Cinco meses después de su despido, y tras una intensa campaña de solidaridad que tuvo una amplia repercusión social, el 23 de febrero de 2011 Manu Vidal volvía a trabajar en EMTE Service. La sentencia del Juzgado de lo Social número 20 de Barcelona, tras el juicio celebrado el 1 de febrero, declaró nulo su despido y condenó a la empresa a readmitir e indemnizar al compañero con 6.000 euros por daños morales y vulneración de derechos fundamentales. Esta victoria se suma a otras que se habían conseguido frente a anteriores atropellos antisindicales de EMTE: la readmisión de Juanma Carrillo en mayo de 2009 y la retirada de todas las sanciones impuestas en los tres últimos años contra el propio Manu Vidal e Ismael Pérez.

 

El despido de Manu Vidal, miembro de CGT y de la Corriente Marxista El Militante, producido dos días antes de la huelga general del 29 de septiembre como represalia a la lucha sindical llevada a cabo por el compañero por unas condiciones laborales dignas y el mantenimiento de todos los puestos de trabajo; tenía como objetivo, por parte de la patronal, atemorizar al conjunto de los trabajadores, enviándonos un mensaje muy claro: el que defienda sus derechos se va a la calle. EMTE en particular pretendía callar de una vez para siempre la voz de aquellos compañeros que luchamos en la empresa por la organización de los trabajadores en defensa de nuestros derechos, llevando a la práctica un sindicalismo combativo, de clase y democrático. Sin embargo, gracias a la extensa y sistemática campaña de solidaridad contra el despido de Manu, la patronal no logró ninguno de sus objetivos. Los trabajadores, en cambio, sí hemos logrado una victoria en toda regla, de la que pensamos que es muy importante extraer todas las conclusiones necesarias para fortalecernos frente a ataques similares en el futuro, contra cualquier otro compañero y en cualquier otra empresa.

1.- Los antecedentes  de la lucha

El comité de empresa de EMTE Service fue, desde el año 2000 hasta julio de 2008, un referente de combatividad sindical en defensa de los trabajadores. En esta empresa la lucha obrera arrancó a la patronal logros tan importantes como un salario base por encima del convenio, el pago del 100% de la nómina en casos de baja médica, la equiparación salarial del personal nuevo respecto al antiguo y el lavado de la ropa en la industria, entre otras reivindicaciones.
Sin embargo, cada vez que la empresa se veía obligada a hacer concesiones, inmediatamente empezaba a prepararse para nuevos ataques, con el fin de anular los logros anteriores y atacar a los trabajadores más combativos de la empresa y al comité. La dirección de la empresa y de la industria petroquímica nunca pudieron aceptar que el movimiento obrero les hubiese obligado a ceder una parte de sus beneficios en favor de los trabajadores, y mucho menos que EMTE se convirtiera en un polo de referencia para el resto de obreros de contratas. Para evitar esto y restar fuerza a los trabajadores, la patronal maniobró una y otra vez para reducir la plantilla de la empresa, finalizando el contrato de obra de todo el personal que tenía en la industria petroquímica, quedándose sólo con trabajos de mantenimiento en otros sectores (Puerto, administración pública...), entre otras argucias. Inicialmente, las nuevas contratas se opusieron a subrogar a los compañeros a los que se les finalizaba el contrato en EMTE, pero fueron obligadas a ello tras la amenaza de huelga en la planta de BASF, en junio de 2005. El miedo de BASF (que tiene en Tarragona su centro de producción más importante del Sur de Europa, con una plantilla de 850 operarios) y del conjunto de empresarios de los sectores químico y del metal a que el conflicto se extendiese a todo el polo petroquímico fue clave en aquella victoria. La creación de “nuevas” empresas reduciendo la plantilla de las ya existentes es uno de los métodos que la patronal ha venido practicando para propiciar un terreno más favorable para recortar derechos y hacer y deshacer a sus anchas.
El 2 de enero de 2007, EMTE despide a un trabajador joven que había denunciado, a través del Comité de Empresa, a la compañía por prestamismo laboral. Ante este despido, el Comité, cuyo presidente era Manu Vidal en aquel momento, plantea luchar por la readmisión del compañero con la convocatoria de una asamblea (en el parking de un restaurante del polígono sur) abierta a los trabajadores de toda la petroquímica para llamar a una movilización conjunta. Otra medida que se propone es la creación en CCOO, donde militaban entonces los miembros del Comité, de una Sección Sindical de todas las contratas para hacer frente, de una forma más organizada, a todos los despidos arbitrarios, luchar por el cumplimiento del convenio ante los innumerables abusos (impago de pluses, prestamismo laboral, nóminas mal calculadas, etc.) y reivindicar en la negociación colectiva un avance en las condiciones laborales del sector (35 horas, reducción de la eventualidad, extensión a todas las empresas del 100% del salario en caso de baja....) y que el propio convenio fuese discutido y aprobado por los trabajadores en asamblea.
Estas ideas de unificar y extender la lucha y fomentar la participación democrática de los trabajadores en la toma de decisiones, que Manu y otros compañeros de la Corriente Marxista El Militante defendimos mediante la convocatoria de asambleas y el reparto de hojas en la petroquímica, supuso un enfrentamiento con la dirección de la Federación del Metal de CCOO de Tarragona. Sorprendentemente, en vez de apoyar la lucha y verla también como una oportunidad para fortalecer el sindicato, ganando más autoridad ante los trabajadores, desde la dirección del sindicato se empezaron a tomar medidas represivas contra el Comité de EMTE. El mismo día que Manu y otros compañeros repartíamos una hoja en la empresa Basell contra el despido en EMTE y planteábamos la necesidad de unidad en la lucha, Manu recibía una llamada del Metal de CCOO de Tarragona en la que se le echaba en cara “hacer sindicalismo de hace 30 años”, destituyéndolo desde ese momento como miembro de la mesa negociadora del convenio provincial del metal.
Increíblemente, hasta las más elementales medidas para hacer frente a un despido (información, asambleas, apelación a la solidaridad a trabajadores de otras empresas…) chocaban con la inercia, la rutina y la política de pactos y consensos practicada durante años por la dirección del sindicato.
Tras la campaña, el despido del compañero joven fue declarado improcedente por el Jugado de lo Social número 2 de Tarragona y EMTE fue condenada a pagar al trabajador una indemnización de 4.349 euros. A esta campaña le siguió el conflicto ante la negociación del convenio provincial del metal en mayo del 2007, donde pudimos apreciar un ambiente muy favorable a la lucha. Los obreros éramos más conscientes que nunca que la patronal nos había robado numerosos derechos y que si no nos movilizábamos por un convenio digno íbamos a vivir y dejar a nuestros hijos un mundo cada vez más inhumano.
Durante todo el periodo que va de mayo de 2007 a mayo de 2009 se produjeron diferentes luchas en la ciudad de Tarragona, tales cómo la huelga por el convenio del metal en mayo de 2007, el conflicto de Maymo en febrero de 2008, que implicó a la mayoría de los 400 trabajadores que formaban la plantilla y que generó una enorme simpatía entre el personal de todas las contratas de la petroquímica; la movilización de la plantilla de BIC contra el despido de 99 trabajadores en mayo de 2009, que empapelaron la ciudad informando del conflicto; o la movilización de la plantilla Ercros, también en mayo de 2009, que puso de manifiesto la hipocresía del sistema capitalista a la hora de despedir a cientos de trabajadores mientras los directivos cobran unos salarios multimillonarios.
En la huelga por el convenio del metal los marxistas de El Militante repartimos miles de hojas e hicimos un acto público en el Centro Cívico de Sant Salvador donde defendimos la necesidad de no claudicar ante las pretensiones de la patronal y luchar por un convenio digno. Ante toda la presión del ambiente, la dirección de CCOO y UGT tuvieron que seguir adelante con la huelga del Metal del 11 de mayo de 2007, (a diferencia de Barcelona donde desconvocaron la huelga) aunque luego no le dieron ninguna continuidad y firmaron un pacto idéntico al de Barcelona (que contemplaba un aumento salarial pírrico, una mayor flexibilidad horaria a disposición del empresario y una vigencia de seis años).En Catalunya y en el resto del Estado el ambiente en el movimiento obrero era también de gran disposición a la lucha. En 2008 la recesión económica daba sus primeros arañazos en forma de Expedientes de Regulación de Empleo, tanto temporales como de extinción. Los capitalistas lanzaban de esta forma una ofensiva a gran escala para cargar el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Esta ofensiva no hizo más que agravar la crisis y agrandar las diferencias económicas entre ricos y pobres, entre la burguesía y la clase obrera. Frente a los ataques, los obreros de muchísimas empresas salieron a la calle, protagonizando luchas muy importantes como la de Metal de Vigo, Delphi en la Bahía de Cádiz o Nissan en Barcelona. La lucha de Nissan tuvo mucho impacto en Catalunya, destacó por su combatividad y la participación masiva de los trabajadores en una protesta social que duró dos meses y agrupó en una manifestación por las calles de Barcelona, en la que convergieron diversas empresas en lucha, a más de 40.000 personas. Nissan no pudo imponer los despidos en un primer momento debido a la presión que causó la lucha de la plantilla, que se ganó la simpatía de la clase obrera de todo el cinturón industrial de Barcelona. Más tarde, la patronal volvió a la carga y sí logró imponer sus ERES ante la falta de una alternativa y un plan de lucha serio para garantizar los empleos por parte de las direcciones sindicales de CCOO y UGT.

