“La acumulación de la riqueza en un polo es, en consecuencia, al mismo tiempo acumulación de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental en el polo opuesto, es decir, en el lado de la clase que produce su producto en forma de capital”. Karl Marx. El Capital, libro I, capítulo XXIII.

La Covid19 y sus efectos han venido a reivindicar con fuerza la teoría de la miseria creciente plasmada por Marx en el Capital hace más de 150 años y ha supuesto, por enésima vez, una cruel condena al decrépito y caduco sistema capitalista.

Sube la pobreza…y los multimillonarios

Los datos no dejan lugar a dudas. En el mismo momento en que la Covid asola al mundo, golpeando fundamentalmente a las familias obreras, el número de infectados se acerca a los 300 millones y ya son más de 5 millones los fallecidos, la riqueza de los multimillonarios ha aumentado un 70% desde marzo de 2020(1). Ese año este exclusivo club superó por primera vez los 3.000 miembros y en 2021, el 0,1% del 0,1% más rico de la población mundial vio crecer sus fortunas un 30%, unos 440.000 millones de euros(2). Al mismo tiempo, según el baremo de Naciones Unidas, una de cada 10 personas en el mundo vive en extrema pobreza. (elEconomista.es 5-3-21).

El 10% de la población más rica, 517 millones de personas, concentran el 52% de las rentas (estimadas en 86 billones de euros) y el 76% de la riqueza del planeta (estimada en 510 billones de euros), mientras que el 50% más pobre, 2500 millones de personas, solo capta el 8% de los ingresos y el 2% del patrimonio.

El Dorado de las farmacéuticas

Mención aparte merecen los suculentos beneficios que están obteniendo las farmacéuticas. Esta industria ha vuelto a dejar claro, una vez más, su carácter parasitario. Según los datos de Airfinity, recogidos por la cadena BBC, por cada euro aportado por estas empresas para la obtención de la vacuna contra el Covid, los Gobiernos han puesto cinco. Hasta mayo de 2021, las distintas instituciones públicas de todo el mundo habían invertido, solo en investigación al desarrollo de vacunas, 5.000 millones de euros(3). Todo ello mientras el sistema público de salud en todos los países se desmorona por falta de recursos.

Lo que para la mayoría es una condena, para esta industria criminal se convierte en euforia y beneficios; nada más conocerse la variante Ómicron las acciones de Pfizer y Moderna subían un 6,4% y un 27,5% respectivamente en el Nasdaq.

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El gran negocio de las farmacéuticas: por cada euro aportado por estas empresas para la obtención de la vacuna contra el Covid, los Gobiernos han puesto cinco.

De esta forma al selecto círculo de multimillonarios se han incorporados 9 altos ejecutivos de empresas farmacéuticas. La riqueza combinada de estas nuevas fortunas, alcanza los 19.300 millones de dólares, dinero suficiente para vacunar a 780 millones de personas, el 10% de la población mundial.

La Comisión Europea, fiel garante de los intereses de las grandes multinacionales, se niega a entregar y hacer públicos los contratos de compra de vacunas a la vez que protegen el carácter privado de las patentes y licencias.

Mientras, según un informe de IQVIA Holdings Inc, especializada datos de salud, se estima que el gasto mundial en vacunas alcanzará la cifra récord de 130.000 millones de euros hasta 2025(3). Las multinacionales farmacéuticas tienen asegurado durante años un suculento y lucrativo negocio.

Una receta acabada para la polarización política y la revolución

Credit Suisse Research Institute, en su Informe sobre la Riqueza Global 2021 afirma que “el aumento generalizado de la desigualdad de la riqueza en los países durante el año de la pandemia no fue causado probablemente por la pandemia ni por sus impactos económicos directos, sino una consecuencia de las medidas adoptadas para mitigar su impacto, principalmente la bajada de los tipos de interés”.

Las principales medidas que todos los Gobiernos del mundo han tomado al calor de la pandemia, están teniendo como resultado un gran aumento del trasvase de recursos públicos hacia las grandes empresas. Desde las bajadas de los tipos de interés, las inyecciones masivas de liquidez, los rescates a la banca y a las grandes empresas y, más recientemente la política de los ERTE, los desembolsos multimillonarios a favor de las farmacéuticas o la financiación de la sanidad privada.

La consecuencia ha sido el empobrecimiento individual y colectivo de nuestra clase y un incremento de una deuda pública, que ha alcanzado máximos históricos en todos los países.
Como ya ocurrió tras el estallido de la crisis en 2008, los capitalistas y los Gobiernos a su servicio están preparándose para reducir esa deuda, creada en beneficio del capital, a costa de recortes sociales. En Europa, la reforma de las pensiones, reformas laborales y la reducción del gasto público destinado a servicios sociales, serán la contrapartida exigida por Bruselas a cambio de liberar los fondos europeos que nuevamente regarán de millones a las mismas fortunas.

Estas políticas y la escandalosa desigualdad social que provocan, son el combustible que ha alimentado la oleada de grandes luchas que viene recorriendo gran parte del planeta. Es lo que ha impulsado las mayores movilizaciones de la historia en los EEUU, los levantamientos en Chile, Colombia, las huelgas campesinas en la India, la sublevación social en Mianmar, o ahora el estallido popular en Kazajistán.
En estas condiciones es inevitable que este clima de insurrección popular se profundice y amplíe.

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Estas políticas y la escandalosa desigualdad social que provocan, son el combustible que ha alimentado la oleada de grandes luchas que viene recorriendo gran parte del planeta.

La tarea es derrocar al capitalismo

En 1939, León Trotsky escribía refiriéndose a la situación en EEUU: “En 1930 comenzó un terrible aumento del desempleo (…) La ilusión del “progreso” ininterrumpido de todas las clases sociales se ha desvanecido sin dejar rastro. El declive relativo de las condiciones de vida de las masas ha sido sustituido por un declive absoluto. Los trabajadores comenzaron a economizar en sus modestas diversiones, luego en sus vestidos y finalmente en sus alimentos. Los sindicatos comenzaron a parecerse al hombre que se agarra desesperadamente al pasamanos mientras la escalera mecánica desciende a gran velocidad….(“El marxismo en nuestro tiempo” León Trotsky).

La historia se repite, el capitalismo es un sistema económico obsoleto y caduco al que hay que derribar. La experiencia reivindica, a la luz del fracaso de las formaciones a la “izquierda” de la socialdemocracia oficial, surgidas en numerosos países al calor de la ola de grandes movilizaciones del último periodo, que es imposible cuadrar el círculo y terminar con la desigualdad sin cuestionar el sistema del que esta emana.

Solo cuando la mayoría organizada expropiemos a la minoría explotadora podremos crear un mundo libre de explotación y desigualdad. Organizar a esa mayoría explotada es la tarea del momento.

El gran negocio de la pandemia: las grandes fortunas incrementaron un 70% su riqueza desde marzo de 2020

2 Los más ricos del mundo aumentan un 30% su patrimonio en el último año 

3 Vacunas Covid-19: El gasto mundial será de 130.000 millones de euros hasta 2025

 

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