro Albares respecto a la colaboración militar con Israel, este Gobierno no tiene ni el más mínimo escrúpulo en mentir reiteradamente, tomándonos por idiotas.
Esta política militarista anuncia un futuro de guerras y represión interna generalizadas. La estabilidad del sistema capitalista y los intereses de sus oligarcas así lo exigen, y por eso todos los Gobiernos capitalistas, aunque de boquilla proclamen otra cosa, se suman a esta deriva que solo puede desembocar en nuevos derramamientos masivos de sangre.
No podemos depositar esperanza alguna en la socialdemocracia y sus aliados, ni en los dos grandes sindicatos, que actúan como fieles servidores del gran capital. Las incalificables declaraciones del secretario general de UGT, Pepe Álvarez, pidiendo un impuesto especial para financiar la carrera de armamentos, o el apoyo de Unai Sordo, secretario general de CCOO, al incremento del gasto militar bajo la excusa de "incrementar la autonomía estratégica de la Unión Europea", demuestran por enésima vez que la burocracia sindical no va a mover un dedo para frenar la ofensiva militarista si no la obliga la presión desde abajo.
Durante décadas, los dirigentes de CCOO y UGT han defendido a capa y espada la paz social que el capitalismo necesitaba para superar sus crisis y para mantener la tasa de ganancia de los empresarios. Con esos objetivos los Gobiernos del PP y PSOE sacrificaron la sanidad y la enseñanza públicas junto con otros muchos derechos sociales, recortaron el poder adquisitivo de los salarios y la indemnización por despido y pulverizaron conquistas históricas de la clase trabajadora.

No hubieran podido hacerlo sin la indispensable colaboración de CCOO y UGT, que abandonaron completamente la lucha por los derechos e intereses de la clase trabajadora que dicen representar. Y ahora que el capitalismo vuelve a recurrir al rearme y al militarismo para asegurar los beneficios empresariales y su propia estabilidad interna, esos dirigentes, cual perritos falderos que han mantenido una completa pasividad ante el genocidio de Gaza, corren a dar su apoyo servil a una deriva armamentística que, como la Historia enseña, acabará conduciendo a un futuro de más, y más sangrientas guerras.
La amenaza que pende sobre la cabeza de la clase trabajadora y muy especialmente de su juventud es muy grave y requiere una respuesta inmediata. Solo mediante movilizaciones crecientes, que preparen las condiciones para una gran huelga general, podremos parar las políticas militaristas del Gobierno del PSOE-Sumar.
Ni un euro, ni una bala ni un soldado para la guerra imperialista
¡No al programa de rearme! ¡Los gastos militares para servicios sociales!
Contra un sistema capitalista que nos lleva a la guerra ¡revolución socialista!
Notas:
[i] España destinará este año 40.457 millones a gasto militar, casi medio punto más de lo que calcula el Gobierno
[ii] Pedro Sánchez apuesta por el militarismo y la guerra imperialista
[iii] La coalición militarista amordaza Europa y declara la guerra a la clase obrera
[iv] España ha adjudicado 46 contratos por más de 1.000 millones a la industria militar israelí desde el inicio de la guerra de Gaza
[v] Rutte agradece a Sánchez el plan de rearme porque hará "una OTAN más letal"