El conflicto de Maymo

La situación de Maymo era muy similar a la del resto de empresas auxiliares del sector químico: el convenio no se cumplía y si un obrero reclamaba sus derechos corría el inminente riesgo de ser despedido. Así, en plena negociación del pacto laboral, la empresa echa a la calle a un miembro del Comité de Empresa y condiciona la firma del pacto a que el Comité y los trabajadores abandonen a su suerte al delegado represaliado. El empresario no quiere conceder ninguna mejora, pero prefiere quitarse los problemas de en medio por partes. Su plan era que primero los trabajadores aceptasen el despido del delegado y así estar luego en mejores condiciones para incumplir los compromisos laborales, como venía haciendo hasta entonces. Los marxistas de El Militante apoyamos esta lucha con todas nuestras fuerzas. Manu Vidal y otros compañeros estuvimos al lado de los trabajadores de Maymo desde el principio hasta el final y planteamos al delegado despedido y al conjunto del comité que no podían aceptar la trampa de la patronal y que la única manera de ganar esta lucha no era con acciones aisladas o individuales como un encierro en el local del comité o una huelga de hambre, sino que había que darle la palabra a los trabajadores y plantearles un plan de lucha claro. De esta manera se celebró una asamblea de trabajadores en la que la aplastante mayoría votó a favor de la huelga. Ese mismo día, 25 de febrero de 2008. el empresario llamó al Comité para aceptar sus reivindicaciones (cumplimiento del convenio, “plus pacto”, creación de contratos de relevo...) incluida la readmisión del trabajador despedido. Y a las doce menos veinte de la noche del mismo día firmó el acuerdo que recogía estas cuestiones. Los trabajadores habíamos ganado. Las claves de esta victoria fueron: la unidad de los trabajadores, la existencia de un plan de lucha claro y decidido y la solidaridad de cientos de delegados y trabajadores de todo el estado que enviaron a la empresa centenares de resoluciones en respaldo a la plantilla de Maymo, como consecuencia de la campaña de apoyo que desde la Corriente Marxista El Militante organizamos.

2.- Un despido salvaje

En el conjunto de empresas auxiliares de la petroquímica,, al igual que en Maymo, el incumplimiento del convenio, las reducciones de plantilla, las exigencias laborales cada vez más grandes..., son problemas comunes, producto de una subcontratación generalizada e ideada con el fin de dividir a los trabajadores, limitar nuestra fuerza sindical y facilitar así la pretensión patronal de quebrar nuestros derechos. De hecho, en la petroquímica de Tarragona trabajan en torno a 10.000 trabajadores (4.500 de contratas), repartidos en más de 120 empresas, muchas de ellas con plantillas inferiores a los 50 operarios. El resultado es que tenemos unos niveles de precariedad altísimos, precariedad que, como en todas partes, va acompañada de todo tipo de abusos contra los trabajadores.
En EMTE Service de una plantilla original de más de 100 personas, en septiembre de 2008 quedaban sólo 46, incluyendo mandos y personal de oficina. La estrategia de la patronal fue una vez más “divide y vencerás”: 10 obreros serán subrogados a Grecat (una empresa participada por EMTE) a los que hay que sumar el personal absorbido en 2005 por Denion y Gematec, y la constitución de otras compañías copropiedad de EMTE como la Unión Temporal de Empresas (UTE) de EMTE y Gematec en la Incineradora de Residuos Especiales de Constantí (donde la UTE asumió el contrato de mantenimiento de la planta , obligando a varios obreros contratados directamente por EMTE y otras contratas a cambiar de centro de trabajo) . Otras empresas del sector siguieron la misma hoja de ruta: Maymo, Siemsa, Navec..., todas ellas dividieron a su personal en más de una compañía.
En este contexto, EMTE Service despidió en junio de 2008 a un trabajador rumano con contrato fijo y padre de un niño enfermo de cáncer, tras tomar varios permisos y pedir vacaciones para acompañar a su hijo al hospital de Barcelona donde recibía tratamiento. A este despido salvaje, hay que sumar el incumplimiento reiterado del convenio colectivo (la empresa no paga el plus de turno, retiene algunas cantidades de las pagas extras y no actualiza los salarios conforme a los derechos adquiridos). Todo esto cuando el Grupo EMTE había tenido 16,4 millones de euros de beneficio neto en el último ejercicio.
Ante esta situación, el comité se reunió varias veces con la empresa para que esta diera marcha atrás a sus planes, readmitiera al compañero despedido y cumpliera el convenio. La respuesta de EMTE fue dar largas y hacer caso omiso a nuestras reivindicaciones y a un informe de la Inspección de Trabajo (realizado a instancias del comité) que advertía a la compañía que estaba infringiendo el convenio colectivo respecto al pago del plus de turnicidad y al establecimiento en los contratos de “condiciones inferiores a las pactadas en la legislación laboral”.
Por todo ello, el Comité de Empresa con el acuerdo unánime de la asamblea de trabajadores, convocó huelga y movilizaciones en junio de 2008 para luchar por la readmisión del compañero y por el cumplimiento del convenio. La empresa, aterrada por la huelga, hizo todo tipo de maniobras para frenar la misma y vino a plantear la siguiente propuesta: “Desconvocáis la huelga, os olvidáis del compañero despedido y os pagamos algunas cantidades pendientes”, (que más tarde se negaron a reconocer). Este ofrecimiento no sólo era injusto sino que también era tramposo, ya que la aceptación del despido —además de haber sido algo inaceptable para un Comité al que se le supone la defensa de los derechos de los trabajadores— no garantizaba en absoluto que la empresa no seguiría incumpliendo el convenio.

