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La nueva contrarreforma educativa del PP y los recortes que contra la educación pública lleva adelante, diligentemente, el ministro José Ignacio Wert han puesto en pie de guerra a toda la comunidad educativa, pero no todo el mundo está descontento. También hay quien se frota las manos sin disimulo. Así los empresarios de la escuela privada-concertada han sacado el compromiso del gobierno del PP de aumentar las facilidades para elaborar conciertos educativos más duraderos y con más posibilidades de negocio. Es decir, que a la vez que se recortan miles de millones de euros a sanidad, educación y demás servicios públicos, se crean las bases para desviar miles de millones de euros de dinero público a manos privadas, engordando así un lucrativo negocio que hace crecer las abultadas carteras de una minoría a costa de las escuela pública y los intereses de la mayoría.

 

La más beneficiada, la Iglesia

El otro sector que da saltos de alegría con la nueva contrarreforma es la Conferencia Episcopal que, de ser aprobada, verá cómo la asignatura de religión pasará a ser evaluable y a contar en el expediente académico del estudiante. Medida que se completará con la creación de una nueva asignatura alternativa, y que como todo el mundo puede suponer será mucho más difícil que la de religión, desanimando su elección y promoviendo la opción religiosa. Al fin y al cabo, el asunto será sencillo: si alguien quiere ver inflado su expediente académico, y no una merma en su nota, ya sabe lo que tiene que hacer: “elegir” matricularse en la asignatura de religión.
A nadie se le escapa que lo más razonable sería sacar de una vez por todas la religión de las aulas y dedicar ese tiempo, y cuantiosos recursos económicos, para reforzar asignaturas troncales o en las que los alumnos tienen más dificultades para facilitar la progresión en el sistema educativo. Si esto no se hace es porque las medidas lanzadas por el Ministerio de Educación tienen un fuerte componente ideológico reaccionario, fomentando el modelo de una escuela de calidad para el que pueda pagársela, frente a la universalización y gratuidad de la misma, además de apoyar el adoctrinamiento religioso desde la escuela y, de paso, blindar las prácticas “educativas” más aberrantes, como la segregación por razones de sexo dentro de las aulas. Algo que el propio ministro ha asegurado que permitirá la nueva ley.
Pero también hay mucho dinero contante y sonante en esta operación con el que seguir llenando las arcas de la Iglesia Católica con fondos públicos. Un detalle nada desdeñable a recordar es que el 80% de la escuela privada-concertada está en manos de la jerarquía de la Iglesia Católica. Una Iglesia Católica que este curso recibió del gobierno de Esperanza Aguirre (aunque no es el único caso en el Estado) para sus centros de estudio más extremistas, adscritos a Comunión y Liberación, Legionarios de Cristo y Opus Dei, más de 25 millones de euros1, cantidad equivalente a los 26 millones de euros que la misma Comunidad de Madrid retiró este mismo curso para las becas de comedor y libros a las familias más desfavorecidas2.
Atendiendo a los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, también poco antes del inicio de este nuevo curso, las cifras globales de dinero público que se dedican a las subvenciones al conjunto de la escuela concertada podrían rondar los 5.900 millones de euros3. ¡Todo un negocio! Pero un negocio para muy pocos, puesto que incluso aquellos padres que deciden enviar a sus hijos, o se ven obligados a ello por la falta de plazas públicas, a la escuela concertada se encuentran con que el gasto derivado de la matriculación de sus hijos en estos centros es hasta un 70% más caro que en la escuela pública4.

1. www.elplural.com (17/11/2012).
2. www.elpais.com (18/05/2012).
3. Encuesta de Financiación y Gastos de la Enseñanza Privada del INE.
4. Informe de la OCU, septiembre de 2012.

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