Todos los medios de comunicación cuando tratan los temas sobre discapacidad, hablan de accesibilidad universal, de asistencia personal, de las ayudas que los gobiernos dan a las empresas por contratar a una persona con discapacidad, etc. Palabras bonitas que realmente esconden una realidad mucho más oscura.

Este articulo tiene como objetivo explicar la situación que vivimos los trabajadores que tenemos una discapacidad. Y como todo, esto también es una cuestión de clase. Todos los trabajadores estamos sufriendo las penurias de la crisis capitalista, que unido a una mala gestión de nuestros gobiernos tanto en materia económica, como social y política, cada día nos pone más trabas. Y mientras, esos mismos gobiernos premian a los bancos y a las empresas que han provocado esta crisis.
Los trabajadores con discapacidad nos vemos sometidos a una gran precariedad laboral, con convenios por debajo de los mínimos, ya que aunque haya convenios regionales, provinciales o estatales, en los sectores que ocupamos, como el  sector socio-sanitario, seguridad, limpieza, metal, etc., se nos imponen unos convenios aún en peores condiciones, “convenios propios” sin representantes de los trabajadores, y si los hay, figuran como si no existieran. Y aunque en algunas pocas empresas mantengan los convenios por los que se rigen los compañeros que no tienen discapacidad, como les pasa a ellos tampoco se cumple, y el fraude en la contratación es algo normal.
Además, los trabajadores que padecen una enfermedad mental y una discapacidad intelectual aún tiene peores condiciones. De esta forma las empresas contratan a discapacitados y a la vez que lo utilizan como publicidad para demostrar su bondad, se ahorran miles de euros en salarios utilizándonos como mano de obra barata. Todo esto  sin contar las innumerables subvenciones que reciben de las diferentes administraciones públicas.

Algunos ejemplos en Guadalajara

Hablemos por ejemplo, de CEE-INTEGRA (Clece), nuestros amigos de Clece también tienen este centro especial de empleo; FUNDOSA-PILSA (ONCE); Manchalan (centro especial de empleo), etc. Dedicadas a trabajos en cadena (manufacturas), servicios, limpieza, etc. casi todas ellas recibiendo subvenciones de más de 5.000 euros si contratan por un año a una persona con discapacidad. La realidad es que en muchas ocasiones se produce fraude en estos contratos y somos contratados y despedidos al antojo, sin que desde la administración se pongan los suficientes medios para controlar esto o en algunos casos contando directamente con su complicidad.
Contamos con asociaciones y federaciones de personas con discapacidad, como COCEMFE, en la que se realizan trabajos de inserción. Casi todos los trabajadores de las asociaciones son discapacitados, y debido al recorte de subvenciones y a la desastrosa situación económica de algunas administraciones se ha retrasado el ingreso de las subvenciones y se han producido impagos de los salarios. Al trabajar dentro de las asociaciones se ve de una forma clara cómo realizan una tarea que deberían realizar las oficinas de empleo públicas. Este es el caso del servicio que realizan las asociaciones, denominado Servicio Integral de Empleo (SIL), y que consiste en contactar con “empresas” para ofrecer demandantes de trabajo, cualificados, informándoles de las subvenciones que reciben al contratarlos. En COCEMFE, por ejemplo, recibimos algunas ofertas donde se pedían cuatro personas con discapacidad física y cuatro intelectuales, las dos con un salario realmente irrisorio: las físicas de 600 euros con pagas extras incluidas y las intelectuales 450 euros, por el mismo trabajo y horario. Normalmente el salario que ofrecen es de unos 600 o 700 euros con pagas extras, cuando un trabajador sin discapacidad cobraría unos 800 o 900 euros más las dos pagas extraordinarias.

Es necesaria una alternativa de clase

Al final los problemas que sufrimos los trabajadores discapacitados también son una cuestión de clase. Muchos de nosotros somos discapacitados por culpa de accidentes o enfermedades laborales, y estamos cansados: después de haber tenido que luchar para que los tribunales nos reconocieran nuestra discapacidad, ahora no encontramos un trabajo digno y nos vemos sometidos a una explotación salvaje e indecente por parte de los grandes empresarios, y si no a cobrar míseras pensiones que desde luego no cubren ninguna de las necesidades más básicas. Estos problemas son exclusivos de los discapacitados que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo, ya que si eres un empresario que tiene una discapacidad o provienes de una familia adinerada las condiciones son muy diferentes. Nosotros como parte de la clase trabajadora, también nos encontramos en muchos casos con la inactividad de los sindicatos de clase que no llevan a cabo ninguna información sobre nuestro sector, y nos vemos bastante desamparados a la hora de poder reivindicar nuestros derechos.
Aunque en teoría tenemos los mismos derechos, a la hora de la verdad seguimos estando en unas condiciones tercermundistas, las leyes en accesibilidad desde 1994, como la asistencia personal, no se aplican. En última instancia los trabajadores con discapacidad somos utilizados por el sistema capitalista como mano de obra barata. Si ha sido así durante el boom económico, ahora con el desarrollo de la crisis económica todo apunta a que nos vamos a ver sometidos a un grado mayor de explotación.

¡A igual trabajo, igual salario!
¡Retirada inmediata de las subvenciones a las empresas que realizan fraude en la contratación!
¡Si quieres igualdad, lucha por el socialismo!

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