Campaña sistemática de coacción individual

Durante las dos jornadas que duró la huelga, la empresa llevó a cabo una campaña minuciosa, trabajador a trabajador, de propagación de todo tipo de mentiras para amedrentar a la plantilla y trasladarle la conclusión de que con un comité más dócil no habría tantos problemas.
En un centro de trabajo pequeño, como es EMTE en Tarragona, sin carga de trabajo en la industria y con una plantilla muy dispersa, que realiza su faena en unidades de uno o dos trabajadores, las presiones, el desánimo provocado por la falta de apoyo de la dirección del sindicato, provocó un efecto de desconcierto en parte de la plantilla. Ante esta situación y tras el 26 de junio —último día de huelga— tuvo lugar una negociación entre empresa y comité que acabó con el acuerdo de indemnizar al compañero despedido con 45 días por año trabajado (la empresa le daba inicialmente sólo 20) y el compromiso de abordar las reivindicaciones relativas al convenio en posteriores reuniones. El Comité estaba dispuesto a luchar hasta el final por la readmisión del trabajador despedido, pero las circunstancias y el propio compañero, ante la enorme presión sufrida, solicitó al comité que hiciese todo lo posible por arrancar la máxima indemnización.
Hoy, tres años después de aquel conflicto, las palabras que escribía el Comité en su comunicado tras el primer día de huelga resuenan con fuerza en muchas cabezas: “lo que está claro es que a la empresa le molesta la huelga, trata de evitarla como sea, con cualquier tipo de maniobra, más no hay maniobra que pueda contra el convencimiento de que estamos luchando por algo honesto y justo, aunque nos amenacen o el Gerente venga a provocarnos, tratando de rebasar el piquete con su coche (como ocurrió el primer día de huelga). Desde el Comité, pensamos que estos problemas no sólo afectan a los trabajadores de una empresa, sino que en todas las empresas tenemos problemas similares. Pensamos que todos los trabajadores tenemos que hacer frente UNIDOS a esta situación, dándole un mensaje claro a la patronal que ante la crisis, y su intención de cargarla sobre nuestras espaldas (despidiendo trabajadores y recortando derechos), no van a poder con nosotros, porque los trabajadores somos ser capaces de luchar conjuntamente. Que frente a su táctica de dividirnos trabajador a trabajador, empresa a empresa, es necesaria una respuesta colectiva, independientemente de nuestro oficio, empresa o contrata. Por eso hacemos un llamamiento a todos los trabajadores de la petroquímica, a todo el sector del mantenimiento y montaje y a todo el personal de contratas en general, a apoyar esta lucha y a participar en las asambleas y las movilizaciones que se convoquen en defensa de unos derechos laborales básicos”.
La valentía del Comité y su propuesta de unificar y extender la lucha en toda la petroquímica para reunir más fuerza contó con la simpatía de muchos obreros, pero no de las direcciones sindicales de CCOO y UGT que son quienes tenían la responsabilidad de movilizar de una forma masiva a los trabajadores. Para la dirección de CCOO esta forma de luchar representaba una alternativa seria a su política de pactos y concesiones a la patronal, y por ello puso todo su empeño, no en apoyarla, sino en oponerse a la misma, dando la espalda a sus delegados en EMTE.

3. La mayor represión sindical de las últimas décadas

A la empresa le producía auténtica “urticaria” que el comité defendiese los derechos de los trabajadores y consideró que unos delegados que se niegan a “colaborar” y someterse a sus intereses son un problema serio, que había que cortar de raíz. Por ello, la dirección de EMTE puso todo su empeño en desacreditar al comité, difamándolo con todo tipo de mentiras, para después represaliarlo y tratar de callar sus voz de una vez por todas.
Lo que nunca pudieron imaginarse los miembros del Comité de EMTE es que la propia dirección del sindicato llegase hasta el extremo de hacer “causa común” con los empresarios en su objetivo de intentar borrar del mapa cualquier referencia de sindicalismo combativo. La dirección del Metal de CCOO promovió una asamblea para revocar el Comité y luego, con el terreno más despejado, la empresa procedió a las sanciones y a los despidos. La revocación y los despidos eran dos etapas de un mismo plan, como los compañeros denunciaron desde el primer momento. Para desprestigiar a los miembros del Comité los acusaron de “violentos”, de “no respetar la voluntad de los trabajadores”. Trataron de convencer a los trabajadores de que con un Comité menos conflictivo todo iría mejor. A los obreros que se creyeron estas mentiras no necesitaron presionarles de una forma más directa, a los que defendieron al comité los amenazaron con la pérdida de su puesto de trabajo o el de familiares. Un grupo de diez trabajadores jóvenes, los subrogaron a otra empresa del grupo, con la finalidad de aislarlos del comité.
En la asamblea auspiciada por la empresa y la dirección del Metal de CCOO para revocar al Comité, hay que subrayar que pese a la enorme presión a la que fue sometida la plantilla por la dirección de la empresa y por la dirección de CCOO del Metal la revocación se consiguió tan sólo por ¡un voto de diferencia respecto a lo mínimo necesario! Apoyaron la revocación 24 de 46 trabajadores que teóricamente componían la plantilla. Mas lo cierto es que estos datos son erróneos ya que adelgazaron el censo electoral en su beneficio, entre otras irregularidades.
Algunos trabajadores que apoyaron la revocación expresaron que no querían ni oír hablar de despidos contra los miembros del comité de empresa. De hecho, los dirigentes de CCOO que impulsaron la revocación garantizaron públicamente que no habría represión de ningún tipo. Sin embargo, el tiempo y los hechos demostraron que no iba a ser así, ya que la revocación fue el prólogo de la mayor represión sindical producida en la petroquímica de Tarragona en las últimas décadas.
Es justo remarcar que toda nuestra crítica va dirigida a la dirección de CCOO, no a los delegados o afiliados de estos sindicatos, de los que los compañeros recibieron numerosas muestras de apoyo. De hecho, los delegados del comité, Ismael Pérez, Juanma Carrillo y Manuel Vidal eran miembros de CCOO, y lo seguirían siendo si no hubieran sido objeto de una brutal persecución. Ahora, en la CGT, continúan poniendo en práctica el mismo sindicalismo combativo, alejado de todo sectarismo, que siempre han defendido. Tras la asamblea revocatoria y trascurridos 41 días después del conflicto contra el despido del trabajador rumano, la empresa, con un rostro de acero, afirma que la huelga había sido ilegal y despide a Carrillo, alegando varias falsedades (huelga “ilegal”, “actitud violenta”...). Al resto del comité los sanciona posteriormente con 42 días de empleo y sueldo (Manu Vidal) y 21 días (Ismael Pérez).
Ante esta situación, los compañeros represaliados, junto al comité de apoyo impulsado por la Corriente Marxista El Militante y el Sindicato de Estudiantes no paramos de luchar contra el despido y la represión sindical desatada. Repartimos más de 20.000 hojas en toda la petroquímica, en los mercados, pegamos miles de carteles, hicimos concentraciones de protesta (la más importante fue la del 9 de octubre, que contó con el apoyo del comité de empresa y afiliados de CCOO de Maymo, delegados sindicales de CGT en EMSA, los presidentes de los comités de empresa de CCI y Siemsa, ambos de UGT, Cobas, y otros colectivos políticos de izquierdas), pusimos mesas informativas en los barrios de Bonavista y Torreforta, hicimos ruedas de prensa, diferentes actos y asambleas públicas y dos ciclos de cine en el Casal Marxista de Reus para mantener siempre viva la llama de la lucha de EMTE.
Después de la lucha desarrollada, todas y cada una de las falsedades de las que nos acusaba la empresa quedaron en evidencia y el Juzgado de lo Social nº 14 de Barcelona declaró que la huelga del 19 y 26 de junio no había sido ilegal y que, por tanto, Carrillo no faltó al trabajo injustificadamente. La sentencia dice textualmente: “durante esos días el actor ejercitó un derecho fundamental consagrado en el artículo 28.2 de la Constitución”. Otra de las grandes falsedades fue que “Carrillo actuó violentamente contra el delegado de la empresa durante la huelga”. La sentencia dice sobre esta acusación, realizada por la empresa meses después de la huelga: “no es creíble la ulterior concreción cuando si era cierta podía haberlo efectuado perfectamente desde el primer momento y no lo hizo”. Otro de los hechos probados es que el comunicado firmado por el comité de empresa pidiendo la dimisión del delegado de la empresa e informando de lo sucedido el primer día de huelga no es ningún delito. Según manifiesta la jueza: “La coautoría en el contenido de tales manifestaciones es reflejo de la libertad de expresión”
La sentencia constató una victoria importantísima de la lucha: el 18 de mayo de 2009 Juanma Carrillo volvió a trabajar en EMTE y a los pocos días la empresa fue obligada por otra sentencia a retirar las sanciones a Manu Vidal e Ismael Pérez, pagándoles hasta el último céntimo del salario retirado.
A estas sentencias hay que sumar dos vistas más. La primera fue la de la revocación del comité, en el que la jueza dio un valor determinante al testimonio de la dirección del Metal de CCOO —quien días antes había solicitado a la magistrada y ésta atendió, reforzar la presencia de efectivos policiales durante el juicio con el objetivo de criminalizar a los compañeros— y que durante su testimonio calumnió vilmente a los mismos, presentándolos como unos personajes “agresivos” y “antidemocráticos” que querían coartar la libertad de los trabajadores . Asimismo, con la finalidad de hacer un juicio ideológico y sectario, al margen de la objetividad de los hechos, el abogado de CCOO adjuntó como “prueba” una entrevista en prensa a un sindicalista de El Militante en la que había una foto con el símbolo de la hoz y el martillo en grande. Ante estos elementos, la jueza falló contra los miembros del comité sin tener en cuenta las escandalosas irregularidades producidas en la asamblea revocatoria, tales como no permitir participar en la misma a una parte de la plantilla, impedir la presidencia al comité, o no tener en cuenta el papel protagonista de la empresa en el proceso o el censo real de los trabajadores. El segundo juicio fue por la provocación y chulería del delegado de EMTE el primer día de huelga, que atravesó con su coche el piquete informativo, causando daños físicos a dos de los presentes. El delegado de la empresa denunció a un miembro del piquete por agresión y daños en el vehículo y éste al Delegado. La sentencia ante la falta de pruebas determinantes, declaró la absolución de las dos partes.

4. La empresa ataca de nuevo

La readmisión de Carrillo y la retirada de las sanciones a Manu e Ismael fue un golpe duro de encajar para la empresa. Tal como explica Manu en una entrevista publicada en El Militante en noviembre de 2010: “sabíamos que la empresa iba a continuar su ofensiva, de hecho, tras la readmisión de Carrillo, el responsable de EMTE en Tarragona me llamó y me dijo ‘aún no sabes cómo nos las gastamos en esta empresa’, a lo que contesté: ‘hemos conseguido esta victoria luchando, y seguiremos luchando mientras la voz nos lo permita”.
La dirección de EMTE apartir de ese momento, realizó un hostigamiento continuo a los compañeros con el fin de desmoralizarlos: a Manu le quitaron de una nómina el importe de una multa de tráfico cometida con una furgoneta que no utilizó, lo presionaron para alargar su jornada de trabajo un día que tenía que recoger a su hija de cuatro años al colegio o lo envíaron a comer varias veces a las cuatro de la tarde. A Carrillo le adjudican asiduamente trabajos de limpieza de pocetas y de pintura. Ante este trato discriminatorio, los compañeros no desfallecieron en ningún momento, se mantuvieron firmes en sus ideas y continuaron la lucha, respondiendo enérgicamente, mediante denuncias públicas y legales al acoso sufrido. Con todo, el hostigamiento seguirá y alcanzará su momento culmen dos días antes de la huelga general del 29 de septiembre del año pasado, con el despido de Manu Vidal. La empresa trata de camuflar su decisión represiva como “causas organizativas” tras haber perdido en fechas recientes un contrato con el Institut Catalá de Salut (ICS). Sin embargo, ésta era una débil excusa ya que el puesto de trabajo de Manu no estaba en los centros del ICS y todo el mundo sabía que el motivo real del despido era la lucha llevada a cabo como delegado de CGT en el día a día de la compañía, reclamando el cumplimiento del convenio, exigiendo respeto a la normativa de higiene y salud laboral, denunciando recortes de personal, y organizando a los trabajadores para defender sus derechos de forma colectiva.
La empresa, tras la reforma laboral aprobada por el gobierno —que facilita y abarata más el despido y deteriora nuestras condiciones de trabajo— vio una oportunidad de oro para imponer este despido y enviar un mensaje al conjunto de los trabajadores: “esto es lo que le hacemos a los que luchan, así que agachad la cabeza y tragad”. Y evidentemente este ataque no fue un hecho aislado, limitado a una sola empresa, sino que obedecía a un plan premeditado por la patronal, con un significado trascendental para toda la clase obrera: Ante la crisis capitalista, la única receta que tiene la burguesía es que los trabajadores paguemos los platos rotos, retrocediendo nuestras condiciones laborales al siglo XIX. En este panorama, los obreros y sindicalistas más luchadores son un obstáculo para la patronal. Esta quiere operarios dóciles que trabajen sin descanso a cambio de salarios bajos y una jornada cada vez más dura. Para llevar adelante su plan, tratan de evitar como sea que los trabajadores estemos unidos, que sumemos nuestras fuerzas y comprendamos que la mejor manera de defendernos, de parar esta ofensiva en forma de despidos y mayor precariedad, es luchando juntos. Por eso, la patronal con el despido de Manu, empleó una forma de represión e intimidación que debía servir de modelo en todas las empresas.

5. La lucha por la readmisión de Manu. Un programa y una táctica marxistas

Lejos de ser un ejemplo de escarmiento empresarial, éste conflicto tenía que ser un modelo de lucha y unidad de la clase obrera. El objetivo estaba muy claro: devolver el puesto de trabajo al compañero y enviar un mensaje de vuelta a la patronal: no nos vais a callar, no vamos a permitir que nos avasalléis, no vais a tener el camino libre para finiquitar todos nuestros derechos, los trabajadores somos más fuertes si luchamos unidos. Para conseguir este objetivo era fundamental acudir a las mejores tradiciones de lucha del movimiento obrero y tener un programa y una táctica clara, un programa y una táctica marxistas.
El programa llevado a la práctica fue defender los puestos de trabajo como algo irrenunciable y entender éstos no como un bien individual sino social, de la clase obrera, defender el derecho a una vida decente y a ser tratados con dignidad; porque los trabajadores somos algo más que carne de cañón para la explotación —con la que una minoría amase cuantiosos beneficios a nuestra costa— defender un programa claramente alternativo a la política de desmovilización y concesiones a la patronal, “de realismo y del mal menor” de los dirigentes políticos y sindicales reformistas.
Una cuestión fundamental fue la táctica empleada. O lográbamos crear un clamor social contra el despido, implicando al máximo a trabajadores, comités de empresa, sindicatos y colectivos de izquierdas o la derrota era inevitable, con consecuencias inmediatas en otras empresas. Luchar, confiando nuestros argumentos y en la participación y el apoyo de los trabajadores, era la única manera de conseguir una victoria, y si finalmente no la conseguíamos, por lo menos habríamos avanzado en la organización y en la preparación de futuros enfrentamientos con la patronal.
Los compañeros de la sección sindical de la CGT de EMTE tenían bastante claro desde el principio que la clave de la campaña era difundir ampliamente lo ocurrido e implicar al mayor número posible de trabajadores, comités de empresa, sindicatos y organizaciones de izquierdas. En ese sentido, la campaña estatal de resoluciones de solidaridad jugó un papel muy importante. Detrás de cada firma de apoyo se estaba dando un paso más en la coordinación del movimiento de solidaridad y en la presión contra el despido. La empresa podía tirar las firmas a la papelera, pero el estruendo social de rechazo al despido permanecería en su memoria durante décadas. Algunos compañeros mostraron escepticismo hacia ese tipo de campaña, que requiere una organización meticulosa y mucha paciencia, pero los resultados están ahí. Otras acciones fundamentales fueron las concentraciones de solidaridad, la constante información de la evolución del conflicto a todos los que habían manifestado su apoyo, los varios miles de octavillas repartidas y carteles pegados por lo barrios obreros de Tarragona y Reus. Los actos de protesta en el pleno del ayuntamiento o la propia pancarta de solidaridad desplegada en la manifestación del 29-S y otras acciones similares jugaron también un papel muy positivo.
Hay que destacar que en todas las acciones desarrolladas nada fue producto de la improvisación, sino de una labor previa de organización de las tareas y del método a seguir. Teníamos que dar una respuesta inmediata y lograr la máxima unidad para la lucha evitando cualquier tipo de sectarismo, y teníamos también que obtener los recursos económicos necesarios para sacar miles de hojas y carteles, así como dar una proyección estatal a toda la campaña. En consecuencia con todo ello, actuamos con rapidez, convocando una rueda de prensa para denunciar el despido al día siguiente de producirse, acto que contó con la participación de los secretarios generales de CGT, UGT y del Sindicat d’Estudiants de Tarragona. El mismo día de la huelga general del 29-S repartimos miles de hojas, empapelamos el tramo de salida de la manifestación con decenas de carteles y colgamos de un andamio situado en la fachada del Ayuntamiento de Tarragona una pancarta informando del despido: “Han despedido a Manu. ¿Quien es el próximo?”. Al mismo tiempo hablamos con los sindicatos y organizaciones obreras de Tarragona, y con todos los de comités de empresa a los que pudimos llegar, planteándoles la necesidad de dar una respuesta conjunta frente al ataque de la patronal.
Para ampliar la campaña a más gente, convocamos el 7 de octubre una asamblea en el parking de un restaurante situado frente a la BASF, a la que asistieron 40 trabajadores y donde se formó un comité de apoyo a la lucha. En esta asamblea se lanzó la iniciativa de envíar resoluciones reclamando la readmisión de Manu, que tuvo un gran alcance ya que recogimos más de 500 en pocos días.
Realizamos también una concentración en Tarragona delante de la sede de la patronal, el 2 diciembre de 2010, que contó con un centenar de asistentes, y el apoyo de todos los sindicatos y la mayoría de las organizaciones de izquierdas. A esa concentración acudieron compañeros de comités de empresa como Emmsa, CCI, Cotinsa o Maymo entre otros; estuvieron también el secretario general a nivel estatal del Metal de CGT, Diego Rejón y los responsables provinciales de CGT, CCOO, UGT, USTEC, Sindicat d’Estudiants i Cobas.
Finalmente el 1 de febrero, día en que se celebró el juicio por el despido, Manu acudió al mismo arropado por unos 50 de delegados sindicales, trabajadores y jóvenes del Sindicat d’Estudiants que quisieron mostrar el apoyo al compañero y evidenciar su rechazo a la persecución sindical desatada contra él. Este respaldo fue muy importante, ya que ponía de manifiesto una vez más que Manu había sido despedido por luchar y por eso compañeros de todas las organizaciones estábamos allí mostrándole nuestro apoyo. Entre los presentes estaba Diego Rejón en representación del Metal de CGT, Aniol Santo, secretario general del Sindicat d’Estudiants, Lluís Perarnau, delegado de UGT en la UAB, Jose María Pubill, delegado de Actub en TMB de Barcelona, Gabriel Jiménez, delegado de CCOO en el Restaurante Tropical de Gavá y varios compañeros de los comités de empresa de Emmsa, Cotinsa, Kellogs, INSS..., entre otros trabajadores y estudiantes de Tarragona y Barcelona.

La sentencia

Tras la vista judicial se constató que el despido de Manu fue antisindical y que no había ni una sóla causa objetiva que justificase la acción de la empresa. EMTE tuvo que reconocer, ante las pruebas presentadas, que Manu no estaba asignado al centro de trabajo extinguido y que venía desarrollando desde hace años una labor reivindicativa. Así, el viernes 18 de febrero se hizo pública la sentencia, en la que el juez declara nulo el despido de Manu Vidal y condena a EMTE a readmitir al compañero e indemnizarlo por daños morales y vulneración de derechos fundamentales. El fallo judicial deja claro que “la decisión empresarial responde a una mera represalia y que las causas que alega la empresa carecen de cualquier lógica y justificación (…) una mera excusa como reacción a su previa actividad sindical, de representación de los trabajadores y de reclamación frente a la empresa”. El juez añade además que “debe ser reconocida al autor la indemnización de 6.000 euros por daños morales, por ser una suma ponderada y adecuada al proceder de la empresa, con flagrante vulneración de los derechos fundamentales del trabajador y con un largo historial de conflictividad con el mismo que ha desembocado en su despido, con una justificación burda y ajena a lo probado en autos”. A los pocos días de conocerse la sentencia, el 23 de febrero, Manu volvió a trabajar en EMTE, logrando así una victoria importantísima que demuestra que la lucha es imprescindible a la hora de defender los puestos de trabajo y los derechos de los trabajadores. Es obvio que hemos conseguido esta victoria tras una sentencia y tras una excelente defensa judicial, pero sería un error desvincular el resultado de la misma de la presión pública realizada, de la campaña estatal de resoluciones de apoyo, de la concentración del 2 de diciembre con la presencia de representantes de todo el movimiento obrero organizado, de la movilización el día del juicio, del enorme eco que va tener esta lucha en toda la provincia. Y no es menos cierto que esta victoria sería impensable sin un programa y unas ideas correctas y sin el aliento de todos los que han participado en la campaña, aportando su apoyo, su dinero y su tiempo.
Es evidente por qué los medios de comunicación privados, en manos de los capitalistas, no han recogido ni una sóla palabra del resultado de la lucha de EMTE. Saben que el ejemplo de una victoria es contagioso y los trabajadores se inspiran en los métodos que han llevado hasta ella. Por eso es más importante que nunca que la labor de difusión de lo que ha pasado en EMTE sea realizada de forma independiente, con los métodos de la propia clase obrera, con la difusión del materiales como el que ahora tienes en tus manos.*

6. Por un sindicalismo combativo, democrático y de clase

Estamos metidos en la mayor crisis capitalista desde los años 30. Una crisis que ha supuesto ya la destrucción de millones de puestos de trabajo y ha extendido la lacra del desempleo a niveles muy graves; las condiciones de vida de los trabajadores se han degradado y se han provocado efectos devastadores entre cientos de miles de familias obreras. Se calcula que, en estos momentos, cerca de un millón de hogares no percibe ningún ingreso. A todo esto hay que sumarle los nuevos ataques sociales, reforma laboral, pacto de las pensiones, recortes en las ayudas sociales… Mientras a la banca y a los empresarios se les regala miles de millones de euros, a los trabajadores se nos aumentan los ritmos de trabajo y la jornada laboral, como demuestra el hecho de que, a pesar del explosivo crecimiento del paro en el último trimestre del 2009, y metidos ya en plena crisis, se realizaron algo más de 12 millones de horas extras. Está claro que muchas empresas están utilizando la excusa de la crisis para reducir plantillas, producir con menos trabajadores y aumentar, así, los beneficios.
Esta situación está poniendo todavía más a las claras la urgencia de que los trabajadores dotemos a nuestras organizaciones sindicales de una dirección y un programa combativos.
Según datos de CCOO, el 90% de los EREs presentados han contado con el aval sindical. Sin embargo, esta dinámica de aceptar el mal menor, es decir, negociar a la baja los planes de destrucción de empleo, no ha servido para contener a la patronal. Los ejemplos de Seat, Nissan, Ford, Mercedes, Roca u Opel, por citar unos pocos, son obvios; se ha atacado hasta el hueso las condiciones laborales y salariales de las plantillas, miles de trabajadores, tanto de la empresa principal como de las subcontratas, han sido despedidos pero, ni así pueden garantizar el empleo a los trabajadores que continúan en la empresa.
Los dirigentes sindicales de CCOO y UGT han respondido a esta situación dramática con continuos llamamientos al diálogo social, han firmado pactos con el Gobierno, como el escandaloso pacto de las pensiones (por mucho que nos lo pinten bonito, en definitiva, alarga nuestra vida laboral y cobraremos menos cuando nos jubilemos), o los acuerdos de reducción de plantillas, que debilitan la posición de la clase obrera.
Esta política de paz social, de pensar que todos, trabajadores y empresarios, estamos en el mismo barco de la crisis, de desmovilizar y aislar las luchas fábrica a fábrica, es el mejor camino para facilitar las aspiraciones de la patronal. Ahora, la CEOE exige un nuevo ataque, con una nueva contrarreforma en la negociación colectiva: la debilidad invita a la agresión.
Envalentonados por la debilidad de nuestros dirigentes sindicales, los empresarios han tomado buena nota de cada concesión hecha, cada vez se muestran más decididos y audaces en sus planes de ataque contra la clase trabajadora. Por eso, es urgente un cambio de rumbo, un giro de 180 grados en la política de los dirigentes de CCOO y UGT si queremos evitar que la mayoría de la población pague los efectos de la crisis de una manera más dura de la que ya la están pagando.
Por lo tanto, es el momento de luchar por un sindicalismo combativo, de clase y democrático, basado en la movilización unitaria de la clase obrera para frenar la ofensiva de la patronal y obligar al Gobierno a tomar medidas drásticas en beneficio de la mayoría de la población.
Los compañeros de la Corriente Marxista El Militante siempre hemos tenido claro que a los trabajadores nunca nos han regalado nada, cualquier avance, por pequeño que sea, es producto de la lucha, y la primera condición para luchar es que haya organización. Por lo tanto, el primer objetivo del sindicalismo de clase tiene que ser la preservación del propio movimiento obrero organizado. Proponemos un sindicalismo que solo se deba a los intereses generales de la clase obrera y que los defienda con firmeza. Un sindicalismo independiente del Estado y de la burguesía, lo que exige no depender de las subvenciones. Un sindicalismo que considere que los resultados de la mesa de negociación con los empresarios dependerán de la fuerza de la movilización, que unifique las luchas y que las extienda a otros sectores para ejercer más presión. Un sindicalismo en contacto permanente con los trabajadores y que fomente la participación a través de la información y las asambleas, que son la mejor forma de unir a los trabajadores y poner las decisiones en sus manos. Un sindicalismo que comprenda que la causa última de los problemas que afrontamos los trabajadores es la existencia del sistema económico en que vivimos, el capitalismo.
Cualquier alternativa sindical que pretenda servir a los intereses de la mayoría de la sociedad tiene que partir del reconocimiento de una realidad básica: en la fase decadente del capitalismo mundial, lo que es elemental e imprescindible para los capitalistas contradice de forma absoluta lo que es básico e imprescindible para los trabajadores y sus familias. Todo intento de conciliar estos intereses irreconciliables lleva a la colaboración con quien tiene las palancas del poder y a la asunción de sus objetivos y necesidades; esa es la base del reformismo. La única forma de evitar los ataques es la lucha y hay fuerza para llevarla adelante. La clase obrera es más numerosa que nunca en la historia y está dispuesta a luchar. La única alternativa al capitalismo es liberar las fuerzas productivas de las garras del interés privado de un puñado de parásitos. Nunca las condiciones para una producción organizada y dirigida de forma colectiva, democrática y al servicio de la mayoría han estado tan maduras. Esa perspectiva y ese programa es la base del socialismo revolucionario, del marxismo, la única alternativa real a la crisis capitalista.

* De hecho, a los pocos días de conocerse la noticia de EMTE, una contrata de la petroquímica, Siemsa, despidió a dos trabajadores, candidatos de UGT y CCOO a las elecciones sindicales. Ante estos despidos, el Comité de Siemsa convocó una asamblea abierta a todo el mundo en Repsol Petróleo, que no se llegó a celebrar. La mera amenaza de asamblea fue suficiente, para que CCOO lograra la readmisión de su candidato (pero no la del candidato de UGT que estaba de viaje). El miedo patronal a que prendiese la llama de la lucha y se propagara a todas las contratas de Repsol, siguiendo las ideas defendidas en EMTE de unificar y extender la movilización, fue considerado muy seriamente por la empresa, al aceptar dar un paso atrás en su decisión. En todo caso , pensamos que si se hubiera mantenido la asamblea y se hubiera hecho una buena difusión de la misma entre los trabajadores y delegados de todas las contratas, se podría haber logrado la readmisión del otro trabajador y se habría dado la oportunidad al conjunto de los trabajadores de plantear una plataforma reivindicativa y de conseguir, con la fuerza de todos, que se cumpla el convenio y evitar otros abusos laborales.

 


 

Una lucha que se ha autofinanciado con el apoyo de la clase obrera

En julio de 2008, conscientes que esta seria una lucha larga y costosa sabíamos que si queríamos garantizar poder llegar hasta el final teníamos que conseguir la autofinanciación de la campaña contra la represión en EMTE basándonos en la compresión política, la solidaridad y el apoyo de los propios trabajadores, tanto de la petroquímica como de otros sectores.
Sólo si financiábamos la lucha de esta manera podíamos garantizar la edición de hojas y carteles para poder hacer más amplia la movilización y que no quedara en el olvido. También, de esa manera, nadie podría impedir el carácter combativo de la campaña.
Efectivamente, hacer una buena campaña por la autofinanciación de la lucha, y también de los costes de la defensa judicial, representaba una buena manera de dar un ejemplo práctico de cómo hacer un sindicalismo combativo, cosa imposible si se depende de las subvenciones del Estado.
Con esta campaña los trabajadores hemos demostrado que somos perfectamente capaces de defendernos con nuestros propios medios económicos, basados en el sacrificio, mucha tenacidad y por supuesto mucha creatividad.
Decidimos hacer pases de cine, editar una rifa de ayuda, hacer alguna cena entre los compañeros más activos en la lucha y por primera vez en la provincia (o por lo menos en más de treinta años) colectas en las puertas de las principales empresas químicas y petroquímicas de Tarragona.
El primer ingreso fue una cena por parte de los compañeros más cercanos, donde cada uno trajo la comida y además aportó algo de dinero. Recogimos 85,50 euros, un gran éxito fruto de la ilusión y las ganas. Después, durante tres meses, fuimos una vez al mes a las fábricas petroquímicas de Tarragona, Basf, Bayer, Repsol Petroleo y Repsol Química a hacer colectas siempre explicando con hojas la razón y la estrategia. Era la primera vez y los trabajadores y trabajadoras no estaban acostumbrados. Aun así la lucha despertó muchas simpatías y se hizo muy famosa. Nos daban ánimos y colaboraron con 428,29 euros en total en los tres meses, a los que aprovechamos para dar las gracias a todos.
Después decidimos hacer un paréntesis con las colectas porque la lucha iba para largo. Empezamos con una rifa de un lote de libros de la Fundación Federico Engels, vendiendo cada papeleta a dos euros, distribuidas principalmente entre la periferia y los barrios obreros de Tarragona y Reus. Así sacamos 229 euros. Volvimos a hacer una cena y esta vez recogimos 171,05 euros.
En diferentes actos, mesas, barracas siempre poníamos carteles y panfletos explicando la lucha, se recogían firmas y resoluciones y colocábamos un bote para que quien quisiera pudiera hacer sus aportaciones. Además algunos compañeros en sus casas empezaron a hacer huchas de EMTE e iban metiendo la calderilla. Así sacamos 90,78 euros durante 2008 y 313,34 euros en 2009.
En los carteles pusimos una cuenta de solidaridad y recibimos una donación de doce euros de unos vecinos de La Granja, un barrio de Tarragona. Por supuesto eso nos dio mucha alegría, porque todo suma y estas donaciones, aparte de ser un apoyo económico, reflejan que la clase obrera nos da ánimos para continuar y que no le parece que estemos planteando nada extraño, que cala nuestro mensaje.
Ya en 2010 también recibimos dos ingresos, uno de 50 euros de un delegado sindical de la Organización de Trabajadores de Seguros Zurich (OTZA) de Barcelona y otro de 100 euros del Sindicato Único del Trabajo (la CGT de Burgos), a los que trasladamos nuestros agradecimientos.
En junio de 2009, cuando tuvimos que empezar a pagar facturas de abogados (hasta el momento los gastos habían sido fotocopias de los panfletos, recogidas de firmas, carteles...), volvimos a hacer una ronda de colectas en las fábricas, y esta vez, después de haber explicado los detalles de como íbamos respondiendo a todos los ataques y maniobras de la empresa, el resultado fue multiplicador, en ánimos y simpatías y también en aportaciones económicas. En una sola mañana en Bayer sacamos 109,04 euros, en Repsol Química 25 euros, y en Repsol Petróleo hicimos dos colectas, una por turno y sacamos 73,44 euros y 233,44 euros respectivamente, en BASF también fuimos pero ya en julio y recogimos 22,53 euros. Desde luego no es porque a los trabajadores de Repsol, Bayer o Basf les sobre el dinero, sino porque entendieron que una victoria en la lucha de EMTE era una victoria para todos. Y estamos en un momento de la lucha de clases donde es sumamente importante parar los ataques para no perder ni un derecho, ni una mejora.
Otra iniciativa que también significó un esfuerzo cotidiano, fue que cada vez que alguien se tomaba un refresco en el bar del local del Sindicato de Estudiantes y de El Militante, pedíamos voluntariamente 0,50 euros en apoyo a la lucha de EMTE y si lo daba hacíamos una equis en un cartel. ¡Así que imaginaos cuantas equis había en el cartel cuando sumaron 161,50 euros!
Otras colectas han sido en junio de 2009, en el acto sindical de El Militante 44,02 euros, en octubre de 2010 en la asamblea explicativa después del despido de Manu 88,62 euros, y en la concentración en solidaridad en diciembre de 2010 con un frío que pelaba aquel día, a la gente le tiritaban las manos al echar a los cubos de recogida 73,61 euros.
También destacar que las victorias legales donde hubo indemnización, una buena parte o entera en algunos casos, fue para financiar la lucha. De hecho, la indemnización de 6.000 euros conseguida en la sentencia de nulidad del despido de Manu ha sido donada por este compañero para la El Militante.
Con todo este dinero hemos pagado los miles y miles de hojas explicativas, los cientos y cientos de carteles que hemos sacado en estos más de tres años de lucha. El balance en todos los casos ha sido positivo, porque hemos autofinanciado la lucha única y exclusivamente de la clase obrera y además lo hemos hecho públicamente para demostrar que sí que se puede, para que cunda el ejemplo y todos los que hemos colaborado tenemos que estar orgullosos y sinceramente creemos que este ejemplo será recordado por mucho tiempo.


Cronología de la lucha contra la represión sindical en EMTE

· 6 de junio de 2008.- La empresa despide a un trabajador con un niño enfermo de cáncer
· 11 de junio de 2008.- Asamblea de trabajadores en la puerta de EMTE (la empresa impide su realización dentro). Se acuerda por mayoría hacer huelga para que la empresa readmita al compañero despedido y cumpla el convenio. Los trabajadores van a la huelga el 19 y 26 de junio.
· 1 de julio de 2008.- Se desconvoca la huelga. La empresa acepta el despido improcedente del compañero y pagar la indemnización de 45 días por año que este reclama.
· 14 de julio de 2008.- Asamblea de revocación del Comité de Empresa. La dirección de EMTE y la dirección del Metal de CCOO ponen todas sus fuerzas en conseguir este objetivo, impidiendo la participación de un grupo de trabajadores que en breve subrrogará a una empresa del grupo.
· 4 de agosto de 2008.- La empresa despide a Juanma Carrillo y sanciona a Manu Vidal.
· 6 de agosto de 2008.- Asamblea de trabajadores y delegados sindicales en el parking de un restaurante cercano a la petroquímica, donde se denuncia la persecución sindical y se acuerda realizar una concentración y actos de protesta.
· 12 de agosto de 2008.- La dirección de EMTE represalia nuevamente a Manu, y por primera vez a Isma, suspendiéndolos de empleo y sueldo.
· 9 de octubre de 2008.- Más de un centenar de Trabajadores y delegados sindicales se manifiestan en Tarragona contra la represión en EMTE.
· 1 de noviembre de 2008.- Acto de solidaridad con los compañeros de EMTE, en el Casal Marxista de Reus, para recaudar fondos para financiar toda la campaña.
· 21 de noviembre de 2008 y 3 de marzo de 2009.- Inicio del primer y segundo Ciclo de Cine Obrero en Solidaridad con la lucha de Emte.
· 22 de abril de 2009. Juicio contra el despido de Carrillo. La sentencia firmada el 4 de mayo obliga a la empresa a readmitir en su puesto de trabajo al compañero.
· 30 de diciembre de 2009. El juzgado de lo Social número 6 de Barcelona condena a EMTE a retirar las sanciones impuestas a Manu e Isma.
· 27 de septiembre de 2010. EMTE vuelve a la carga y despide a Manu.
· 7 de octubre de 2010. Asamblea de trabajadores y delegados para informar del despido y organizar la respuesta.
· 2 de diciembre de 2010. Concentración en la Rambla de Tarragona por la readmisión de Manu. En la misma participan representantes de todos los sindicatos de clase y diferentes colectivos de izquierdas.
· 1 de febrero de 2011. Juicio por el despido de Manu. Unos 50 trabajadores y jóvenes se concentran delante de la sala para arropar al compañero.
· 7 de febrero de 2011. El juez declara nulo el despido de Manu y condena a EMTE a abonar los salarios de tramitación y pagar una indemnización ejemplar de 6.000 euros.


Entrevista a Manu Vidal

Dos días antes de la huelga general del 29 de septiembre la Empresa Emte Service despedía en Tarragona a Manu Vidal, sindicalista de CGT y miembro de la Corriente Marxista El Militante. El “delito” de Manu fue luchar honestamente por los derechos de los trabajadores y defender tenazmente un sindicalismo democrático, de clase y combativo. Casi cinco meses después, tras una impactante campaña de solidaridad, una sentencia del Juzgado de lo Social de Barcelona declaraba nulo el despido. El 23 de febrero Manu Vidal volvía a la empresa. La sentencia deja claro que “la decisión empresarial responde a una mera represalia” (página 9, párrafo 3) y que “las causas que alega la empresa carecen de cualquier lógica y justificación, apareciendo el despido objetivo como una mera excusa y como reacción a su previa actividad sindical, de representación de los trabajadores y de reclamación frente a la empresa” (página 10, párrafo 1). La sentencia también señala que la empresa ha actuado “con flagrante vulneración de los derechos fundamentales del trabajador (...) con una justificación burda y ajena a lo probado en autos en cuanto al contenido de la carta de despido” y la condena a pagar una indemnización por daños morales y vulneración de derechos fundamentales de 6.000 euros, lo cual también es una cantidad excepcional en estos casos, a parte de los salarios de tramitación.

El Militante.— Explícanos los antecedentes de tu despido y cuál fue el objetivo de la empresa al echarte a la calle.
Manu Vidal.— Hace tres años la empresa lanzó un ataque “a degüello” contra todos los trabajadores. Despidió a un compañero rumano con contrato fijo y padre de un niño enfermo de cancer, tras tomar varios permisos y pedir vacaciones para acompañar a su hijo al Hospital de Barcelona, donde recibía tratamiento. Esta injusticia formaba parte de un plan claro para despedir a más compañeros y recortar derechos mediante el incumplimiento del convenio y del pacto de empresa. Frente a estos ataques  planteamos diversas movilizaciones para defender nuestros derechos. A partir de ese momento la empresa dedicó todas sus fuerzas a planear cómo acabar con nosotros y aplicó toda una seríe de medidas para atemorizar a todo aquel que se atreviese a luchar: despidió al compañero Carrillo, nos suspendieron  de empleo y sueldo a Isma y a mi, y subrrogaron a parte de la plantilla a una empresa del grupo. A pesar de todo, no consiguieron anularnos.
Nuestra lucha tuvo un enorme eco en toda la petroquímica y en los barrios obreros a los que nos dirigimos para explicar que lo que había pasado en EMTE sucedería en muchas otras empresas y que era necesario extender la lucha y plantarle cara a la patronal. De esta manera ganamos una enorme simpatía y el apoyo económico de muchísimos trabajadores en las colectas que hicimos para financiar las miles de hojas y carteles que distribuimos y parte de los gastos judiciales. Finalmente, gracias a la lucha Carrillo fue readmitido y las sanciones de Isma y la mía fueron retiradas. Todas las mentiras y maniobras traperas de la empresa quedaron en evidencia.
Aún así la patronal tenía claro que no quería sindicalistas combativos que organizasen a los trabajadores para reclamar sus derechos y no tardó en volver a la carga y organizar una campaña de acoso contra nosotros, que denunciamos enérgicamente, mediante escritos y denuncias. El golpe último de la empresa se produjo dos días antes de la huelga general del 29-S con mi despido. Pensaban que lograrían estrangularnos de una vez por todas, pero se equivocaron otra vez.
EM.— ¿Qué valoración haces de la sentencia que declara la nulidad del despido?
MV.— La sentencia, dictada a mediados de febrero, es ejemplar. Dice que el despido es una mera reacción de la empresa como represalia a la actividad sindical ejercida estos años, detallando los conflictos uno a uno y  las denucias hechas a Inspección de Trabajo. Esta sentencia supone un palo para la empresa porque detalla y desmiente uno a uno los motivos que alega, dejando al descubierto sus intenciones.
Una vez más la empresa no pudo, como diría el compañero Marcelino Camacho “ni domarnos, ni doblegarnos”. Hemos luchado hasta el final y hemos ganado. Ha sido una victoria de todos los trabajadores, de todos los activistas obreros, de toda la CGT, pero también de muchos compañeros que militan en CCOO, UGT, USTEC, COBAS, Sindicat d’Estudiants, las CUP de Reus, la AERV y la Corriente Marxista El Militante que han participado en la campaña de denuncia de esta agresión contra nuestros derechos. A todos ellos nuestro agradecimiento y nuestro llamamiento fraternal a continuar la lucha. Quiero agradecer también el excelente trabajo realizado por nuestro abogado del Colectivo Ronda, Vidal Aragonés, que siempre está, de una forma ejemplar, del lado de los trabajadores.
Esta victoria tiene que servir de referencia para todos los trabajadores. Es un ejemplo de que hay que luchar hasta el final y de que la lucha sirve.
EM.— ¿Qué opinión tienes de toda la campaña realizada para lograr tu readmisión?
MV.— Ha sido una campaña extraordinaria, que ha logrado implicar a muchos compañeros,  a todos los sindicatos de clase y a la mayoría de colectivos de izquierda. Pero ello no ha sido fruto del azar, sino de un trabajo previo de organización de las tareas y del método empleado para llevarlas a cabo. Había que actuar con rapidez, llegar directamente a los trabajadores y tener confianza en el movimiento, conseguir la máxima unidad para la lucha evitando cualquier tipo de sectarismo, sacar dinero para la propaganda, dar una proyección estatal a la campaña. Todo eso lo tuvimos muy claro desde el principio.
Dimos una respuesta imediata convocando, al día siguiente de la comunicación del despido, una rueda de prensa en los locales de CGT para denunciarlo —en la que participaron los secretarios generales de CGT, UGT y del Sindicat d’Estudiants de Tarragona—. Hicimos un trabajo tremendo, repartimos hojas informativas el mismo día de la huelga general del 29-S, hablamos con todas las organizaciones obreras de Tarragona, y con el máximo número de comités de empresa que pudimos.
Como en campañas anteriores, convocamos una asamblea en el parking de un restaurante del polígono SUR de la Petroquímica, frente a la empresa BASF, el 7 de octubre a la que asistieron 40 trabajadores y donde se formó un comité de apoyo a la lucha y se sacaron 80 euros de colecta. Ahí se lanzó la campaña de firmas, que fue un auténtico éxito, recogiéndose más de 500 a lo largo de la campaña. Desplegamos también una pancarta en el pleno del ayuntamiento de Tarragona; hicimos una concentración delante de la patronal el 2 diciembre, con un centenar de asistentes, convocada por todos los sindicatos y organizaciones de izquierdas. A esa concentración acudieron compañeros de comités de empresa, como Emmsa, CCI o Cotinsa entre otros; estuvieron también el secretario estatal del Metal de la CGT, Diego Rejón, y los secretarios generales de la CGT, de CCOO y de UGT de Tarragona. A lo largo de estos meses realizamos numerosas colectas entre los trabajadores para financiar la lucha. Con todo el apoyo pudimos hacer más octavillas, más carteles y pancartas. Una campaña construida totalmente por el esfuerzo de muchos compañeros, siguiendo las mejores tradiciones obreras.
Algo muy positivo fue el apoyo del conjunto de los sindicatos y organizaciones de izquierdas. Para nosotros es un ejemplo de que es posible la unidad de los trabajadores. Esta campaña unitaria es un precedente muy positivo para el movimiento obrero en Tarragona, un precalentamiento para poder unificarnos mejor la próxima vez, unir todas nuetras fuerzas a través de nuestras organizaciones y demostrarle a la patronal lo fuertes que somos. Independientemente de la sentencia, esta campaña hubiera sido, en sí misma, un paso importante para el movimiento obrero y del que estoy orgulloso de haber podido participar.
EM.— A parte de tu afiliación sindical a la CGT, militas en la Corriente Marxista El Militante. ¿Por qué consideras importante militar políticamente?
MV.— Creo que la única manera consecuente de practicar un sindicalismo combativo es teniendo una alternativa a la sociedad capitalista porque si no, como estamos viendo, la política de “realismo”, del “mal menor” que están practicando los dirigentes políticos y sindicales reformistas, les lleva a ser copartícipes de los ataques y recortes que sufrimos los trabajadores. Hoy estoy más convencido que nunca de que no basta con luchar por derechos laborales concretos, hay que tener una alternativa.
¿Por qué nuestro trabajo sólo puede servir para enriquecer a una minoría capitalista? Una minoría que cuanto más se enriquece, más explotados estamos los trabajadores, ¿por qué tenemos que seguir manteniendo a una minoría parásita? ¿Por qué nuestro trabajo no puede servir para beneficiar a toda la sociedad? Teniendo en cuenta que los medios de producción y la tecnología hoy en día están más desarrollados que nunca y que sólo nosotros los trabajadores podemos hacer funcionar esos medios, no veo por qué no pueden ser propiedad de toda la sociedad, controlados y gestionados totalmente por trabajadores. Por eso digo que no tenemos que conformarnos con las miguillas que nos dan los capitalistas, tenemos que luchar de forma sistemática y persistente para transformar la sociedad y para eso es fundamental construir una referencia política e ideológica. Por ese motivo estoy organizado en la Corriente Marxista El Militante, a la que he decidido aportar el dinero conseguido de la indemnización.
Desde aquí hago un llamamiento a trabajadores y jóvenes a unirse a nosotros para luchar por la transformación socialista de la sociedad.

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